Con el bloqueo aún vigente en Cuba
Las relaciones diplomaticas entre Cuba y Estados Unidos
La decisión tomada el 3 de febrero de 1962 por John F. Kennedy se mantiene inalterable y afecta también intereses de terceros países. Bancos de Europa y Asia reciben multas millonarias por operar con la isla.
Estados Unidos y Cuba se acercan al segundo aniversario del restablecimiento de relaciones diplomáticas. Pero la persistencia del bloqueo sobre la isla no se compadece con ese avance que parecía imposible en diciembre de 2014. La medida unilateral de la mayor potencia planetaria no se modificó en lo sustancial y el gobierno de Raúl Castro volverá a denunciar esa política ante las Naciones Unidas el próximo 26 de octubre (cuando se celebra el aniversario de la creación del organismo). Lo incoherente de esta situación es que en algunas áreas se profundizó el daño a la economía cubana en el período 2015-2016 si se lo compara con el anterior. El ejemplo de la Salud Pública es el más notorio: las pérdidas subieron cinco millones de dólares. Los perjuicios se extienden en el tiempo a rubros sensibles de la economía caribeña como el comercio exterior, la alimentación, el turismo y la biotecnología, entre otros. La decisión tomada el 3 de febrero de 1962 por el presidente John F. Kennedy se mantiene inalterable y afecta también a intereses de terceros países. Mientras Cuba no puede utilizar el dólar en transacciones internacionales, bancos de Europa y Asia –sobre todo– reciben multas multimillonarias por operar con la isla.
Consecuentes en su postura, los cubanos estudiaron área por área los daños que siguen sufriendo por la anacrónica política de su vecino. Los principales constan en un informe de 43 páginas. Se vinculan con la resolución 70/5 de la asamblea general de la ONU titulada “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”. El canciller Bruno Rodríguez Parrilla dijo que los perjuicios económicos directos provocados contra su país “ascendieron a no menos de 4680 millones de dólares a precios corrientes, calculados con todo rigor y de manera prudente y conservadora, con una metodología reconocida incluso por instituciones prestigiosas norteamericanas”.
El gobierno de la isla renueva cada año su trabajo sobre las consecuencias del bloqueo rechazado en la ONU por 191 votos a 2 en 2015. Pero esta vez, a través de su diplomacia hizo más evidente la contradicción que implica esa medida con los discursos que ha dado el presidente Barack Obama sobre el tema. En La Habana todavía recuerdan el del 22 de marzo pasado, cuando visitó el teatro Alicia Alonso: “El bloqueo sólo hace daño al pueblo cubano en lugar de ayudarlo”, dijo. Es la misma conclusión a que arribaron los cubanoamericanos que viven en Miami. En una encuesta realizada por la Universidad Internacional de Florida (FIU) en agosto, el 74,4 por ciento apoyó su eliminación.
Otro dato confirma cómo los estadounidenses en general empiezan a ignorar las recomendaciones de los congresistas que más se oponen a cualquier tipo de intercambio con la isla. En 2015, Cuba reportó 161.233 visitantes de EE.UU., casi un 56 por ciento más que los 91.254 de 2014. Pero esas cifras son insignificantes si se toma en cuenta que 14,3 millones de turistas de ese país viajan al Caribe y que el 15 por ciento de ese caudal habría ido a Cuba de no estar vigentes aún varias restricciones de Estados Unidos al turismo. El dato lo tomó el gobierno de La Habana de la Organización de Turismo del Caribe (CTO, por su sigla en inglés).
Es sabido que un ingreso clave para Cuba proviene de esa actividad. La tendencia es a la suba por el aumento de los vuelos y a pesar de los daños económicos que sufre la aviación civil de la isla por el bloqueo: se valúan en poco más de 156 millones de dólares. Otra contra que tiene el turismo cubano es que no puede apelar a los servicios de promoción de compañías en EE.UU. Al contrario, dice el informe que “el país ha estado sometido a campañas procedentes de los Estados Unidos dirigidas a desacreditar” la industria local.
El texto describe cómo crecieron las pérdidas en el área de salud entre el primer y segundo año de relaciones diplomáticas. Pero además, algo semejante ocurrió con la alimentación. La información fue recopilada por los ministerios de Industria Alimentaria y de Agricultura. En 2015 se informaron perjuicios por 592.269.000 dólares. Este año la cifra trepó a 605.706.289. Una diferencia de casi 13 millones y medio.
En los casi 55 años de bloqueo que sufre, Cuba calcula pérdidas por 753.688 millones de dólares estimados a valor oro. También fueron perjudicadas empresas de terceros países. Según el informe, eso queda muy claro en el área de finanzas. Durante los dos gobiernos de Obama “se han aplicado 14.000 millones de dólares como multas –record mundial– fundamentalmente contra bancos europeos y asiáticos”. Se cerraron cuentas, no se prestaron determinados servicios, se devolvieron operaciones. Un ejemplo lo aportó la embajada cubana en Buenos Aires: “El 1° de abril de 2016 se conoció que el Citibank rechazó los pagos de clientes de la empresa cubana Havanatur Argentina”.
La lista de daños mensurados por La Habana es tan extensa como los que caben entre 1962 y 2016. Y aunque el gobierno de Castro reconoce que “se han alcanzado avances en las relaciones bilaterales como el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la reapertura de embajadas” los considera “insuficientes”.
Cuando presentó el informe, Rodríguez Parrilla recordó: “El presidente Obama dijo que el bloqueo no funcionó, que no ha funcionado y que hay que levantarlo; dijo que no ha funcionado para los objetivos históricos de Estados Unidos, para los objetivos de estas más de cinco décadas. No dijo que es ilegal, que es una violación del Derecho Internacional; no dijo que es una violación de los derechos humanos de los cubanos; no dijo que es inmoral, que viola toda ética; ni dijo tampoco que es cruel y provoca daños humanos”.
“Sí dijo –insistió el canciller– que los objetivos de Estados Unidos son los mismos de hace casi 60 años y que lo que cambia son los métodos; pero hasta hoy, hasta este minuto en que nos encontramos, el bloqueo persiste con todos sus efectos, el bloqueo daña, sigue dañando a nuestro pueblo. Es la realidad, es la verdad, son los hechos.»
Fuente: Pagina 12, Buenos Aires
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NO SE HAGAN ILUSIONES, CUBA VA
por Ángel Bravo
Escuchar hablar a Raúl Castro en la XVII Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) es volver a escuchar las ideas libertarias, independentistas, internacionalistas y socialistas que defiende Cuba desde el triunfo de su Revolución en 1959. Se engañan quienes creen que la nación caribeña ha cambiado, a propósito de la normalización de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, iniciado el 17 de diciembre de 2014.
Todo empezó cuando el 2006 por razones de salud Fidel delegó sus responsabilidades al frente de Cuba a su hermano Raúl, entonces los ilusos que llevaban varias décadas pronosticando la inminente caída de la Revolución, creían que esta vez sí sería de verdad; que esta vez su mismo hermano se encargaría de encabezar la “perestroika y las glasnost” al estilo cubano. Fueron varios meses en los que se desató una enorme bacanal ideológica en los medios comerciales del imperio.
Presentaban a Fidel como el ortodoxo y duro; él era el triste y sombrío pasado de Cuba, mientras que Raúl era calificado de reformista, práctico y flexible; él era la esperanza de la Isla. El imperio ducho en mentir y en dividir -según las investigaciones de sus servicios secretos-, aseguraba que habría desavenencias entre ambos. Había llegado la hora añorada.
Incluso, muchos que decían ser de “izquierda”, simpatizantes y admiradores de la Revolución cubana, pero desinformados (a estos Fidel les diría «No les pedimos que crean, les pedimos que lean”), lamentaban los cambios anunciados por la prensa comercial, creyendo que el capitalismo llegaba a la mayor de las Antillas. Raúl Castro nunca había anunciado nada de eso.
Dos años después (el 2008), en una histórica sesión, la Asamblea Nacional de Cuba lo eligió como sucesor de Fidel en la presidencia del país. Sus palabras fueron: «Asumo la responsabilidad que se me encomienda con la convicción de que, como he afirmado muchas veces, el Comandante en Jefe de la Revolución cubana es uno solo. Fidel es Fidel, todos lo sabemos bien.» Y para que no les quedara ninguna duda a quienes creían que con Raúl la Revolución tendría otro rumbo -distanciándose de las directrices de Fidel-, el nuevo Presidente de Cuba, lo expresó con prestancia: «Solicito en esta Asamblea, como órgano supremo del poder en el Estado, que las decisiones de especial trascendencia para el futuro de la nación, sobre todo las vinculadas con la defensa, la política exterior y el desarrollo económico del país, me permita continuar consultándolas al líder de la Revolución, el compañero Fidel Castro Ruz.»
La Revolución cubana cumplirá sesenta años el 2019, pero sus enemigos -también sus amigos- no terminan de entenderla; no han comprendido ni su naturaleza ni su esencia. Cuba no es un país donde la Revolución se hizo por decreto o por capricho de algún puñado de iluminados, si así hubiera sido, hace mucho tiempo que hubiera implosionado. Como lo ha dicho Fidel muchas veces, en Cuba, la Revolución la forjó el pueblo en auténtica y heroica lucha. Por eso es un pueblo identificado totalmente con su patria; ama y defiende lo que ha conquistado; es una nación llena de dignidad y de coraje. De lo contrario, ¿cómo habría resistido por más de cincuenta años el criminal bloqueo comercial, económico y financiero impuesto salvajemente por Washington?
La pasada semana En Isla Margarita, Raúl en su discurso no se guardó nada, y le dijo al mundo que Cuba “reafirma su incondicional respaldo al gobierno y pueblo venezolanos”; que rechaza “enérgicamente el golpe de Estado parlamentario-judicial en Brasil contra la presidenta Dilma Rousseff”; que “la hermana Colombia tendrá todo el apoyo de Cuba para avanzar en el difícil camino de la implementación del Acuerdo y la consolidación de la Paz justa y duradera que merece su pueblo”; que confía en que “el pueblo de la República Árabe Siria será capaz de resolver sus diferencias por sí mismo, sin injerencias externas dirigidas a promover un cambio de régimen”; que es inaceptable “que todavía el pueblo palestino continúe siendo víctima de la ocupación y la violencia, y que la potencia ocupante siga impidiendo la creación de un Estado palestino independiente con Jerusalén Oriental como su capital”; que se requiere la acción de la comunidad internacional porque “todos los intentos de garantizar la autodeterminación del sufrido pueblo saharaui se han frustrado”; que es solidaria “con la histórica demanda del pueblo puertorriqueño en pro de su autodeterminación e independencia”; que respalda al “reclamo de la República Argentina sobre las islas Malvinas, Sandwich del Sur y Georgias del Sur.” Esa es la voz de Cuba en el concierto internacional de las naciones, ¿qué otro país o gobierno tiene autoridad histórica y moral para habar así?
En ese escenario Raúl ratificó la naturaleza de la Revolución cubana: “Ratificamos la voluntad de sostener relaciones de convivencia civilizada con Estados Unidos, pero Cuba no va a renunciar a uno solo de sus principios, ni a realizar concesiones inherentes a su soberanía e independencia. No va a ceder en la defensa de sus ideales revolucionarios y antiimperialistas, ni en el apoyo a la autodeterminación de los pueblos.”
Fuente: Pensando Américas