Navarra: el laicismo y el anticlericalismo
Asistimos estos días a múltiples festejos en todos los pueblos y también lo hicimos en Pamplona. Todos ellos bajo la liturgia de honrar a algún Santo o Santa. Y aunque no es sólo propio de Navarra, vemos como concejales y alcaldes de la mayor parte de los partidos de derechas y alguno de izquierdas asisten a las procesiones y/o a los actos religiosos e incluso los anuncian en los Programas del Ayuntamiento.
Este es un debate que normalmente los Partidos se niegan a aceptar por dos razones: el miedo a enfrentarse a una institución milenaria que aún sigue ostentando grandes poderes económicos y sociales y mediáticos, y también el miedo a la supuesta opinión pública, pretendidamente católica en nuestro país.
No trato de hacer una exposición histórica del papel de la iglesia ha jugado en las conciencias y en la política pero hay que recordar que franquismo e Iglesia Católica eran lo mismo : Franco nombraba a los Obispos, que a su vez eran miembros de las Cortes y la Iglesia usaba al franquismo para doblegar cualquier atisbo de libertad de pensamiento y de conciencia. Tampoco la transición, con sus resistencias a los avances de los derechos civiles como el divorcio, el derecho al aborto o la ley de matrimonio homosexual, han sido el ejemplo de una Iglesia que pudiera haberse arrepentido de su pasado y estar más acorde con los tiempos. Y vemos como los Partidos de la derecha, que se niegan a condenar el franquismo, pretenden dar lecciones de democracia cuando algún Alcalde no ha querido ir como tal a la Procesión.
Pero no se trata sólo de mirar al pasado aunque no lo debemos olvidar, sino sobre todo al futuro. Tenemos la obligación de plantear los cimientos de una sociedad que respete las ideas y creencias religiosas pero garantizando la racionalidad y el libre pensamiento e impidiendo que las Iglesias pretendan tutelar la conciencia humana, Como dice A. Comte-Sponville en su Diccionario Filosófico: “El laicismo nos permite vivir juntos, a pesar de nuestras diferencias de opinión y de creencia. Por eso es bueno. Por eso es necesario. No es lo contrario de religión. Es, indisociablemente, lo contrario del clericalismo (que querría someter el Estado a la Iglesia) y del totalitarismo (que pretendería someter las Iglesias al Estado).”
Los principios del LAICISMO son la Libertad de conciencia para adherirse a cualquier opción , sea creyente, agnóstica o atea, o para no adherirse a ninguna o cambiar de opción cuando quiera (la apostasía es un derecho que ha de ser garantizado por el Estado). La Separación del Estado y las confesiones religiosas. Lo que implica la clara distinción entre el ámbito público y el privado, y la estricta separación entre la política y las religiones . La Igualdad de trato de todos los ciudadanos y ciudadanas y la neutralidad del Estado laico exigiendo que ninguna opción particular (religiosa o no) sea discriminada ni positiva ni negativamente. Solo así se garantiza la igual consideración de todos los individuos como ciudadanos libres. Y por último la búsqueda del bien común como única razón de ser del Estado. El Estado laico, sobre la base de aquel principio republicano, tiene como referencia la universalidad del bien común. No es legítima la financiación pública de los cultos particulares, que debe destinarse única y exclusivamente a lo que es de interés general. El laicismo se compromete así con la defensa de los servicios públicos, es decir, la utilización del presupuesto público para aquellos servicios que son de interés general (educación, sanidad, etc.).
El laicismo no es antirreligioso puesto que propugna la libertad de conciencia. No es anticlerical en la medida que el clero haga su labor en el interior de su comunidad. Si lo será si el clero se empeña en imponer las leyes a partir de su concepción de la fe. Puesto que es su deber garantizar el bien común.
Y hay varias concreciones de estas peticiones de la laicidad que ha hecho fundamentalmente la asociación Europa Laica :
– Suprimir la emisión de cultos de carácter religioso a través de los medios públicos de comunicación.
– Eliminar el cargo de capellán del Ejército, los hospitales o las cárceles así como el propio Arzobispado Castrense.
-Que ninguna autoridad pública pueda participar en actos de carácter confesional, en calidad de tal; que se elimine cualquier tipo de simbología religiosa en los actos y edificios de titularidad pública y se suprima la presencia de las Fuerzas Armadas o de Seguridad en actos religiosos
.- Denunciar y anular los Acuerdos firmados entre el Estado español y la Santa Sede así como con el resto de las confesiones; derogar la actual Ley de Libertad Religiosa de 1980 para elaborar en su lugar una Ley de Libertad de Conciencia; y eliminar los beneficios fiscales a los que se acoge la Iglesia por la Ley de Mecenazgo.
– La autofinanciación de las confesiones religiosas y, por tanto, la desaparición de la casilla de la Iglesia en la Declaración de la Renta
– Una educación sin asignatura de religión “en su forma confesional” y la retirada “paulatina” de los conciertos a colegios con ideario propio.
Hoy la Iglesia Católica sigue disfrutando de enormes privilegios económicos, simbólicos, políticos, jurídicos y en materia de enseñanza” que sitúan a España como un “Estado confesional católico”.
Hay dos argumentos que siempre aducen los nacional católicos. En primer lugar que la inmensa mayoría de los españoles son católicos. Aunque este argumento carece de peso para plantear una democracia que sea de verdad avanzada, según el último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), un 67,8% de los españoles siguen considerándose católicos. La cifra es mucho más baja que hace diez años, cuando un 79,5% se reconocía como tal. En 2005 casi un 63% de quienes tenían entre 18 y 24 años, se consideraban católicos. Hoy son el 46%. En 2012, el último año del que hay datos, solo un 59% de los recién nacidos fueron bautizados, según la propia Conferencia Episcopal. Cuatro años antes casi llegaba al 65%. Solo un 14% de los católicos acude con cierta regularidad a misa. Trasladado al total de la población supone solo un 9,5%, la mayoría de edad avanzada. Y estos datos van describiendo que la Iglesia se queda sin recambio. Ojo porque ese argumento se les puede volver en contra en cualquier momento.
El otro argumento es que la financiación de la iglesia tiene mucho que ver con la labor que realiza Caritas. Según el presupuesto que la Conferencia Episcopal comparte en su página web, en el año 2013 la Iglesia aportó a Cáritas 6 millones de euros de un total de 247 millones de euros que supuso la asignación del Estado a la Iglesia a través de la casilla del IRPF, lo que supone un 2,5% del total de lo recaudado por la casilla de la declaración de la renta. Pero según un cálculo reciente de Europa Laica, el Estado aporta, a través de subvenciones directas o indirectas y exención de tributos, más de 11.000 millones de euros anuales a la Iglesia Católica. Con los 11.000 millones de euros que el Estado asigna anualmente a la Iglesia Católica, se podrían construir 5.000 escuelas, donde se podrían matricular más de 2.500.000 escolares. Además desde 2008 hay más de 5.000 bienes inscritos por la Iglesia a su nombre, valiéndose de artículos franquistas de la Ley Hipotecaria y su Reglamento, que han permitido usurpar miles y miles de bienes en España, con nocturnidad y alevosía, cuando deberían ser bienes, edificios, y espacios de derecho público. La Iglesia Católica oficial no sufre la crisis y, además, disfruta de un paraíso fiscal.
La única solución democrática ante esta situación es UN ESTADO LAICO que garantice el ejercicio de la libertad de conciencia de todos los individuos y la separación efectiva entre iglesias y Estado, con una educación que sea pública, laica, universal, gratuita y de calidad, y una cultura al servicio de la inteligencia, la igualdad y la libertad.
Paco Jiménez y Goio Ojer PCE-EPK IUN-NEB Pamplona 27–08-2016