José Luis Rodríguez •  Opinión •  20/08/2016

Complejidades y perspectivas de la economía cubana en 2016-2017 (I)

Los indicadores económicos alcanzados por Cuba en 2015 resultaron ser los más favorables del último quinquenio. Habiendo promediado solo 2,8% de crecimiento en los últimos 5 años, en 2015 el crecimiento alcanzó 4,3%, sobre un plan del 4%, con notables incrementos en las inversiones (24,9%), la productividad (6,7%) y la producción industrial (9,9%), todo ello acompañado por un aumento del 17,6% en el salario medio.

Un factor clave que permitió esos resultados fue el cambio en la política financiera externa adoptada desde 2009, que llevó a priorizar el pago de los vencimientos atrasados de la deuda externa –pagos que se estima alcanzaron 19 260 millones de dólares en el último quinquenio- y la decisión de incrementar las importaciones que habían sufrido una notable reducción relativa hasta el 2014 y que fue uno de los factores del magro crecimiento logrado ese año (1,3%).

En ese sentido se puso de manifiesto la relación entre el incremento de las importaciones y el crecimiento del PIB, relación que plantea que para que la economía crezca un 1%, las importaciones deberán aumentar aproximadamente entre 2 y 3% cada año.

La validez de la estrategia contenida en los Lineamientos del Política Económica y Social del país que se aprobó en 2011 y que suponía la creación de condiciones para alcanzar un desarrollo sostenible mostró que –dada la estructura económica existente en el país- no era posible incrementar el ritmo de las inversiones necesarias para su transformación contando únicamente con el ahorro interno. Resultaba imprescindible incrementar la inversión extranjera directa, pero para ello debían crearse previamente condiciones que permitieran aumentar el crédito externo del país, objetivo solo posible a alcanzar si se comenzaba a liquidar la deuda vencida –estimada en un 27% del total- durante estos años.

En síntesis, la política económica adoptada suponía reducir el desequilibrio financiero externo como uno de los requisitos fundamentales para incrementar los niveles de inversión, aumentar la productividad del trabajo para de tal modo elevar los niveles de crecimiento así como la retribución salarial y –consecuentemente- aumentar el consumo social e individual.

Como es lógico, la estrategia adoptada no estaba exenta de riesgos y complejidades, tomando en cuenta que el nivel de apertura de la economía cubana llegaba al 46,3% en el 2014 a precios constantes. Lo que equivale decir que por cada peso de nuevo valor creado, hay 46,3 centavos que dependen de factores externos a la economía cubana, sobre los que el país tiene una influencia limitada.

No es noticia señalar que durante los años que han transcurrido desde que estallara la crisis en 2007-2008, la economía mundial no ha logrado salir de la misma y emprender una recuperación estable. Más bien lo que ha estado presente es un proceso de estancamiento en los principales polos del desarrollo mundial con tasas de crecimiento mínimas que no aseguran su estabilidad. En efecto, solamente si nos fijamos en los precios de los productos básicos luego de una tendencia a su aumento –que resultó coyuntural- hoy los mismos fluctúan y en esencia, se mantienen por debajo de los máximos alcanzados en los últimos cinco años, sin que se perciban crecimientos sustanciales en el próximo quinquenio. Esto ha caracterizado la situación de los alimentos, pasando por los minerales y terminando con los combustibles.

El impacto sobre la economía cubana no se ha hecho esperar y la situación de los principales socios comerciales de Cuba así lo evidencia.

Venezuela –principal socio comercial de Cuba- viene decreciendo impactada por la caída de los precios del petróleo desde 2014 y se pronostica que este año su PIB se reduzca entre 6,9 y 13,9%; China ha reducido su ritmo de crecimiento de 7,3 a 6,6% en 2016, en medio de un proceso de transformaciones por el que transita su economía; España se recupera con lentitud, después de una profunda caída producto de la crisis, cuyas consecuencias aún no supera totalmente; Canadá se ha desacelerado con tasas de crecimiento que bajaron de 2,4 a 1,4% entre 2014 y el pronóstico de 2016; Brasil decreció 3,8% en 2015 y volverá a decrecer en el presente año un 3,3%; finalmente Rusia mostró una caída de 3,7% en su PIB en 2015 y este año se pronostica se reducirá nuevamente un 1,2%.

Por otro lado, las principales exportaciones cubanas también se han visto afectadas recientemente.

Ya desde el pasado año se registró una disminución del 24,2% en el total de los bienes, afectados por la caída en los precios y también por la reducción de los volúmenes exportados de un grupo de productos. Para el 2016 cabe esperar nuevamente una disminución en las exportaciones de bienes.

En el caso del níquel los precios mostraron una muy ligera recuperación a nivel del mercado mundial, que totalizaron con un incremento del 8,9% durante el primer semestre de este año. Sin embargo, estos incrementos en los precios deben considerarse con cautela, ya que no se han modificado las tendencias a incrementos modestos a mediano y largo plazo. En efecto, según el Banco Mundial, el precio promedio de la TM de níquel será de 12 011 USD entre 2017 y 2021 un 30,6% por encima del promedio previsto para este año, pero muy por debajo del precio logrado entre 2013 y 2015, que fue 14 596 USD.

Adicionalmente estos ingresos se han visto afectados por una producción de solo 56 000 toneladas en 2016 por dificultades en la planta Che Guevara.

El azúcar presenta un panorama similar. El precio ha aumentado este año coyunturalmente un 30,9%, alcanzando 20,15 centavos por libra en julio, pero el mismo tiende a estabilizarse en el período 2017-2021 en torno a 15,5 centavos.

También cabe apuntar que la zafra del 2016 ha sido mala, con una producción que solo cumplió el plan al 80% con fuertes afectaciones por el bajo rendimiento agroindustrial producto de la combinación de lluvia y sequía que ha estado presente en el país. De este modo, de una zafra estimada en 1,924 millones de TM en el 2015, la actual debe estar en el entorno de 1,5 millones solamente.

En lo referido a las exportaciones de derivados del petróleo el precio promedio del marcador WTI del primer semestre promedió 42,8 USD por barril y solo se pronostica que aumente un 38,1% entre el 2017 y el 2021. Al respecto vale la pena recordar que en el plan del 2016 se planeó exportar 558 mil TM por valor de 228 millones de dólares, mientras que en el 2014 se vendieron 532 mil TM por valor de 734 millones, es decir, en dos años los ingresos por la exportación de derivados descendió un 68,9%.
En cuanto a la exportación de servicios en lo referido al turismo el número de visitantes creció un 11,7% durante el primer semestre, cifra superior al 5% planificado para el año (3,7 millones de visitantes). Este crecimiento resulta positivo en términos de ingresos, pero supone una mayor tensión para los aseguramientos necesarios que garanticen el mismo.
En lo referido al valor total de la exportación de servicios –incluyendo la exportación de servicios de fuerza de trabajo calificada- estimados de EIU pronostican un descenso en el saldo neto de las mismas en torno al 4,7% en relación al pasado año y del 9,3% en comparación con el año 2013, considerado el de mayores ingresos netos, lo que representa en términos absolutos 550 y 1 139 millones menos respectivamente. En esta reducción puede estar presente la disminución de los contratos que existen con el gobierno de Brasil –dada la situación política en ese país-, así como una contracción en el cobro de los servicios que se brindan a Venezuela producto de su situación económica.

(Continuará…)

Fuente: Cubadebate


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