La presidencia de Trump: una amenaza para los valores democráticos
En enero del pasado 2017, Donald Trump se convirtió en el 45 presidente de los Estados Unidos, con un programa que fue calificado por diversos sectores como racista, xenófobo, y representante de las ideas reaccionarias de la denominada América profunda, un hecho que provocó una gran polarización y división de la sociedad americana. Mujeres, población afroamericana o lgtbi salieron a las calles durante las primeras semanas a denunciar que se trataba de un presidente que no les representaba, entre otras cuestiones porque el complicado sistema electoral americano hizo que llegara a la Casa Blanca pese a no haber ganado en votos las elecciones.
En el exterior, Donald Trump fue percibido como un personaje estrafalario que pronto sería domesticado por el sistema y se vería imposibilitado de aplicar su programa político. Apenas transcurrido un año y medio de presidencia, los peores presagios se van convirtiendo en realidad y el mundo asiste a una escalada de medidas que fomentan una creciente tensión en las relaciones políticas internacionales: alineamiento con la política genocida del estado de Israel, medidas económicas proteccionistas que nos dirigen hacia una guerra comercial entre potencias, nueva carrera de armamentos, etc. Otras medidas han sido la renuncia al acuerdo con Irán sobre la desnuclearización, el abandono de la UNESCO, el Acuerdo de París sobre el cambio climático o el pacto impulsado por Naciones Unidas sobre migración y refugiados.
Durante su campaña electoral Trump mostró actitudes claramente racistas hacia los pueblos de América Latina con frases despectivas o la amenaza de construir un muro en la frontera con México para contener las migraciones ilegales.
Con respecto a las migraciones, Trump ha tomado varias y polémicas decisiones, alguna de las cuales ha sido rechazada por los propios tribunales americanos. En abril de este año se puso en práctica la decisión de separar a las familias emigrantes ilegales con internamiento diferenciado para adultos y menores que, de este modo, eran separados de sus progenitores.
La denuncia de una ONG que ha filtrado imágenes y grabaciones de menores llorando mientras reclamaban volver con sus padres o encerrados en lo que parecen ser verdaderas jaulas para animales ha desatado una reacción de rechazo e indignación internacional que ha obligado en pocas horas a rectificar la medida.
Desde la Confederación Intersindical (CI) consideramos estos hechos como inaceptables. Queremos mostrar nuestro más profundo rechazo hacia unas decisiones políticas que niegan los Derechos Humanos fundamentales. Llamamos a reforzar la lucha contra el racismo y la xenofobia de estado y a incrementar la fraternidad entre los pueblos y la clase trabajadora del mundo. En la época del neoliberalismo debemos luchar por defender nuestros derechos y valores, que ofrecen una salida de dignidad a los pueblos del mundo frente al recorte generalizado de libertades y el empobrecimiento de los sectores populares.
Asimismo, creemos que desde los poderes del Estado deberían tomarse decisiones que muestren claramente el rechazo a lo que representan las políticas de Donald Trump. En este sentido vemos con consternación que en el reciente viaje real, solo hayamos visto fotos protocolarias y ningún reproche que permita marcar marcar distancias con este personaje.
Confederación Intersindical
21 de junio de 2018