David Brooks •  Opinión •  19/10/2016

Sexo, mentiras y cero debate entre Hillary y Trump

Hillary Clinton y Donald Trump sostuvieron su segundo debate –más bien combate– presidencial en medio de la peor crisis de la campaña del republicano. El enfoque no estuvo tanto en la economía, las guerras, la lucha antiterrorista o el cambio climático, sino en el sexo, las mentiras, las videograbaciones y los correos electrónicos.

A un mes de la elección general del 8 de noviembre, y ante un éxodo sin precedente de políticos republicanos de la campaña de su candidato, que incluyen llamados a que se retire de la contienda, como resultado de declaraciones grabadas hace una década que revelan su agresión sexual contra mujeres, Trump necesitaba rescatar su campaña mientras Clinton buscaba hundirlo lo más posible.

El resultado fue un combate inusualmente personal en lo que suelen ser foros civiles –ni la mano se dieron al inicio– donde se evita cuestionar la calidad moral de cada contendiente. Esta noche Trump amenazó con encarcelar a Clinton si llega a la presidencia, mientras ella dijo que él estaba descalificado para ocupar la presidencia por sus comentarios no sólo contra mujeres, sino contra mexicanos, musulmanes y discapacitados, entre otros.

El debate que se realizó en San Luis tuvo un formato diferente llamado town hall, como asamblea del pueblo, en el que los candidatos respondieron preguntas de votantes indecisos que estaban alrededor del escenario y no sólo de los dos moderadores, Martha Raddatz, de ABC, y Anderson Cooper, de CNN.

El asunto de los comentarios de agresión sexual de Trump que han descarrilado su campaña desde el viernes pasado se abordó al inicio. Raddatz señaló que ese tema ha sido el más consultado en Internet de toda la contienda electoral a lo largo de los últimos 12 meses.

Trump reiteró su defensa de que fueron «comentarios de vestidor» y agregó: “no estoy orgulloso de ello… estoy avergonzado. Lo odio”, sólo para de inmediato tratar de desviar la atención hacia otro tema, afirmando que acabaré con el Isis. A la vez, acusó que nadie en la historia de la política ha sido más abusivo de mujeres que Bill Clinton.

Asisten mujeres que han acusado de maltrato a los Clinton

De hecho, como prólogo al debate, Trump sorprendió a todos esta noche al transmitir una breve conferencia de prensa unos 90 minutos antes del gran evento, en la que se rodeó de cuatro mujeres que han acusado anteriormente a Bill Clinton y su esposa de maltrato, incluyendo hostigamiento o agresiones sexuales. Las acciones hablan más fuerte que palabras. El señor Trump podría haber dicho algunas malas palabras, pero Bill Clinton me violó y Hillary Clinton me amenazó, afirmó Juanita Broaddrick, una de las mujeres. Todas después asistieron al debate, donde el ex presidente y su hija estaban entre el público.

Cooper insistió sobre si de verdad había cometido los actos sobre los que hablaba en la videograbación, ya que eso era agresión sexual, pero Trump sólo repitió su defensa de vestidor y continuó desviándose hacia otros temas. Pero subrayó: “yo tengo gran respeto por las mujeres… y las mujeres tienen gran respeto por mí”.

Por su parte, Clinton dijo: “lo que todos vimos y oímos el viernes fue a Donald hablando de mujeres, lo que piensa de las mujeres, lo que les hace a las mujeres… representa justo quién es”. Acusó que ha insultado a mujeres, hizo comentarios denigrantes contra una ex Miss Universo y ha hablado de manera abusiva contra inmigrantes, afroestadunidenses, latinos y otros; eso no es lo que somos. Indicó que con otros candidatos ha tenido diferencias, pero “nunca he cuestionado si alguien es apto para ser presidente… él no está calificado para ser presidente”. Afirmó que como país tenemos grandeza porque somos buenos.

Aunque sí abordaron algunos temas de política –comercio, energía, inmigración, Siria, Rusia y refugiados–, en los cuales los candidatos reiteraron sus posiciones de siempre, lo que marcó la noche fueron los inusitados ataques personales durante más de hora y media de combate verbal.

Esto incluyó tal vez algo sin precedente en tiempos modernos: la amenaza de una persecución legal. En torno al tema del manejo de los correos electrónicos de Clinton cuando era secretaria de Estado, y repitiendo la acusación de que ella destruyó 33 mil de ellos, Trump asombró al afirmar que no pensaba decir esto, pero lo voy a decir, y odio decirlo, pero si gano, voy a dar instrucciones a mi procurador general de poner un fiscal especial para indagar tu situación.

Clinton reviró: qué bien que alguien con el temperamento de Donald Trump no esté a cargo de nuestra ley en nuestro país. Trump replicó: Porque tú estarías en la cárcel.

Ambos intercambiaron acusaciones y repitieron que el otro debe estar avergonzado de sí mismo por varios engaños y maniobras. En una, Trump recordó que Bernie Sanders había dicho que Clinton tenía mal juicio, y añadió que no entendía por qué el ex contrincante se había sumado al bando del diablo, o sea, Clinton. Más tarde afirmó: ella tiene tremendo odio en su corazón.

Un momento que llamó la atención fue cuando una musulmana estadunidense preguntó qué haría cada candidato ante la islamofobia que se ha generado en el país. Trump dijo que primero había que llamar las cosas como son, que hay una amenaza proveniente de terroristas radicales islamitas, y que era responsabilidad de la comunidad musulmana en este país reportar el odio que está ocurriendo.

Clinton respondió que la retórica demagógica de Trump sobre musulmanes no ha sido útil, ya que ha dividido comunidades, y que sus declaraciones son una herramienta de reclutamiento para las fuerzas del Isis.

En cuanto a su posición contra el ingreso de refugiados, Trumpo advirtió que eso era un caballo de Troya de todos los tiempos.

Ambos repitieron sus posiciones sobre Rusia; Clinton afirmó que los rusos han sido acusados de buscar influir en las elecciones estadunidenses y que “Wikileaks es parte de eso” –en su contra a través de los “hackeos recientes”–, mientras Trump lo puso en duda. Ella dijo que estaba dispuesta a confrontar a Vladimir Putin, insinuando que Trump era su aliado. Él reviró que cada vez que algo malo ocurre, ella acusa a Rusia.

Sobre si ha pagado impuestos federales, tema con el que fue golpeado hace una semana, cuando el New York Times obtuvo documentos que indican que era posible que hubiera evitado hacerlo durante casi 20 años empleando subterfugios legales, Trump sorprendió al confirmar que sí empleó la ley para beneficiarse, pero no ofreció mayores detalles.

La última pregunta era sobre si cada uno tenía algo bueno que decir del otro, o algo que respetaban. Clinton dijo: «sus hijos». Él dijo que admiraba que ella «nunca se rinde». Se dieron fríamente la mano y sus jefes de campaña de inmediato declararon que su candidato/a había triunfado.

 

 

David Brooks es corresponsal del diario La Jornada en Nueva York.


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