Andreu Llabina •  Opinión •  07/06/2017

Venezuela resiste

¡La lucha sigue carajo!

Viajar a América Latina es ir al otro lado del espejo. Nada, ni siquiera lo más simple es igual que en Europa.

En febrero volví de Venezuela después de estar allí durante tres meses. La impresión con la que regreso es que no nos cuentan lo que allí sucede, nos han engañado. Lo único que puedo constatar es que el país está sufriendo una dura crisis económica.

Venezuela es un país rico en recursos naturales, desde la primera mitad del siglo pasado su economía se basa en la producción y venta del petróleo para el mercado mundial. En 2008 el barril de Brent se vendía a 140$, pero a inicios de 2016 el precio cayó a menos de 30$. La economía del país se vio duramente afectada, pasando de ingresar unos 50 mil millones de $ en 2015 a 4mil millones en 2016.  ¡De 50 a 4 en tan solo un año!

Ser productor petrolero tiene sus riesgos, por ejemplo dejar de producir abandonando la industria para importar todo tipo de productos. Esta cultura conocida como el «rentismo petrolero» ha sido el gran mal venezolano, impregnando toda una sociedad desde mediados del siglo pasado. Esta dependencia absoluta de la producción y venta petroleras hace que en tiempos de bonanza el país sea extremadamente rico, pero en los momentos de crisis la sociedad tenga un shock por las grandes escaseces que sufre.

Tanto la bajada de la producción como del precio del petróleo pueden reducir la entrada de divisas, lo que conduce inevitablemente a la limitación de las importaciones que alimentan la economía y la vida de la sociedad, truncando su progreso. Actualmente hay escasez de medicamentos y de algunos productos como pasta de dientes, pañales y papel higiénico. A todo esto hay que añadir la codicia de los empresarios locales, que prefieren vender sus productos en el extranjero para tener un mayor beneficio, a riesgo de desabastecer a sus compatriotas.

Otro gran problema que supone producir petróleo es la gran entrada de divisas, esto puede fortalecer la moneda nacional y dificultar las exportaciones, este tema lo solucionó con gran habilidad Noruega, introduciendo estos ingresos en un fondo de  inversión propio, generando rentabilidad de esas divisas sin inundar la economía de liquidez permitiendo un crecimiento sostenido del país.

Pero seamos serios, Venezuela no es Noruega y ningún país de América Latina y Caribe se puede comparar con ningún país de Europa Occidental. Los países del primer mundo somos países ricos gracias a haber saqueado los continentes de África, América y gran parte de Asia durante siglos, de aquí nuestra riqueza. No es justo exigirles que tengan el mismo grado de desarrollo económico y bienestar social que nosotros cuando han sido saqueados y no saqueadores.

Es evidente que Venezuela no es un país socialista, es un país profundamente consumista que ahora no tiene posibilidad de consumir. El gobierno está abriendo plazas para la contratación de funcionarios de forma continua, el estado se encuentra en pleno proceso de construcción. Al contrario de lo que podamos pensar, casi no se pagan impuestos, hasta las grandes fortunas venezolanas tienen una presión fiscal inferior a la media del continente americano.

Otro aspecto profundamente sorprendente es la prensa. Normalmente leía El Nacional (opositor, equivalente a la versión ultra de La Razón y el ABC, por cierto, en sus editoriales se llamaba a tomar las armas contra el gobierno), El Universal (opositor, sería el equivalente a El País para los seguidores de Pedro Sánchez y Podemos), Últimas Noticias (chavista, noticias con un enfoque progubernamental) y los periódicos digitales La Patilla y Dólar Today (los dos competían por hacer los titulares más sensacionalistas y agresivos contra el gobierno. Además Dólar Today publicaba diariamente en portada el precio del bolívar respecto al dólar que después se aplica en el mercado negro); recomiendo ver sus versiones online por si lo que he descrito les parece exagerado.

En mi vida hubiese pensado que en Venezuela podría aparecer en una portada un titular que acusara a Nicolás Maduro de narcotraficante, ladrón, asesino, dictador y burro (tal cuál) y al día siguiente el periódico volviera a salir como si nada. En ningún momento noté que faltase la libertad de expresión, lo que sí que pude constatar fueron faltas de respeto por todos lados y acusaciones gravísimas sin pruebas. En Venezuela algo sucede cada pocas semanas.

Lo que más me sorprendió no fue el gobierno, sino la oposición: Es dispar y va desde ex chavistas hasta la extrema derecha paramilitarizada. Todos ellos comparten espacio político dentro de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), la plataforma electoral que ganó la Asamblea Nacional en 2015. Se me hace imposible de entender que en un país con una gravísima crisis económica la Asamblea Nacional esté controlada con mayoría absoluta por la MUD desde hace más de un año y que el 51% de las veces que se han reunido no ha habido quórum por la falta de asistencia de los diputados opositores.

Tampoco entiendo que la primera ley que aprobase esta Asamblea Nacional fuera para privatizar las viviendas públicas construidas por el chavismo, después el Tribunal Constitucional declaró la ley anti-constitucional. El Parlamento también aprobó desacatar la constitución y el abandono del cargo del Presidente, y el Tribunal Constitucional declaró esas sesiones anti-constitucionales y a la Asamblea Nacional en desacato.

Otro ejemplo de este despropósito fue el inicio del proceso de Diálogo entre gobierno  y oposición, dónde actúan de mediadores El Vaticano  y varios ex presidentes, entre los que destaca José Luís Rodríguez Zapatero, finalmente la oposición se levantó de la mesa por divergencias internas. Durante el proceso se acusó a Zapatero de ser chavista y comunista, y la Conferencia Episcopal Venezolana intentó cambiar varias veces al representante del Papa.

La sensación que me queda es que estamos escuchando a quién no debemos, los grandes medios dan voz a los mismos que aquí acusarían a Ada Colau o a Manuela Carmena de tener vínculos con ETA. Hay sectores tanto del chavismo como de la oposición muy sensatos, pero parece que en “El Norte” solo queremos reafirmar unas ideas preconcebidas que dicen que existe un gobierno muy malo que hace todo lo posible para hundir un país, y una oposición muy buena y muy perseguida que cada día lucha por la libertad y los derechos de su pueblo.

Admitámoslo, sabemos muy poco de lo que sucede en América Latina, nos sentimos sentimentalmente muy próximos, pero nuestras realidades son extremadamente lejanas. Si no es porqué sale mal casi ni nos enteramos en 2002 del golpe de estado contra Hugo Chávez en Venezuela, ni del golpe de estado contra Manuel Zelaya en 2009 en Honduras, ni del intento de golpe de Estado contra Rafael Correa en Ecuador en 2010, ni del golpe de estado a Fernando Lago en Paraguay en 2012, ni el intento de golpe de estado contra Nicolás Maduro en Venezuela en 2014, ni del golpe blando contra Dilma Rousseff en Brasil en 2016.

Llenan más titulares y conocemos mejor algunas de las expresiones e insultos que lanza Maduro contra Aznar, Rajoy y Felipe González, que los Gobiernos Latinoamericanos y Caribeños derribados por las clases dirigentes que perdieron el poder en las urnas y lo recuperan a golpe de fusil o por argucias legales.


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