Francisco González Tejera •  Opinión •  20/08/2016

Gobierno por narices

En el baño del Congreso era muy discreto consumir, menos cantoso que en  la oficina parlamentaria. Los dos diputados se tomaron antes unos gim tonics en la cafetería, un par de euros, precio especial para sus señorías. La noche anterior habían estado de putas en el Gran Hotel Gran Vía, la resaca era grande “pero unas rayitas lo curan todo”, dijo con sorna el valenciano con su traje de Armani, olor a channel. “Es del camello de Correa, máxima pureza”, comentó sonriente mientras entraban al lujoso lavabo.
 
Abrumadora inactividad y aburrimiento “esperando la puta investidura”, repetían como un guineo constante, “más de medio año sin gobierno cojones”.
 
Esa noche tenían juerga con cena, Dom Pérignon y “señoritas de compañía” en la discoteca de la Castellana. Picaron la coca con inmensa concentración, parecían disfrutar mientras machacaban el material colombiano, estaba muy rocosa, al lado se escuchaba el estruendo de la cagada de uno de los secretarios de la Comisión de Interior. Se miraron en silencio con una sonrisa cómplice antes de comenzar a esnifar el polvo blanco.
 
Llevaban tantos años consumiendo que un gramo “se lo comían” en un par de rayas, se las hacían en espiral, “mucho vicio”, decían, la droga era la cotidianeidad en su gestión política, las fiestas, las vacaciones de verano en yates de narcos gallegos, siempre sin sus católicas esposas, disfrutando de la “barra libre” y de las prostitutas que aportaban los capos, pobres chicas esclavas sexuales de aquellos criminales traficantes, buenos amigos y donantes de sobres con dinero en negro, entregados “discretamente” en Madrid al contable del corrupto partido de sus excelencias.
 
Pasaron los dedos por el cagadero y se frotaron las encías, les gustaba esa sensación, la anestesia, la erótica de un poder corrupto, salieron eufóricos, miraron los culos de la ujieres que estaban saliendo del despacho del zoquete presidente que leía un periódico deportivo, siguieron descojonados, las pupilas dilatadas en su ritualizado colocón, iban como motos, hacían comentarios sobre “las perro flautas” diputadas y como les debía oler el chocho, entraron en la reunión del grupo, miradas cómplices, la ministra que no había cotizado en su puta vida en la SS los miró con un guiño de ojos, había que salvar a “La Rita” de la crucifixión, el aforamiento era necesario, se burlaron un rato de las raftas de un canario, hablaron de que fumaba marihuana y Soraya dijo algo sobre las fosas comunes y cunetas, la necesidad de “recuperar la esencia del pasado”, de «aquel 36 glorioso cuando nuestros padres y abuelos dieron la taya como La Roja en los mundiales de Sudáfrica”. Luego todo fue resacón, un nuevo wasap al camello, “más polvo para animar la fiesta”, mientras el primo de Rivera se acercó un momento a la reu, sonrisas, “está todo hecho dijo Bocanegra”, María Dolores recalcó la seriedad, “señores por favor”. Demasiadas bocas amargas.
 
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