Están sucediendo muchas cosas mientras gran parte de la ciudadanía española está, a instancias de los grandes medios de manipulación, sumergida en la búsqueda de soluciones al futuro de Cataluña, al terrorismo y a la delicada situación de Venezuela, soluciones que, dicho sea de paso nunca llegarán mientras sacar a relucir esas realidades tan bien traídas sea el parche mágico que todo lo tapa para el gobierno y demás poderes jurídicos o fácticos.
Una de estas cosas está relacionada con la situación de decenas de saharauis atrapados en una sala del aeropuerto de Barajas mientras la administración busca algún pretexto que no le avergüence para denegar su petición de asilo en nuestro país, petición hecha en base a una de las leyes de las que la burocracia ibérica mas se ha reído y se sigue riendo: la Ley 12/2009, de 30 de octubre, reguladora del derecho de asilo y de la protección subsidiaria.
Y no está el gobierno escatimando en imaginación a la hora de buscar esas excusas. Tanto es así que incluso han intentado tirar de colectivos LGTBI para justificar la expulsión y su consecuente envío al corredor de la muerte de dos de esos saharauis por cometer un crimen tan de lesa humanidad como es, siempre según fuentes oficiales, susurrar entre ellos que el traductor de la policía del aeropuerto “es maricón”.
Así, con cero complejos: fuera de España sin denuncia, sin mas pruebas que un testimonio de parte, sin fiscal, sin abogado, sin juez, sin sentencia y sin recurso, y, lo peor, tratando de justificar el atropello a través de un infumable comunicado en el que entre los firmantes aparecen algunas asociaciones de defensa de derechos LGTBI, quiero creer que engañadas, entre un sinfín de asociaciones y sindicatos policiales.
De traca. Tan de traca que no merecería ni comentarlo si no estuviera conllevado una burla y un intento de instrumentalización del colectivo y los derechos de las personas LGTBI similar al que todos los años realiza el gobierno del Estado de Israel tratando de contrarrestar el holocausto palestino con la celebración del Orgullo de Tel Aviv. Una verdadera VERGÜENZA.
Y no quiero finalizar sin recordar que España tiene una deuda IMPAGABLE con el pueblo saharaui, porque tal vez, solo tal vez, si el rey Juan Carlos para no tener problemas a la hora de suceder a su mentor, Franco, no los hubiera dejado tirados y sometidos por el tirano de Marruecos, a día de hoy seguirían siendo tan españoles como los que los han deportado y disfrutarían de las mismas leyes LGTBI, e incluso podría darse el caso de que los dos expulsados estuvieran casados entre ellos, a saber.
Lo que seguro que no serían es refugiados apátridas pidiendo asilo a quien les condenó a serlo y a vivir en sociedades que educan en el odio. Y las autoridades españolas hubieran sido con toda seguridad igual de indulgentes con ellos como con todos los demás acusados españoles no ya de insultos, si no de agresiones físicas. Acusados que entran por una puerta de las comisarías y los juzgados y salen por la otra.
* área de Igualdad, Feminismos y LGTBI de Podemos Madrid