Pensar es hablar
En las conferencias de Cambridge, Wittgenstein y Malcolm disquisicionaban sobre la naturaleza del pensar, qué es pensar. Hay desde siempre la tendencia a defender el pensamiento por sí mismo, como si no necesitase de explicación o aclaración alguna. Lo que pasa con esta posición es que cosificamos algo que solo podemos tratar hablando del lenguaje. Lo contrario sería dar validez a todo tipo de afirmaciones aun siendo las afirmaciones incompatibles entre sí. No sé, me acuerdo de los psicólogos, que le dan al pensamiento un carácter agente, o de los filósofos que lo tratan de manera sustantiva. Se cumple así aquél dicho de -> si sale con barba San Antón, y si no la Purísima Concepción.
Para salir del atolladero no tenemos más remedio que poner ejemplos, y escogemos uno de los coloquios mantenidos durante la charla. Afirma la tradición del sentido común que el pensar precede al hablar y, por tanto, no son lo mismo. William James sostiene que el pensar ya existe cuando se empieza a hablar, pero que no se trata de una cuestión psicológica, sino de una manera de afirmar algo esencial para el pensar. No hay “pensar primero y después hablar”…y de esta guisa continuaban dialogando.
Terminamos con otro ejemplo: consideremos el ejemplo de una caja de herramientas. Decir que un martillo y un destornillador son diferentes los hace parecer más semejantes, ya que sus significados los incluyen en el grupo de las herramientas. Así, afirma Wittgenstein, cuando decimos que pensar no es hablar con uno mismo, decimos que los significados están conexionados, pero esto no quiere decir que haya similitud entre sus significados; y cuando decimos que pensar y hablar no son lo mismo, la diferencia no estriba en que pensar sea una actividad que acompañe al hablar.