Venezuela: El Pueblo y las Fuerzas Armadas
Si hay algo que fortalece y blinda a la Revolución Bolivariana es la unidad cívico-militar construida por el Comandante Chávez y sostenida por el Presidente Nicolás Maduro. Pese a la impresionante ofensiva desatada por el imperialismo y la derecha venezolana, el gobierno revolucionario se sigue manteniendo en pie y aún más, profundizando políticas vinculadas a la defensa y ampliación de las conquistas sociales.
La unidad cívico-militar venezolana es el aspecto central a tener en cuenta, es lo que explica, en gran medida, por qué un gobierno popular acosado como a ningún otro en la región, no haya caído. Por ello es necesario puntualizar algunos aspectos vinculados a esa alianza estratégica.
La Revolución Bolivariana es una revolución pacífica, pero no desarmada. Es una Revolución que desde sus orígenes cuenta con la fuerza militar, por lo tanto con las armas de la República. Este dato no es menor, y muchas veces es subestimado tanto por analistas de izquierda como por la propia derecha venezolana.
El término alianza cívico-militar no explica por sí solo el papel histórico que asume esta unidad cuando se constituye. En términos históricos, la mayoría de las veces, este tipo de alianzas, han sido funcionales a las oligarquías y al imperialismo –hay excepciones, por supuesto–. Fueron alianzas cívico-militares las que derrocaron a gobiernos populares antiimperialistas como los de Arbenz en Guatemala, Perón en Argentina o Goulart en Brasil. Oligarquías nativas con el apoyo de amplios sectores de las clases medias que supieron pactar con militares vendepatrias atentaron contra gobiernos que asumían posiciones democráticas y soberanas. El caso venezolano es diametralmente opuesto: la base de la revolución es una alianza entre importantes sectores del pueblo que incluye, entre otros, a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. En otros términos, una alianza plebeya que cuenta, en su seno, con el componente militar.
En toda nuestra América, de una u otra forma, el posicionamiento que asumen los militares desequilibra la balanza en la disputa entre pueblo y oligarquía, entre liberación o dependencia. Ignorar esta situación es desconocer la historia y realidad de nuestros países. De ahí es que reviste un carácter estratégico, para cualquier proyecto revolucionario, el contener en su seno al grueso del componente militar.
Los militares, mayoritariamente en muchos países –como en Venezuela–, provienen del pueblo humilde. Ese dato es contundente cuando se trata de construir fuerza revolucionaria. No es casual que cuando los militares se ubican en posiciones “imparciales” –mal llamadas “institucionales”–, desbalanceen en favor de los poderosos. El ejemplo es el caso hoy de Brasil, donde el PT nunca tuvo una política coherente con respecto a sus Fuerzas Armadas. Esas Fuerzas Armadas brasileñas hoy, son meras espectadoras del infame golpe de Estado perpetrado contra la presidenta Dilma Rousseff.
Es por esto que las fuerzas antiimperialistas latinoamericanas nunca deben descuidar este aspecto, entendiendo que la verdadera alianza plebeya, impulsora de cualquier proceso revolucionario, debe contener en su seno al grueso del componente militar. Contar con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, declarándose antiimperialista, bolivariana y chavista implica una fortaleza de primer orden en la marcha del proceso revolucionario venezolano.
El soldado, como lo ha señalado infinidad de veces el Comandante Chávez, es y debe ser pueblo con uniforme. Trabajar por elevar cada día más la conciencia revolucionaria del pueblo implica también a todos aquellos que portan las armas de la V República. A no descuidarse, porque lo que intentan con desesperación los enemigos históricos de la Patria y el pueblo es ganarse a un sector de esas Fuerzas Armadas a sus intereses espurios.
La alianza cívico-militar venezolana, vale decir la alianza bolivariana que contiene en su seno a la FANB, debe mantenerse intacta, profundizarse y trabajar para constituirse nuevamente en indiscutible mayoría.
Caracas, 10 de septiembre de 2016