Omar Pérez Salomón •  Opinión •  24/09/2017

Comunicaciones en huracán

En horas de la mañana del 20 de septiembre de 2002, el Comandante en Jefe Fidel Castro se trasladó a la ciudad de Pinar del Río, tras confirmarse que el huracán Isidore era una amenaza para ese territorio. En el puesto de mando provincial le informan del traslado de 97 000 personas, residentes en zonas de peligro ubicadas en la costa y en la capital provincial.

Allí destacó la labor desarrollada por 27 radioaficionados, cuyas transmisiones fueron la vía para mantener el contacto con los lugares más apartados de la provincia, incluyendo las estaciones meteorológicas. El Comandante recordó que un radioaficionado en el poblado de La Fe se mantuvo transmitiendo en medio de la inundación, mientras el mar avanzaba sobre las 400 viviendas de la comunidad.

Transcurridos 15 años de aquel episodio, el huracán Irma impactó territorio cubano con vientos sostenidos de 285 km y rachas superiores, lo que convierte a este evento meteorológico en uno de los más potentes que se hayan formado en el océano Atlántico. Nuevamente se puso a prueba la vitalidad del sistema de comunicaciones del país con el objetivo de garantizar el mando de los Consejos de Defensa que actuaban en los diferentes niveles y la comunicación de la población por las diferentes vías.

Los fuertes vientos asociados al huracán Irma no solo se empeñaron en dejar su huella devastadora en la infraestructura eléctrica y en las viviendas de una buena parte del territorio nacional, sino que el estrago se sintió también en las comunicaciones telefónicas, radiales y televisivas. Sin embargo, toda Cuba y muchos países conocieron a través de Radio Rebelde detalles de los instantes en que el huracán bordeaba la costa norte de la isla y su recorrido hasta alejarse de Cuba por un punto entre las provincias de Villa Clara y Matanzas.

Solo en el equipamiento de transmisión de la radio y la televisión cubanas se dañaron más de 300 servicios y resultaron derribadas 18 torres. También se afectaron más de 190 mil servicios de telefonía y datos en todo el país. El valor de la comunicación y la información ha quedado demostrado una vez más durante el paso de Irma por tierra cubana. Su conmoción no impidió que se garantizara la dirección en un escenario complejo y la información oportuna a la población. Incluso, conocí de varias personas que siguieron la evolución de Irma conectándose con Radio Reloj a través de su teléfono fijo.

Creo que si los daños en las comunicaciones no fueron superiores se debe a que se ha seguido una acertada política de mantenimiento en la planta exterior de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, ETECSA, y en las torres y antenas de la empresa Radio Cuba en los últimos años, a la creación de enlaces alternativos en muchos lugares, y al desarrollo de una cultura de enfrentamiento a estos eventos en todo el sistema del Ministerio de Comunicaciones.

Un ejemplo de lo anterior se apreció en Cayo Coco, una de las zonas más afectadas. El cable de fibra óptica instalado entre Morón y el Cayo se interrumpió; pero la comunicación se mantuvo a través de un radioaficionado hasta que se activó un enlace alternativo por la vía de Caibarién.

Precisamente, más de 800 radioaficionados que forman parte de la Red de Emergencia de la Federación de Radioaficionados de Cuba, fueron ubicados en lugares apartados y jugaron un rol fundamental en los momentos más críticos en la salvaguarda de vidas humanas y de recursos.

A golpe de inteligencia y muchas horas de trabajo duro se recuperará la capacidad de transmisión de señales de radio, televisión, datos y voz y no quedará una sola comunidad importante de la geografía cubana donde no se haya instalado, aunque de manera provisional, una facilidad de comunicación para la población.

El estrago ha sido grande, lo sabe la gente, porque una red telefónica, un transmisor de radio o de televisión sin servicio es algo que afecta a muchos. Lo que la mayoría ignora es que lo que hoy se hace a toda prisa lleva implícito una cierta visión de futuro. Allí donde antes había un viejo cable, hoy se está poniendo otro de fibra óptica; donde la torre no resistió los embates del viento habrá una solución alternativa hasta que se puedan colocar torres más resistentes.

Solo un pueblo como el nuestro, del cual los comunicadores son parte, es capaz de tal nivel de recuperación y respuesta, porque hay confianza en que nadie quedará desamparado y que la ayuda llegará inmediata y oportuna.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/09/22/comunicaciones-en-huracan/#.Wcdz3bJJYdU


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