Estar en la inopia
No podemos pensar sin palabras. Tampoco significamos porque existan significados. Ni afirmamos porque haya afirmaciones. No hay pensamientos, ni significados, ni aseveraciones. Posiblemente lo dicho llame la atención a los que están en la inopia, y están ahí desde hace mucho tiempo, tanto como el necesario para asumir falsas creencias. Si creemos que hay pensamientos independientes de las palabras, sabríamos alguno de ellos, quizá el más elemental. Si admitimos que hay significados, deberíamos tener fuerza para mostrarlos, y si asumimos que en los enunciados hay lo que se enuncia y además lo que se afirma cuando se enuncian, entonces es que estamos tan despistados que ni nos enteramos de lo que decimos, ni vale la pena que lo digamos.
Fue Donald Davidson, The social aspect of language (1994), el que dijo que una palabra significa cuando la comunicación tiene éxito. Si nuestros políticos del gobierno hubieran entendido esta tesis con todas sus consecuencias, posiblemente no vivirían en Babia, y pensarían que tener éxito no es comprender lo que dicen sus discursos, sino que se cumpla lo que dicen.
Nada significa el lenguaje sobre la desigualdad, ni el de la pérdida de derechos y calidad de vida, ni lo que pueda dimanar del Estado democrático y protector, si todo queda, y de ahí no pasa, en la palabra del Borbón o en el frívolo lenguaje del gallego. Lo dicho me hace presumir que estos sujetos creen en pensamientos ‘puros’, en significados y en aseveraciones, y que su educación burguesa proclive a la tradición representacionalista de la filosofía del sujeto y el realismo ingenuo, les ha llevado a creer también que las palabras significan separadas de los acontecimientos.