Isabel Almagro Franco •  Opinión •  10/05/2018

El papel de la mujer en la II República

El telón de acero que ha supuesto el franquismo en nuestro país ha sepultado a la Segunda República española en el más absoluto olvido y en la amnesia intencionada, relegando e invisibilizando un periodo de nuestra Historia al que debemos muchos de los avances en los derechos y las libertades que hoy gozamos. Uno de los avances fue sin duda en la consideración y en los derechos de la mujer, como el voto femenino, por ejemplo, la punta del iceberg de una serie de libertades propiciadas por el Estado y reclamadas por las distintas organizaciones, que supusieron todo un logro para el progreso femenino, la cultura y la integración al mundo laboral. Quitar el tupido velo que cubre este, sin duda, esplendoroso periodo, en materias de progreso y democracia, es de justicia, ya que estos avances fueron frenados y sepultados junto a las fosas comunes de la memoria con el único objetivo de borrar todo aquello que supusiese una libertad, una evolución democrática y un derecho emancipador del ser humano. De este modo, el papel de la mujer en este periodo, supuso una nueva visión y consideración de la misma en una evolución progresiva en materia de igualdad sin precedentes en otros periodos de nuestra Historia. Así, a las expectativas educativas y laborales que se le ofrecen, los  derechos que se les garantiza, el nuevo marco jurídico que las considera y  los cambios que experimenta su vida cotidiana, supusieron una ruptura con el pasado y la esperanza de un mundo mejor para el sexo femenino. La República permitió que se tomaran algunas iniciativas que daban protagonismo a las mujeres. Unas fueron de carácter legal y tuvieron sus repercusiones en el ámbito político, educativo o laboral.  Esto  supuso una verdadera revolución para las mujeres desde el punto de vista legal encaminado a lograr la igualdad social y política entre hombres y mujeres. Así, las mujeres pudieron salir de la esfera de lo doméstico hacia la vida pública. Clara Campoamor  Victoria Kent, y la socialista Margarita Nelken,  fueron las tres primeras mujeres que accedieron al Parlamento. El voto femenino,  tardó algo más en conseguirse, En este sentido, es bastante conocido el esfuerzo que hizo la diputada Clara Campoamor por conseguirlo. Esto propició que las mujeres pudieran  tomar parte activa en la vida política, participando en los mítines, afiliándose a los partidos y en definitiva, siendo parte activa en la vida política del país.

Con el advenimiento de la II República se intenta mejorar las altas cifras de analfabetismo en nuestro país, así  un avance significativo para la mujer en esta época fue la integración en la educación, uno de los pilares de la nueva República, que apostó por un ambicioso proyecto de reforma educativa basado en una pedagogía novedosa y las ideas educativas del socialismo histórico, el punto de partida más sólido para la construcción de un nuevo país.  A lo largo de la corta evolución de la República se observó el aumento del número de mujeres a la enseñanza. Además, el magisterio y su desarrollo como eje fundamental de la educación republicana, permitió que las maestras tuviesen un papel fundamental en la educación de este país y ejercieran un rol muy importante para el desarrollo de la mentalidad y la cultura. Además la apuesta del Estado por una educación laica, reforzó aún más la igualdad y la emancipación de la mujer.

 Las mujeres tomaron parte activa en los movimientos obreros y en las huelgas, sobre todo en sectores donde su participación fue muy significativa.  Así, en 1932, el 97,1% de las obreras participaron en huelgas junto con el 95,2% de los obreros, la mayoría  en el sector textil, confección, alimentación y tabaco, sectores donde predominaba la mano de obra femenina. Su participación en los sindicatos fue aumentando. Al principio  de sindicatos católicos, pero conforme su lucha fue aumentando empezaron a formar parte de sindicatos obreros, reforzándose el papel del sindicalismo de clase. Respecto el acceso a la vida política, la mujer se afilió a los distintos partidos y organizaciones según su ideología. Entre las organizaciones de izquierdas destacan AMA y Mujeres Libres. La primera fundada en 1933, cuya presidenta del Comité Nacional fue Dolores Ibárruri y la segunda Mujeres Libres se funda en abril de 1936, su principal líder era Federica Montseny. En julio de 1934 se sientan las bases de la organización Mujeres Antifascistas, que funcionó hasta 1936. Otra reforma muy avanzada de la República fue la ley del divorcio aprobada el 2 de marzo de 1932. De nuevo, Clara Campoamor fue una de los que defendieron la necesidad de legislar sobre el divorcio. De este modo, en esta sociedad se dio un gran paso de la mujer tradicional a la mujer moderna. En los años veinte había surgido un nuevo arquetipo de mujer urbana entre las clases acomodadas que se afianzará en los años treinta. Este modelo fue divulgado en la prensa de la época y sobre todo en la revista Blanco Y Negro. Eran mujeres independientes que han sido recientemente estudiadas y rescatadas del olvido en las que se las había sepultado tras la guerra civil y el franquismo. Son  transgresoras y desafiantes, lo que provocó las críticas de gran parte de la sociedad. Ante todos estos avances, algunos más tímidos y otros más contundentes, destacaron en este periodo una serie de mujeres que por su carácter independiente y emancipador, por su valentía o por su talento, representaron en diversos campos un modelo de evolución y un paso decisivo hacia la modernidad.

Entre estas vamos a destacar a algunas,  ya que destacarlas a todas es más una labor investigadora de carácter profundo. Junto a Clara Campoamor, Victoria Kent o Federica Montseny a las que ya hemos aludido, destacan también Dolores Ibárrurri, a quién nos hemos referido al hablar de AMA y que tendrá un papel destacado durante el desarrollo de la guerra civil y Margarita Nelken, escritora, crítica de arte y diputada por Badajoz así como la impulsora de la creación de la JSU (Juventudes Socialistas Unificadas). En el ámbito de la cultura destacan también María Zambrano, ensayista y filósofa española. Discípula de  Ortega y Gasset y una de las figuras capitales del pensamiento español del siglo XX y María Teresa León, escritora, que perteneció a la Generación del 27, teniendo un papel decisivo al participar  en la Junta de Defensa y Protección del Tesoro Artístico Nacional que trasladó las obras de arte del Museo del Prado y de El Escorial. También es de destacar dentro del mundo de la cultura a la pintora Maruja Mallo, una artista vanguardista que tuvo un papel destacado en el campo del surrealismo.

 Algunas  representaron un papel destacado en la investigación, las artes, la cultura o la política, y otras aún anónimas,  han quedado sepultadas en el olvido y la desmemoria. Sirva este artículo para hacerles un pequeño homenaje a quién debemos, sin duda, muchos de los logros y avances, derechos y conquistas que podemos disfrutar hoy en día. Todas estas mujeres, tanto conocidas y relevantes en la vida pública, como desconocidas y anónimas, contribuyeron de forma decisiva a crear un mundo mejor. Silenciadas por la Historia y relegadas, representaron un sueño de modernidad y avances sin precedentes en la Historia de nuestro país. Que ni sus nombres ni sus hechos se borren de la Historia y sirvan para seguir avanzando y evolucionando hacia una igualdad real cada vez más palpable y certera.


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