Carlos de Urabá •  Opinión •  05/06/2017

Un Judas para Maduro

Un Judas para Maduro
Debemos tener la cabeza fría y adelantarnos a los acontecimientos. En Venezuela se viven instantes de gran tensión socio-política que nos hace temer un dramático desenlace. Tal y como ha sucedido en otros casos a través de la historia se espera que aparezca un salvapatrias o una figura providencial que asuma las riendas del poder. Se aguarda la venida de un redentor antes de que el volcán entre en erupción y provoque un terremoto de impredecibles consecuencias. Como es de suponer la facción más revolucionaria de las Fuerzas Armadas es la única capaz de encabezar un gobierno de salvación nacional- quizás apoyada por un sector progresista de la sociedad civil o el PSUV.
 
En un ambiente tan polarizado es difícil un acercamiento entre el oficialismo y la oposición. Lo más seguro es que en las próximas semanas se recrudezcan las protestas, los choques y enfrentamientos. Las manifestaciones son constantes y la represión policial, contundente. Las guarimbas se lanzan a la calle a desahogar su rabia decididas a arrasar lo que encuentren a su paso en un claro intento por desestabilizar aún más al gobierno. Estamos ante una guerra fratricida en la que cada semana aumenta dramáticamente la cifra de muertos y heridos. La destrucción y el caos se apoderan de la mayoría de las ciudades y pueblos de Venezuela que sufren una masacrante espiral de violencia.
 
Una parte de la sociedad representada por la Mesa de Unidad Democrática exige desde hace meses elecciones anticipadas. Es decir, un referéndum revocatorio tal y como está estipulado en las constitución venezolana aprobada en el año 1999. “Que la voluntad popular decida el futuro del presidente Maduro”- replican con firmeza.  Pero estamos ante un callejón sin salida pues el presidente contraataca (la popularidad de Maduro está por los suelos y necesita legitimarse en el poder) y convoca una Asamblea Constituyente que redacte una nueva constitución –que tendrán que aprobar el pueblo-(La oposición ha anunciado que no participará en esta “mascarada”) Derogar la constitución vigente es algo que muchos veteranos chavistas reprueban pues lo ven como una afrenta a la memoria del extinto comandante Hugo Chávez.
 
Si se diera un golpe cívico-militar (chavista) contra  Maduro sin duda alguna que el autor o los autores serían aclamados y bendecidos por la mayor parte de la población. Pasarían a ser considerados como los salvadores y héroes de la patria.  Damos por seguro que en estos momentos el golpe se esté fraguando en los cuarteles o en el mismísimo palacio de Miraflores. Tal vez se le obligue al presidente a que firme una renuncia voluntaria para evitar su derrocamiento y por ende su humillación. El hecho es encontrarle una salida digna y honrosa al autoproclamado “hijo de Hugo Chávez”  Si Cristo fue vendido por Judas (su apóstol predilecto) a los romanos por 30 piezas de plata ¿por qué no puede suceder algo parecido con Maduro? No sería un golpe de tipo reaccionario o fascistoide sino más bien  propiciado por el ala más izquierdista del chavismo en confabulación con distinguidos personajes de la sociedad civil o del partido PSUV. Hay que tomar medidas urgentes si se quieren salvar los principios fundacionales de la revolución Bolivariana.
 
Lo que demuestra esta crisis es que la figura del comandante y jefe Hugo Chávez es irremplazable.  La apuesta por Maduro ha sido un rotundo fracaso pues no ha sabido administrar su herencia.  Y ese  Judas que venda a Maduro -como sucedió con Jesucristo- es alguien muy próximo a su círculo íntimo. Quizás un  oficial de renombre o un disidente de reconocido prestigio que indignado se rebela al contemplar impotente cómo se derrumba la obra del comandante y jefe Hugo Chávez. Está en juego la pervivencia del socialismo del siglo XXI que ha llegado a extenderse por distintos países de Latinoamérica (Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Cuba)  e incluso hasta España con Podemos. Sin olvidar la constitución de organismos tan importantes como el ALBA y la UNASUR.
 
Maduro empieza a ser visto por el chavismo más radical como una figura incomoda y problemática. Se ha convertido en un lastre que hay que sacarse de encima antes de que todo se vaya a pique. Es un elemento ya sin jale electoral obligado a atrincherarse en el Palacio de Miraflores a la espera de que cese esta espantosa tormenta.   
 
Tras el hipotético golpe lo más seguro es que la primera medida que se adopte sea la convocatoria de elecciones libres en un tiempo prudencial. También no hay que descartar una amnistía o la liberación de los presos como un gesto de buena voluntad hacia la oposición. Es prioritario reestablecer la paz social. A ciencia cierta estas elecciones inobjetablemente derivará en el triunfo de la derecha más retrograda y reaccionaria. Lo que significa un largo periodo- tal vez por lustros o décadas-bajo su dominio.
 
¿Quién sostiene a Venezuela? Por paradójico que parezca EE.UU le sigue comprando petróleo al gobierno e, incluso, vendiéndole ante la escasez de crudo. Goldman Sachs también la compra bonos a la petrolera estatal PDVSA que le otorga un respiro ante la grave crisis de liquidez. Una  valiosa contribución del “imperio”que mantiene a flote la maltrecha economía. Con un barril de petróleo por debajo de los 50 dólares la situación se pone bastante peliaguda. Los  que controlan el mercado  de alimentos y materias primas a nivel internacional se niegan a venderle sus productos a Venezuela pues sus impagos se cifran en millones y millones de dólares.  El desabastecimiento es tan severo que obliga a la mayor parte de la población a hacer largas colas en los almacenes de abarrotes o supermercados en un intento por adquirir los productos de primera necesidad. Y así van pasando los años y el panorama no cambia. La rutina diaria no puede ser más desesperante y torturadora. De nada vale el idealismo revolucionario o las consignas de ¡patria o muerte! El pueblo ha perdido la fe y la confianza en el gobierno pues es desmoralizador luchar por la supervivencia en un país que posee  las reservas de petróleo más grandes del mundo. Las expectativas no pueden ser más pesimistas; el déficit público se dispara, la recesión es imparable, la inflación se encuentra por las nubes y el PDVSA al borde del abismo. El sistema corre el riesgo de implosión.
 
Maduro desde la tribuna pública hace un imperioso llamado a su pueblo a resistir la amenaza imperialista. Pero la lucha diaria más bien se da por conseguir un trozo de pan o un vaso de leche. La miseria y la hambruna son los verdaderos enemigos a batir. El acaparamiento de los productos básicos es un flagrante atentado contra los derechos humanos. Los bachateros y especuladores son los principales causantes de esta asonada contrarrevolucionaria. 
 
Venezuela tiene un veto a nivel internacional (principalmente en la OEA y expulsada de MERCOSUR) sus cuentas están bloqueadas y el embargo es un hecho indiscutible. Desde luego que existe una conspiración internacional para destruir la revolución bolivariana. Los opositores cuentan con el respaldo de EE.UU, Colombia y España para consumar sus maquiavélicos planes. Según sus detractores “El castro-chavismo debe ser exterminado de la faz de la tierra” No hay otro camino que el que marcan las directrices del FMI o el Banco Mundial. El imperio capitalista ha decidido apuñalar por la espalda a la revolución bolivariana.
 
Se busca con urgencia un militar chavista de la disidencia o en activo en las filas de las FANB que se sacrifiquen por el bien de la patria.  – La operación  crucificar a Maduro se ha puesto en marcha.  Vamos a ver cuál es el Judas que lo vende al mejor postor.

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