Arthur González •  Opinión •  24/09/2017

¿Es el gobierno cubano corrupto?

El debut del presidente de Estados Unidos en la ONU no pudo ser peor, su discurso desborda irracionalidad, proyectándose como un hombre agresivo, belicista y sin cultura histórica, que esputó falsedades ante el mundo.

MartianosDesde que inició su discurso empezaron las mentiras, al afirmar que:

Nuestros ciudadanos han pagado el precio más alto para defender nuestra libertad…

¿Cuándo Estados Unidos fue atacado o invadido y que haya estado en peligro su libertad?

Todo lo contrario, es Estados Unidos quien invade, ataca, bloquea y hace guerras sucias, para coartar la libertad de otros en cualquier parte del mundo.

En sus ataques contra aquellos que no se arrodillan ante el imperio yanqui, calificó al gobierno de Cuba como “régimen corrupto y desestabilizador”, como si la verdad se pudiera tapar con un dedo.

¿Quién es el país de más corrupción en el mundo actual?

Sin dudas Estados Unidos, donde la supremacía del consumo de drogas no tiene parangón, pero jamás se conocen noticias de la detención de líderes de ese tráfico interno, que destruye anualmente millones de jóvenes

¿Dónde se esconden los magnates de la droga en Estados Unidos que nunca son detenidos?

Al parecer Trump, desde su lujoso penthouse cubierto de oro, no tiene tiempo, ni interés por conocer que sucede en su país.

Un repaso de la verdadera situación en Estados Unidos, referente a hechos de corrupción, le vendría bien para medir sus palabras cuando pretenda atacar a otros.

Donald Trump debe saber que en 1970 Joseph Andonizio, alcalde de Newark, Nueva Jersey, fue condenado por permitir que el crimen organizado actuara libremente en su ciudad.

El que fuera vicepresidente de Estados Unidos, Spiro Agnew se vio obligado a renunciar al cargo en 1973 por evasión fiscal.

En 1979, el gobernador de Tenneesee, Ray Blanton, fue sancionado a dos años de prisión por obtener dinero, a cambio de otorgar licencias fraudulentas para vender alcohol.

¿No recuerda Trump, el escándalo nacional e internacional ocurrido en 1987, motivado por el suicidio ante las cámaras de televisión del tesorero de Pensilvania, Budd Dwyer, cuando se disparó un tiro en la boca, después de ser declarado culpable de aceptar un soborno en la concesión de contratos?

¿Habrá olvidado que, en el 2002, Edwin, gobernador de Luisiana, fue declarado culpable de 17 cargos de pandillerismo y otros delitos por repartir favores a cambio de dinero?

Ese mismo año, el representante federal por Ohio, James Traficant, fue condenado a 7 años de prisión por el mismo delito de pandillerismo y otros delitos más.

Lo mismo sucedió con el representante federal por Kentucky, Carroll Hubbard, tras declararse culpable por incumplimiento de la ley de financiación política.

La lista de sus corruptos es larga y vale la pena recordarle al Presidente, otros casos como el del alcalde de Miami Beach, Alex Daoud, sancionado en 1991 por los delitos de soborno.

Al igual que el gobernador de Illinois, George Ryan, fue declarado culpable de 22 cargos de pandillerismo, soborno, lavado de dinero y otros delitos conexos, y también del gobernador de Illinois, Rod Blagojevich, sancionado a 14 años de prisión por 17 cargos relacionados con corrupción pública.

Duke Cunningham, en el 2005, cuando era representante federal por California, se declaró culpable de fraude postal y evasión de impuestos, entre otros cargos, para evitar una condena más alta y aun así fue condenado a ocho años de prisión.

Kwame Kilpatrick, alcalde de Detroit, fue condenado a 28 años de prisión en el 2013, por pandillerismo y muchos otros delitos, mientras la ciudad de Detroit se hundía en la miseria.

En igual fecha era sancionado por múltiples cargos de corrupción, el representante federal por Illinois, Jesse Jackson.

Ahora está siendo procesado el senador por New Jersey, Robert (Bob) Menéndez, miembro de la mafia anticubana, por corrupción y participar en orgías en República Dominicana, empleando dinero y medios del gobierno para favorecer a un amigo empresario.

En el Índice de Percepción de Corrupción, que elabora Trasparencia Internacional, Estados Unidos se ubica en el puesto 16 del ranking mundial, por delante de Irlanda, Japón y Francia.

Datos obtenidos por el Departamento de Justicia yanqui, valoran que durante las últimas dos décadas alrededor de 20 mil individuos han sido condenados por corrupción, incluidos funcionarios públicos, y más de 5 mil están en proceso de instrucción penal, de ellos la mayoría son funcionarios de gobiernos locales y estatales.

En Estados Unidos es común que funcionarios gubernamentales acepten beneficios privados en forma de efectivo o regalos, a cambio de favorecer a individuos o grupos, como es el caso del senador Bob Menéndez.

De igual forma, recibir contribuciones para las campañas políticas o apoyos a cambio de garantizar ciertos beneficios específicos, a través de acuerdos explícitos o implícitos, es otra de las modalidades delictivas en Estados Unidos, aunque su millonario Presidente insiste en hacerle creer al mundo que son ejemplo de la observancia a los derechos humanos, campeones de la paz, respeto a la soberanía y la dignidad.

El mundo debe estar al tanto de la verdad de lo que ocurre en Estados Unidos, algo que la prensa oficialista denuncia poco, como es la lista confeccionada por los académicos Dincer y Johnston, para la Universidad de Harvard, y los datos de la Universidad George Mason, en los cuales se prueba que entre los estados más corruptos están Kentucky, Illinois y Nueva Jersey.

No por gusto Bryan Weaver, destacado activista del partido demócrata, afirmó:

“Los políticos de Washington han desarrollado una sofisticada cultura de la corrupción, dentro de la modalidad de “dejar pasar” eventos neurálgicos de la política norteamericana”. En otras palabras, el “lapsus ético” está a la orden del día”.

Cuba no tiene de que avergonzarse, las campañas tejidas por Estados Unidos solo pretenden deformar una realidad que no soportan, y por eso sus permanentes planes para destruir su obra.

Razón tenía José Martí cuando dijo:

No hay cosa que resalta tanto una obra como la injusticia palpable del que la tacha”.

*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.

Enviado por el autor a: MartianosHermesCubainformación


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