Andrés Boix Palop •  Opinión •  15/09/2016

El ataque de los clones contra Pedro Sánchez

La situación política española ha entrado en una dinámica carnavalesca maravillosa que sólo podría ser superada con la genial ocurrencia rajoyana de votar de nuevo, por tercera vez en un año, pero esta vez el día de Navidad. Y eso, además, tras lo que sería una mítica jornada de reflexión con discurso del ‘Preparao’ incorporado. ¡Ese discursito bueno ahí, con las faltas sintácticas habituales y esa capacidad declamatoria propia de chaval de los que han de ir al concertado para hijos de ricos para aprobar la ESO! Pero con contenido y con fundamento, no se vayan a pensar, invitándonos a hacer uso de nuestro derecho de sufragio con ilusión y responsabilidad (guiño), pero también con alegría y confianza en el futuro (doble guiño) porque, ya se sabe, los súbditos necesitamos que nos indiquen cómo debemos votar, al menos los que aspiramos a ser “españoles de bien”. Desgraciadamente, parece que nadie se va a atrever a poner en práctica esta innovación democrática regeneracionista porque el único con sentido del humor de verdad por aquí es, a lo que se ve, Mariano Rajoy. Todos los demás andan muy agrios y exhibiendo malas pulgas. Desde fuera resulta difícil de entender ese mal humor, más que nada porque el espectáculo está siendo de primer nivel y muy divertido, aunque es verdad que algo repetitivo. Necesitaríamos nuevos actores y estímulos más fuertes, como todo buen yonki que o le incrementan la dosis con el tiempo o se viene abajo. Pero para ellos todo esto es algo más que un circo donde nada de relieve de verdad hay en juego, sino que afecta la esencia misma de la democracia y la gobernabilidad, por lo que todo el asunto es importantísimo y muy serio: ¡Los carguillos y las subvenciones! ¡Nada como que haya muchas paguitas en juego para comprender de verdad lo grande e importante que es la democracia!

La mejor prueba de que estamos jugando con lo más sagrado que hay para todos los regeneracionistas pura cepa esos que desde que tienen uso de razón y cotizan lo hacen gracias al partido es que ya van con todo y a lo loco. Se ha perdido todo pudor en exhibir contorsionismo de un nivel prohibido por la OMS, de ese que no requiere ni de tirar de hemeroteca para abochornar a cualquiera que siga estos temas porque las posiciones cambian del blanco al negro apenas en semanas. Y así nos pasa que, de repente, escuchamos a tertulianos y enteradillos de esos a sueldo de las fundaciones del PSOE de toda la vida, e incluso a políticos con mando en plaza desde que la mejor democracia del mundo quedó encarrilada, denunciar la terrible orfandad mediática de la socialdemocracia pata negra española y las antidemocráticas presiones de los “poderes fácticos” y del IBEX-35, que por lo visto tratan de quebrar la voluntad de Pedro Sánchez y del PSOE de mantener su “no” a la investidura de Rajoy forzando una abstencionista de nada. ¡Esto es un escándalo! ¡Aquí se juega! ¡Y hay gente muy principal del PSOE se ha enterado, de golpe, en agosto de 2016!

Hace unos mesecitos de nada esta misma cuadrilla se sacó de la manga la maravillosa teoría de que lo más inteligente que podría (¡¡¡y debería!!!) haber hecho Podemos era una sabia “abstención táctica”, en lo que habría sido un movimiento maquiavélico genial porque habrían logrado de este modo, automáticamente, que los pringadillos del PSOE llegaran al gobierno de la mano de C’s, ¡pobre gente!, mientras que los Podemos en cambio, afortunados ellos, habrían tenido la llave de todas las políticas de la legislatura desde el Congreso (excepto las pactadas con el PP, se les olvidaba siempre comentar, pero bueno, pelillos a la mar) y por ello habrían sido, angelitos ingenuos que no se enteraron, los que de verdad habrían mandado. ¡Y además les habría llovido hidromiel del cielo! ¡Pero desperdiciaron esa maravillosa y única oportunidad por la ceguera y egoísmo de sus líderes! Por supuesto, y mientras el sector supuestamente alfabetizado del palanganerismo de paguita soltaba estas paridas, los medios de comunicación supuestamente “progresistas” del país se pasaron un par de meses con la matraca del “Pablo votó No” y llevándose las manos a la cabeza por su irresponsabilidad y cómo nos abocó a unas segundas elecciones. ¡Qué tiempos aquellos! ¡Qué risas nos echamos! Pero bueno, no suframos por lo pasado ni lloremos por lo perdido. Esto es España y el mamporrerismo opinativo patrio siempre puede alcanzar nuevas cotas.

Sólo unos meses después, resulta una delicatessen comprobar que ya no son sólo los medios “progresistas” quienes se dedican al #pressingPodemos sino que ahora ya tenemos directamente a todas las cabeceras de la capital al unísono acusando a Sánchez y su cuadrilla de irresponsables y de dar un portazo a la democracia, con editoriales y portadas conjuntos que son una verdadera delicia. “Sánchez votó no”, “Portazo de Sánchez”, “Irresponsabilidad de Sánchez el despechado”… Joder, ¿qué mejor prueba de que deben de tener toda la razón del mundo si va y resulta que todos coinciden? ¡Como cuando acusaron a ETA todos juntos de la autoría del 11-M y a los nacionalistas vascos y catalanes y a ERC de ser los autores morales! Por algo será que están todos de acuerdo, ¿no? Pues porque está claro y, además, hay evidencias basadas en DATOS que lo avalan: los finos analistas de servicio del PP y de Ciudadanos a la búsqueda de una colocación generosamente pagada ya nos explican por ello exactamente lo mismo que nos contaban los científicos sociales de la otra orilla unas semanas ha, sólo que esta vez es el PSOE el que tiene ahí al alcance de la mano el chollazo de poder dar el gobierno a Rajoy para así liderar con fundamento y legitimidad un pedazo de oposición al PP y a las políticas que ellos mismo pactaron con C’s hace nada… ¡Una ganga, oiga!  ¡Réditos garantizados! Y es que nada más parecido al #pressingSánchez que toda la sarta de chorradas que el propio PSOE asumió alegremente hace nada con tal de meter presión a Podemos.

Mientras gran parte del establishment español de toda la vida, y sus palmeros con su vocación de paguita y palangana, han descubierto repentinamente que aquí tenemos unos poderes fácticos terribles que reman en favor de determinados gobiernos y , por supuesto, de determinadas políticas y que además controlan los medios de comunicación garantizando que sólo los mensajes suficientemente inocuos puedan tener la difusión que marca la diferencia, hay otra facción, donde se ubican los realistas “que saben de cómo va esto de verdad y que no pueden ser acusados de ingenuos porque son zorros viejos”, que está en la tesis de que, por disimular un poco, la clave del apoyo del PSOE pasaría porque Rajoy se largara y que así esa “gran victoria democrática” lograda por Sánchez pudiera justificar sobradamente dar apoyo a otro candidato del PP. Parece ser que las políticas del PP no son en modo alguno el problema, ¡sino una personita de nada y ya está! Liderada por Felipe González, esta facción suele coincidir con los que se pasaron semanas y meses riéndose a mandíbula batiente de la CUP por haberse bajado los pantalones al investir a Puigdemont y conformarse con la cabeza de Artur Mas. ¡Cosas veredes! Pero lo más delicioso es que la poca prensa crítica con la tesis de que Sánchez ha de abstenerse y las voces de izquierdas que se alzan por ahí defendiendo el “No es no”… ¡va y resulta que son comprensivos por lo general con este planteamiento! La “izquierda” española surgida de la Transición es una juerga constante. Aquí la fiesta, ya se sabe, tampoco se acaba nunca.

El festival está permitiendo, pues, asistir a todo tipo de piruetas y situaciones maravillosas que ni el Circo del Sol. Institucionalmente está todo el mundo trastornado, pero se ha logrado un consenso absoluto en reinterpretar las normas de la Constitución sobre las investiduras del modo más palanganero posible, todo sea por tener contento al Borbón. ¡Sí, Su Majestad, qué preparado está Su Excelencia! Nada, nada, no se preocupe, que vamos a protegerle a toda costa, aunque sea a costa de inventar la “falsa investidura absurda” como figura constitucional obligada. Así se explica que hayamos tenido esta semana una nueva investidura absurda, gracias a esta original obsesión española de que hay obligación constitucional de montar investiduras falsas para “poner en marcha el reloj de la democracia”. Se trata de una (otra) tontería como un camión que, eso sí, se ha consolidado totalmente (como también alterar los tiempos lógicos de un debate de investidura a mayor gloria de quien lo convoca y del candidato del régimen, no se vaya a molestar el señorito). Todo ello gracias a que en la pasada mini-legislatura convenía al PSOE dar apoyo entusiasta a estas estupideces y ahora le viene bien al PP, de modo que las majaderías de servicio que afectan a las mismas instituciones se han consolidado como verdades absolutas y rasgos morfológicos de nuestro sistema político en situaciones pluripartidistas sin que nadie las pueda, por lo que parece, poner ya en duda. Ni la oposición, si es que existe, ni los medios de comunicación, ni los académico, ni nadie. Porque España es asín y si hay que ponerse a extraer obligaciones de la Constitución para beneficio del ‘Preparao’ y de los que mandan, prietas las filas y todos en estado de revista. Eso sí, las interpretaciones literalistas estrictas del art. 99 de la Constitución se agotan en un párrafo, el 99.3, sin que nadie quiera pasar a leer el siguiente, el 99.4, que nos dice claramente que, tanto en la pasada legislatura como en esta, una vez hay una investidura fallida, se han de ir sucediendo otros plenos de investidura con otros candidatos hasta que pasen los dos meses que conducen a la disolución de las Cortes.. Pero oiga, ¿quién quiere tomarse en serio la Constitución y las reglas? ¿Qué necesidad hay de cumplirla si no conviene a nadie de los que mandan? Nada, nada, pelillos a la mar, hagamos como que ese artículo no existe…

A diferencia de Sánchez, que  lo dio todo como si no hubiera un mañana (para Sánchez, en efecto, cada día podría ser el último) y se tomó la sesión del Congreso de la que podía salir su investidura con muchas ganas, por lo que acudió a la misma en medio de la fanfarria de los medios afines y de fotos históricas que anunciaban pactos que iban a cambiar la Historia de la Humanidad, mientras los socialistas más entusiastas machacaban a fondo las tesis que derivaron en el “Pablo votó No”, Rajoy no ha ocultado la desgana con la que ha ido, ¡y porque no tenía más remedio que estar presente!, a la suya y en rajoyana consecuencia ha preferido tomársela a chirigota. Es una forma como cualquier otra de evitar la frustración de que te digan que no, asumir que las uvas están verdes de antemano, que todo el que haya intentado ligar con el buenorro de la discoteca o la buenorra del pub ha tratado de poner en práctica alguna vez. Si hay que ir a que te hostien porque todo el mundo se pone muy pesado, pues se va, pero con esa mezcla de ir arrastrando los pies y a la vez quitándole hierro entre chistes. ¡Lo vemos todos los días en Mujeres y Hombres y Viceversa! Además del malhumor, se vadean así también algunas de las consecuencias de que te tumben la ilusión de tu vida: por ejemplo, ese odio africano que desde entonces tiene a Sánchez a quienes votaron “No” y esa obsesión que le obliga a hacer pasar a Rajoy por lo que pasó él y así no ser “el único candidato en la Historia de la democracia española que fracasó en una investidura”. Por estas razones perfectamente entendibles Rajoy soltó un discurso plúmbeo para empezar y luego se dedicó a deleitarnos con sus réplicas irónicas y pasotas desde el primer intercambio. A estas alturas debe de estar ya en Moncloa ocupado de otras cosas más importantes para él y donde vale la pena invertir más tiempo: una colección de chapas con ciclistas de la Vuelta a España de 1963 requiere de ciertos mimos. Mientras el todavía Presidente en funciones pasaba por ahí a lo suyo, Sánchez centraba su intervención en recordarnos una y otra vez “su investidura” (así la llamaba él: “mi investidura”) y lo malvados que habían sido Rajoy y el destino con él. Sin embargo, a pesar de la magnitud y visibilidad de la herida psicológica que arrastra Sánchez, el intercambio fue bastante presentable, más que nada porque, tenga el origen que tenga su cerrazón contra todos los clones de la prensa y del establishment (y, sobre todo, contra gran parte de su partido), y por mucho que pueda considerarse que tiene su origen en el despecho y el trauma padecido, amén de en cálculos obvios condicionados por la vida orgánica del PSOE, la necesidad de vestir esa posición con algún ropaje defendible en público le obligaba a situar al PSOE en el terreno de la oposición no sólo a Rajoy sino a las políticas del PP. Así construyó la otra parte de su intervención y fue bastante lograda, la verdad.

Ello no obstante, y sorprendentemente, el juicio casi unánime de prensa, comentaristas y expertos es que Sánchez estuvo fatal, dio un portazo lamentable y es un irresponsable que aboca a España a unas terceras elecciones que, por lo visto, son como el Quinto Jinete de la Apocalipsis pero en peor y más cutre, porque viene anunciado no por trompeteros que acojonan sino por Antonio Caño, Marhuenda y quien sea que sea la persona que dirige El Mundo ahora y hasta que se fusione con alguno de los otros dos… ¡o con los dos! Además, ya se sabe, nos explican con muchos datos los “científicos sociales” de nuevo cuño, todo esto es particularmente terrible porque votar mucho se sabe cómo empieza pero suele acabar con un incendio en el Reichstag, que una cosa es que la gente pueda hacer el paripé de vez en cuando con papeletas y tal y otra abusar y arriesgarse a que un día de estos tomen decisiones por sí mismos y tengan un problema los ricachos que nos emplean para seguir manteniendo sus mierdas financieras en la City dentro de la UE. Por contraste, y sorprendentemente, se ha valorado mucho y bien el discurso de Pablo Iglesias, que se ha juzgado como un ejemplo de “verdadera oposición a Rajoy”. Las televisiones han repetido en bucle unos intercambios muy celebrados entre los respectivos líderes de Podemos y del PP donde ambos se declaraban respeto personal pero antagonismo político, recreándose en la jugada y glosándola elogiosamente, mientras apenas si era posible que pusieran alguna frasecilla de Sánchez. ¡El gran culpable de todo, el gran irresponsable, y encima el tío ni sale en la tele hablando más que para decir “no” con cara de villano de El Equipo A! Claramente, como estamos en una fase peculiar del ciclo político-mediático gracias a la genialidad de Rajoy, este hecho ha provocado la aparición de nuevos amigos de la teoría de la conspiración, que ahora abarca simpáticamente a sus enemigos de toda la vida (Federico Jiménez Losantos y Pedro Jota) con los agentes más próximos al PSOE. Toda esta gente nos ha explicado que la razón del trato a Sánchez y a Iglesias es una orden de Moncloa a las teles y radios. Al parecer, Rajoy controlaría no sólo ya la 1 y las teles de Planeta (Antena 3 y la Sexta), sino también las de Mediaset (Tele 5 y Cuatro) y Bein Sports, el tío. Entre la pública, el duopolio y las nuevas adquisiciones, todo controlado con el mando a distancia, nos dicen. Que PRISA se haya unido a ese coro, con espectaculares conversiones (la última, la de Iñaki Gabilondo) que hacen que prácticamente ya no quede nadie en sus medios que no esté en el ejército de clones a favor de la abstención y de la responsabilidad y por ende contra Sánchez, aparentemente es una prueba adicional de la conspiración. ¡PRISA contra el líder del PSOE, a esto hemos llegado!

Sin embargo, quizás sea más útil buscar antes una explicación que una conspiración. Un posible intento en esta línea es atender a que probablemente la mayor parte del electorado y de las personas con cierto (y decreciente) interés por la actualidad política están en unas determinadas coordenadas y que, a fin de cuentas, son esas coordenadas  las que explican cómo se han movido tanto los partidos políticos como los medios de comunicación. Si los años de crisis institucional y política nos dejan una cosa clara es que, de la misma, y a pesar de su gravedad y profundidad, no ha salido ningún instrumento mínimamente ambicioso o útil de cambio o de regeneración. Muy probablemente porque, sencillamente, la sociedad española no da a día de hoy para mucho más. No da para producir demasiadas alternativas o críticas serias, por un lado (y analizar por qué nos llevaría a otro debate, muy deprimente, pero basta ver las propuestas de quienes en teoría representan el cambio más ilustrado, los de C’s, su origen y en qué consisten para ponerse a llorar sin necesidad de profundizar mucho). Pero tampoco tiene los estímulos, conformista y moderadamente acomodada como es, para hacerlo.

Ni siquiera con una situación de crisis como la actual que, al parecer, no ha sido suficientemente intensa, ni grave, ni larga, como para que una mayoría de la ciudadanía haya pensado que convenía cambiar cosas en serio. Antes al contrario, la idea muy mayoritaria y dominante entre la población derivada de la crisis es más bien que lo que hay que lograr a toda costa es que todo siga como hasta ahora, con más o menos disimulo (voto al PP y al PSOE) o que siga como hasta ahora pero vestido de regeneracionismo basurer para dar imagen de modernidad tapando con purpurina la porquería de siempre (voto a C’s) y aspirar a no avergonzarnos mucho cuando nos miremos al espejo o estemos en compañía de gente de países civilizados. Es significativo que nadie, pero nadie, con un mínimo de credibilidad en su área de estudio o trabajo se haya atrevido a dar la cara para defender las impresentables propuestas de sus sucesivos pactos, propias bien de un parvulario político poblado por gente muy poco preparada, bien de sinvergüenzas que sabiendo de qué va la cosa estafan conscientemente a los votantes: en todo caso, a falta de gente que se haya atrevido a jugarse su prestigio avalando esta basura, sí tenemos comentarios críticos en torno a la inanidad y cutrez de las políticas sociales pactadas por esta gente como mascarón de proa de su acuerdo, sobre sus chorradas de desecho jurídico en materia de regeneración institucional, y aquí una inquietante reflexión que apunta a que ni siquiera saben sumar, los tíos, o a que son unos trileros profesionales.

Por su parte, Podemos sigue limitado a un discurso construido a partir de una protesta muy general pero a la vez poco perfilada y, sobre todo, que no va mucho más allá de un leit-motiv bastante obsceno: “todo va muy mal porque siendo España un país cojonudo y su gente una pasada, el pacto nacional puesto en marcha por la Pepa y actualizado por la CE1978 sendas maravillas, hay una casta chunga que se lo ha cargado y que es el problema, pero si nos ponemos nosotros en vez de ellos te lo maqueamos de nuevo y te lo dejamos niquelado”. Es decir, un discurso que no promete tampoco cambio de fondo alguno, sino que lo que ya hay se haga bien, y que por ello tampoco plantea medidas de reforma con cara y ojos (¿o acaso alguien puede señalar una sola propuesta concreta de reforma de Podemos que tenga significado e importancia a estos efectos?).

Y poco más. Esto es lo que hay. No habiendo más cera ardiendo que ésta entre la ciudadanía, que a fin de cuentas es quien paga la fiesta, ¿en serio es tan raro el #pressingSánchez a todo tren?, ¿de verdad es tan incomprensible que casi todo el mundo que pulula por las instituciones y aledaños asuma que mejor que siga Rajoy y un reparto del pollo como el que ya tenemos y así no hay sustos ni nada que pueda generar trastornos o alterar la distribución de carguillos y de presupuesto? ¿Tiene sentido pensar en que hace falta una conspiración para que los astros se vayan alineando conforme a lo que conviene a todos estos sectores, que a día de hoy es lo que es?

Dado que la sociedad española se ha demostrado incapaz de generar dinámicas de cambio y transformación política dignas de ese nombre, no es de extrañar, pues, que ese bloqueo social se traslade, corregido y aumentado, a la escena política. Y, sin necesidad de conspiraciones, a culminar ese viaje parece que nos dirigimos a marcha forzadas. De hecho, y frente a la opinión dominante en la prensa cercana, que apuestan porque el PSOE se comporte responsablemente contra el sentir mayoritario de sus votantes apelando a su “sentido de Estado”, es muy posible que gran parte de sus votantes compartan la idea de “fondo” de la “responsabilidad” y hayan votado a Pedro Sánchez precisamente por eso: para garantizar que antes gobierne Rajoy y el PP a que Podemos pille una mera secretaría se Estado. Para asegurar que todo siga más o menos como siempre en las últimas décadas, aunque haya que tragarse a Rajoy, a abrir melones que, sinceramente, a nadie le apetece asumir el riesgo de que luego pues a saber. Y no tanto porque de Podemos se tema que deseen gran cambio en nada, sino simplemente porque, de momento, son gente que no ha demostrado lo suficiente ser del todo fiable en la defensa del statu quo y que, además, viene a quitar de sus sillones a los de siempre. Y eso no, eh, no. De momento sigamos como siempre, mientras la cosa aguante y se paguen las pensiones. Las de ahora y las de la próxima década de nuevos jubilados, que son los que han construido el actual chiringuito teniendo claras sus prioridades. Ya cuando les toque generacionalmente a estos otros, si eso en una década o dos, que se apañen. Llegado el momento tampoco a nadie la preocupará ya demasiado lo que no será sino una sencilla y hasta pacífica por familiar sustitución generacional. Sea con esta gente en Podemos, sea en otro sitio. A fin de cuentas, la genealogía de la dirección de Podemos revela que vienen de donde vienen, generalmente de familias muy del PSOE y del PCE de toda la vida, sí, pero que han estado en mayor o menor medida con participación en la vida de las instituciones y cargos y responsabilidades en las últimas décadas. De modo que tampoco nos hagamos demasiado lío con esto. En toda esta emergencia de nuevo actores, catalizada por la crisis a partir de estructuras políticas algo diferentes, no hay en el fondo mucho más que ese punto de mera sustitución biológica de unas mismas clases funcionariales institucionalizadas que van logrando escalar posiciones, de la misma manera que tantos hijos de cargos falangistas acabaron a la postre en el PSOE en los 70 y 80 como natural continuidad con lo que habían hecho sus padres. En todo caso, y con semejante caldo cultivo mediático y sociológico, no parece muy difícil intuir cómo va a acabar todo esto: con un gobierno de Rajoy y, además, con un suspiro de alivio de casi todo el mundo cuando, llegado el momento, se produzca. ¡Cuatro añitos más de patada hacia adelante! ¡Viva el período más largo de estabilidad, paz y crecimiento de la Historia de España!

La duda es si Sánchez, que ha descubierto que el enroque es lo que mejor le va a él personalmente en sus luchas por mantenerse al frente del poder en su partido, va a ser capaz de aguantar la presión y, en consecuencia, si ese nuevo gobierno de Rajoy requerirá del enojoso trámite de unas terceras elecciones. Pero parece que no porque, a pesar de los costes para el PSOE (y sobre todo para Sánchez) inherentes a desbloquear la investidura en beneficio del PP, es algo que les toca con este reparto de escaños sí o sí, se quiera o no se quiera. En el mejor de los casos (que el PNV trague con votar no ya tanto a Rajoy como también a medidas de centralización propuestas por C’s, para lo cual siempre será una ventaja que ellos suelen no tener problemas en apoyarlas, como la última reforma local, si se les garantiza que no se les aplicarán al País Vasco y sólo joderán a los demás) el PSOE tendría que dar 1 voto/abstención a Rajoy (que podría ser el del famoso canario que tienen coaligado o a saber qué otra alternativa). Y, en el peor (que el PNV no necesite al PP tras las elecciones vascas y se ponga estupendo), alguno más. Cómo de “pringado” quede el PSOE por ello ya es cuestión del discurso mediático y político subsiguiente. Probablemente si se hubiera hecho sin mucho estruendo quizás no tanto y en 4 añitos todo olvidado. Tras el show que llevamos es evidente que el coste de una rectificación sería algo mayor. Pero tampoco hay que magnificarlo, dado que las elecciones serían a cuatro años vistas, que el PSOE ya ha salvado el match-ball del sorpasso gracias a haberse topado con una especie de aventurero suicida que, no teniendo nada que perder, apostó todo a un perfil gallardo del partido, con óptimos resultados. El PSOE tiene una base rocosa y fiel, envejecida pero precisamente por eso más leal aún a ciertos postulados. Y con cuatro años por delante y compitiendo con Podemos, que aunque tiene el factor generacional a favor cuenta con el handicap de unos niveles de impresentabilidad adaptados al 100% a la política española, el partido de la hegemonía de la alternativa al PP en España es perfectamente jugable y ganable.

Quebrar la resistencia de Sánchez puede pasar por algo como que un día de estos alguien dentro del partido le vea alguno de sus hasta ahora exitosos (por incomparecencia de los rivales) faroles. El hecho de que sus opositores internos lleven cartas tan malas como él juega, como es lógico, a su favor. Porque da la risa floja pensar en lo que Susana Díaz habría logrado en términos electorales con su agenda política. Y lo que puede ocurrirle al PSOE en buena parte de España como cruce Despeñaperros. Dicen los enteradillos que quizás unos malos resultados del partido en las elecciones vascas y gallegas de finales de septiembre podrían desencadenar esta operación. Pero es dudoso que así sea porque los resultados del PSOE, por esa rocosidad de su base, llevan una temporada siendo de malillos a malos, pero tampoco son desastrosos del todo nunca. Y un desangrado lento es algo que, como ya ha demostrado varias veces, Sánchez es capaz de gestionar a las mil maravillas frente a sus rivales internos. Entre que todavía quedan bastantes carguillos que repartir y que no se le puede acusar personalmente de cataclismo alguno porque hasta se pueden entender que “ha salvado los muebles, visto lo visto y la que estaba cayendo…”, parece complicado que de repente ahora unos resultados autonómicos de nada en Comunidades donde ya no gobierna y ha cosechado muy malos resultados en las últimas citas pueda ser fatal para Sánchez.

La segunda gran posibilidad para lograr que el PSOE dé su brazo a torcer pasa por la emergencia de una gravísima “urgencia patriótica”, con la ventaja de que en este caso Sánchez podría aspirar a quedar como un hombre de Estado si rectifica y conservar así el sillón. Y es que, dado que C’s ancla cualquier acuerdo (tanto con el PSOE como sobre todo con el PP) a soluciones de centralismo muy agresivo (C’s no tiene principios en casi nada menos en esto, dada su matriz compuesta a partir de las aportaciones dogmáticas, bastante poco revolucionadas por lo demás, de los nietos “liberales” venidos a más del “liberal” nacionalcasticismo español), el gambito PP-C’s-nacionalistas catalanes parece mucho más improbable que el que cualquier “novedad” en el “procés” hacia la independencia de Cataluña pueda ser convertida en un evento trágico y un peligro inminente para la Patria que obligaría, “excepcionalmente y por responsabilidad”, a dotar a España de un gobierno fuerte con plena capacidad de acción. La forma en que, de modo sorprendente y repentino, aparezca esa urgencia ya da un poco igual. Pero las alternativas son muchas, es cualquier, de hecho, siempre y cuando desde el Estado se quiera maquear el tema lo suficiente. Vale todo, ya sea convocar un referéndum unilateral, ya anunciar que un día de estos lo convocarán, ya decir que se están pensando algo y que a lo mejor hasta un día se lleva a la práctica, pero a saber cuándo…

Y en esperar eso estamos. Mientras tanto, eso sí, aumenta la preocupación en ciertos entornos por si cada vez más gente se da cuenta de algo obvio y por ello trabajosamente difuminado para que no luzca mucho: que estar con un gobierno inoperante no sólo no tiene demasiados problemas sino que, en la práctica, y en no pocas circunstancias (siendo además esta que vivimos, sin duda, una de ellas), cuanto más inoperante mejor. Hoy mismo hemos descubierto incluso que si un gobierno en funciones se pusiera estricto (que tranquilos, no se dará el caso) va y resulta que no podría ni siquiera dar pasta a la prensa por medio de las impresentables campañas de publicidad institucional que en esta democracia bananera nuestra a la egipcia son el pan nuestro (nunca mejor dicho) de cada día y que explican tantas y tantas cosas. ¿Qué persona con dos dedos de frente puede ver como algo malo esto? No tener gobierno, si nos lo tomáramos en serio, nos podría proteger de ciertas macarradas consustanciales al ejercicio del poder en la España de la CE 1978. Macarradas como esta que, además, son asumidas por todos. Búsquense, si no, las medidas de los pactos regeneracionistas y basados en la evidencia y el ejemplo comparado para no ser Venezuela sino Dinamarca sobre esto de regar a la prensa generosamente con todo tipo de campañas de propaganda D.O. Pionyang y, por favor, contengan las carcajadas si están rodeados de gente. Pero es que éste es sólo el último y más reciente ejemplo. En la situación actual hay más ventajas: el gobierno en funciones no puede aprobar recortes a lo loco, ni proponer unos presupuestos restrictivos como le pide la UE, ni poner en marcha medidas como las que están en el programa del PP-C’s y que son chorradas marca mayor las más de las veces, pero también peligrosas en algún caso… No parece una situación particularmente dramática, la verdad. ¿O acaso alguien que no sea uno de esos emprendedores del IBEX nuestros de cada día dánosle hoy, que viven de crearnos generosamente empleo y riqueza con nuestros impuestos, ha visto cómo se tambaleaban los principios de su existencia por no tener un gobierno actuando con todas sus capacidades? Pues nada, ya saben, ¡por lo visto sí hay gente además de estos emprendedores del BOE que lo está pasando fatal! Y están todos, pero todos, en los periódicos y radios y teles, y en las fundaciones esas de servicio de los partidos regadas generosamente con dinero público, explicándonos a todas horas que es “urgente” que haya gobierno y que no nos podemos permitir esta situación más tiempo. ¡Ni una semana más! ¡Iríamos a la ruina y al desastre! En todos los medios están. En todos. Clonaditos. Y al ataque, ahora, contra Sánchez (es al que le ha tocado la china en la temporada de otoño). ¡A este paso lo van a convertir en un referente de la dignidad democrática contra las chorradas de los profesionales de la paguita! ¡A Sánchez! Así de loco y de divertido está, a estas alturas, el tema.

profesor de derecho administrativo en la Universidad de Valencia y editor de la web La página definitiva (LPD).

Fuente:

http://www.lapaginadefinitiva.com/2016/09/02/el-ataque-de-los-clones-contra-pedro-sanchez/

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