El mundo de Alberto, o de cómo cuidar a la Argentina ante Donald
“¿Es posible ver la sombra de Donald Trump dentro del libro que desnuda a ese otro Donald, el plumífero?
Por cierto que muchos valores que impugnamos en nuestro libro –la codicia, la ultra-competitividad,
la sujeción de las razas más oscuras, la desconfianza
y desprecio hacia los extranjeros (mejicanos, árabes, asiáticos),
-todo ello edulcorado en un himno constante a una felicidad inalcanzable-
anima a cantidad de entusiastas de Trump”.
Ariel Dorfman (argentino-chileno) autor junto a Armand Mattelart (belga) del clásico setentista
“Para leer al Pato Donald: Comunicación de masas y colonialismo” (1972)
Los autos circundaron el Zócalo, esa infinita Plaza de la Constitución diseñada en el lugar exacto que ocupaba el centro de Tenochtitlán, capital del imperio Mexica hasta que Hernán Cortés lo destruyó todo, en especial las vidas de mujeres, hombres y niños, en nombre de la corona de Castilla y de la ambición que caracteriza a los imperios, incluso en sus formatos actuales. Se detuvieron frente al Palacio Nacional que aloja las oficinas presidenciales, hoy ocupadas por Andrés Manuel López Obrador, construido sobre una parte del palacio de Moctezuma Xocoyotzin, el gobernante derrotado, y la comitiva entró por el portal lateral.
El visitante, Alberto Fernández, mandatario electo desde el 27 de octubre por la ciudadanía argentina, habrá sentido el impacto que genera el mural de Diego Rivera, estampado sobre el cubo de la escalera principal, cuando su anfitrión, Andrés Manuel López Obrador, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos desde el 1 de diciembre de 2018, lo condujo del brazo hasta el lugar.
Durante 22 años el pintor se dedicó a narrar la epopeya del pueblo mexicano, para que todos la conozcan y nadie la olvide, a través de imágenes dirigidas a una población en ese momento mayormente analfabeta. El fresco monumental transita desde la cultura tolteca prehispánica y las enseñanzas de artes, oficios y leyes justas por parte del sacerdote Quetzalcóatl; atraviesa la decadencia posterior a la conquista, el daño causado a través de las armas, de la evangelización y la Inquisición, hasta la transformación de una sociedad capitalista en una socialista, por medio de la lucha armada de campesinos y obreros contra las burguesías mexicana y extranjera, con el remate de la imagen de Carlos Marx señalando, a través de un campesino, un obrero y un militar, el proceso de igualdad que, según el filósofo y economista y el propio pintor, posibilita la construcción de un Estado socialista que beneficie al pueblo.
Después, a los bifes, más bien a las enchiladas presidenciales, deleite de ese dirigente de 65 años, nacido en Tepetán, en las honduras del estado de Tabasco, que a todos convida sin preguntar si “gustan” de ese plato elaborado con tortillas de maíz bañadas en alguna salsa picante y rellenas o acompañadas de carnes de pollo, pavo, cerdo o vaca o de queso, en este caso con un huevo frito y regadas con café y agua fresca.
El diálogo previo, pactado en 40 minutos y estirado a 70, fue privado, sin agenda ni protocolo, ya que Fernández tomará posesión del cargo recién el 10 de diciembre, Ni el argentino propuso la construcción de un “espacio progresista” regional, ni López Obrador se refirió a la posibilidad de revisar los vínculos comerciales, con la idea de recrear algunos mecanismos que funcionaron en el pasado, sobre todo en lo referido a la fabricación automotriz. Para eso están los ministros, vigentes o futuros, sin ir más lejos, el canciller Marcelo Ebrard, Juan Tomás Monegro, viceministro de Desarrollo Industrial, y el Subsecretario de Industria y Comercio, Enrique Acevedo, por el lado mexicano; Felipe Solá, Cecilia Todesca y Matías Kulfas por el argentino, que tuvieron sus reuniones con quienes correspondía, y no de apuro sino planificadas.
Los bifes son argentinos, los porotos…
Los mensajes positivos comenzaron horas antes, cuando López Obrador aprovechó su «mañanera» rueda de prensa de las 7, antes de arrancar su jornada de trabajo, para adelantar que su gobierno procurará “ayudar en la adquisición de bienes que se producen en la Argentina, para que el pueblo de Argentina con su nuevo gobierno enfrente la crisis económica y pueda haber crecimiento y bienestar”.
Fernández reconoció durante su propia conferencia de prensa en que los medios mexicanos lo trataron como el presidente inminente de un país de peso regional y los enviados argentinos como a un agente de bolsa con información calificada sobre la duración del “cepo” macrista a las divisas masivamente fugadas hasta el día mismo de la derrota electoral de Cambiemos. La muestra nimia del absurdo intencionado estuvo en la repregunta sobre ese tema formulada por Clarín para insistir con la duda de La Nación y buscar la tapa de la jornada. El enviado recibió la réplica de Fernández, el profesor universitario que deberá ir dejando en el claustro, y que no se privó de un “no quisiste entender” alusivo a la responsabilidad de Macri en la pavorosa fuga de divisas, en corresponsabilidad con el FMI, que la financió con préstamos que ahora deberá pagar el gobierno de Fernández, el presidente.
«Queremos volver a poner en valor esa relación en materia automotriz, de autopartes, pero fundamentalmente de carnes y producciones locales de Argentina, como la producción de porotos negros, (de los) que México es un gran demandante», con esa frase sintetizó la parte económica de la visita; sencilla, pero que abre las puertas a realineamientos comerciales en la región, empezando a trazar un eje Argentina-México que puede cambiar la tónica de la tradicional sociedad mercosureña Brasil-Argentina. Las cuestiones arancelarias y los costos logísticos se encargarán de darle aire a la alternativa o de frenarla, sin ignorar que las corporaciones tienen capacidad para calmar al más desorbitado.
El presidente electo sabe que, ya de regreso en Argentina, deberá avanzar en las puntadas finales a su propuesta de negociación de la impagable deuda contraída por la gestión saliente ante el FMI. De hecho, este viernes en Miami Guillermo Nielsen, uno de los técnicos a cargo de la preparación de papeles sobre el tema -como también de la propuesta vinculada al formato de explotación internacional de Vaca Muerta-, estará sentado junto a Alejandro Werner, el argentino de nacionalidad mexicana, hijo de un amigo de José Ber Gelbard y de David Graiver que, por obvias razones debió exilarse, y hoy tiene un hijo que es director gerente del Fondo para el Hemisferio Occidental.
El ex jefe de Gabinete del gobierno que logró la renegociación de deuda más rotunda de la historia económica aterrizó sobre los 2,250 m de altura del DF mexicano con la carta bajo la manga que acababa de entregarle el mismísimo Donald Trump, cuando lo felicitó en especies y, junto al apretón simbólico de manos, le regaló un “he instruido al FMI para trabajar con usted. No dude en llamarme”. Es difícil saber hasta dónde está dispuesto a llegar el presidente de la principal potencia regional, pero todos saben, incluso Fernández, Kulfas y Nielsen, que el magnate no es hombre de detenerse ante estatutos y, al menos ante un pedido de Mauricio Macri, hizo que los representantes de su país forzaran la violación de las normas y obligaran a entregarle la mayor suma ofrendada a un gobierno en toda su historia: u$s 98.600 millones, de los cuales el actual gobierno argentino ya embolsó 93.200, que destinó a anclar el “dólar electoral” con el que intentó sin suerte retener la Presidencia.
La situación es diferente, las autoridades entrantes ni quieren más deuda, ni hablan de quita de intereses, menos aún de capital, eso sí, le huyen a las “facilidades extendidas” que condicionan la economía local y la “ajustan” hasta el ahogo. Apenas asumidas demandarían la aprobación de un plan de pagos extendido y con una moratoria relativamente corta. De hecho, durante su rueda de prensa Fernández reiteró su reclamo de reflexión al Fondo sobre la situación en que quedó el país, de la que lo considera co-responsable, y reiteró que «no se puede seguir ajustando a la sociedad argentina».
Sin necesidad de violar nada, la representación estadunidense podría subirse al plan de la nación sudamericana; su inminente presidente tiene el número telefónico necesario para solicitar ese avance. Pocas semanas atrás, casi en silencio, había recibido el apoyo de los gobiernos de España y Portugal para influir sobre sus poderosos pares europeos, molestos con la “blitzkrieg” trumpiana sobre un organismo que, aunque esa vez no lo pareció, es multilateral. Incluso el francés Emmanuel Macron se muestra entusiasmado con el recambio argentino y su posición puede ser vital para sumar a la alemana Angela Merkel a un consenso fondomonetarista de apoyo al reperfilamiento.
En el avión de Aeroméxico que lo devolvió al Sur, entre los regalos recibidos Alberto Fernández traía también el compromiso mexicano de acompañar sus reclamos ante el Fondo. Lo expresó ante la prensa al reconocer que «El apoyo que puede dar es mucho», porque tiene un asiento en el directorio del organismo, al tiempo que integra un mercado común con Estados Unidos y Canadá. Además de las potencias más pesadas, empezando por EE UU -cuya mano, con sólo levantarse en el directorio ya suma el 16.90% del total-, siguiendo por Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, China, Arabia Saudita y Rusia, cuyo poder de voto también se relaciona con sus aportes, y culminando por las 16 “sillas” divididas entre los 190 países restantes. México comparte la suya con España Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, España y Venezuela, y el peso del sufragio conjunto de ese grupo es de 4.66%.
La energía del lenguaje inclusivo
Alberto Fernández tiene la virtud moral de tener el defecto político de decir las cosas que piensa en el momento en que se le ocurren. En los arranques de su carrera hacia la Rosada, por ejemplo, aseguró que no está de acuerdo con generar ninguna medida que aligere la situación de los presos del gobierno kirchnerista, solicitó, eso sí, que los jueces actúen correctamente, y consideró que deberían revisar aquellas causas en las que no se haya respetado las normas del Debido Proceso. Levantó un polvazal de rechazo a cualquier medida de “perdón” que jamás propuso.
En la tarde cargada de smog de la Ciudad de México y ante el reclamo de la prensa connacional ávida de primicias que ya fueron anunciadas desde hace semanas, una vez más debió referirse a las tarifas energéticas. «Con la carencia de dólares que tiene (la economía argentina) no puede ser que las tarifas sigan dolarizadas cuando el resto de la economía no lo está. He dicho que desde el primer día debe ser revisado”, sentenció el presidente electo.
Cerró la idea al decir que “todos tenemos que hacer un gran esfuerzo, digo todos y todas”, una vez más eludió eufemismos y apeló a la ironía para dejar en claro que el femenino de la frase aludió a “las energéticas”, en su mayoría a cargo de amigos presidenciales, incluso de “prestanombres” que deberán ser investigados por la Justicia y que, en tres años embolsaron más de u$s 4.000 millones, en ganancias que condujeron a la mayoría a la pobreza, la miseria, el frío y hasta el endeudamiento para pagar sus facturas.
Una traza internacional
A lo largo de la campaña electoral y luego de elegido, Alberto Fernández mostró que uno de sus fuertes es la gestualidad, incluso más que los mensajes formales. En lo nacional fue poniendo en primer plano sectores de la producción y las economías regionales con viajes a distintas provincias y localidades; ubicó a los gobernadores amigos como polea de transmisión federal de su inminente gobierno; precisó su relación de afecto y complementariedad política con su compañera de fórmula, la vicepresidenta electa Cristina Kirchner.
Sus primeras visitas internacionales no fueron al centro del capital financierizado de Wall Street, al que todos le sugerían que viajase y eludió el abrazo del oso petrolero que pretendió trasladarlo hasta su guarida de Houston, antes de su asunción, para que explique sus planes sobre el yacimiento y, de paso, empezar a condicionarlo, de la mano de Chevron, una de las corporaciones que pisan fuerte en Vaca Muerta.
Cruzó el charco para reunirse con el ex presidente uruguayo José “Pepe” Mujica y atravesó las paredes del cuartel de la Policía Federal en Curitiba, para visitar al encarcelado “Lula” da Silva y fue una de las dos figuras presidenciales de la región que primero saludó el triunfo electoral de Evo Morales en la plurinacional Bolivia, en pleno intento desestabilizador por parte de Washington, y en contra de la postura del gobierno de Macri. En Madrid y Lisboa mantuvo reuniones con primeros ministros con ideas diferentes a las del FMI… Como presidente electo al primer “colega” al que abrazó fue a López Obrador. Trazó un camino.
La Cancillería de un probable Felipe
Mientras Fernández arrancó su construcción internacional en México y con buen pie, quien a la fecha es el elegido para sostener esa ingeniería desde el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, Felipe Solá, también debutó en aquellas tierras; fue uno de los dos acompañantes de su jefe en la reunión con López Obrador, la otra fue Cecilia Todesca, mientras el resto de la delegación seguía disfrutando de los murales de Rivera que cubren gran parte de las paredes del inmenso palacio de gobierno. Además, tuvo una de las primeras frases dignas del representante de un país cuyo futuro mandatario pretende soberano; aseguró que «Nosotros no vamos a modificar nuestra visión sobre temas que tenemos definidos, y Venezuela es uno de ellos, por la deuda con Estados Unidos».
Antes de partir, había empezado a sentir los cercanos perfumes de la diplomacia vernácula. Algunos funcionarios de carrera, sobre todo los designados de último momento por el saliente y carente de sentido de la oportunidad Jorge Faurie, que lo mandó a “aprender a hablar”, buscan el padrinazgo de diputados massistas para que los sostengan al frente de importantes representaciones del país. Otros, tras años de entusiasmo oficialista, creyeron ganar puntos cantando la Marcha Peronista, casi con los bríos de Hugo del Carril, cuando, por razones poco convincentes, el retrato de Eva Perón fue bajado desde el hall del Piso 3, correspondiente a la Dirección de Ceremonial, hasta el primer subsuelo, junto al local gremial de la UPCN por el que no hay embajador que circule.
Con su mezcla simpática de ruralidad y Nacional Buenos Aires el ex gobernador también recibió a un grupo de diplomáticos de diferente rango que, durante los años recientes no disimularon su rechazo a las decisiones de la primera jefa macrista de la Cancillería, Susana Malcorra, y de su sucesor. Sin embargo, durante el encuentro no creyeron adecuado avanzar sobre lineamientos de política exterior -apenas algún comentario inevitable acerca de Brasil y su mandatario- y relataron sus problemáticas profesionales, incluyendo traslados, y la crisis administrativa del organismo, que debe las cuotas anuales que le corresponden ante diferentes organismos internacionales, incluida la ONU.
Fuera de tales roscas o de aquellos encuentros, Solá -y el propio Fernández, aún siendo candidato- también han recibido informes de otros grupos, tal vez menos interesados en futuras designaciones. Por esos canales poco formales el hoy Presidente electo supo que Mauricio Macri rompería relaciones con el presidente Nicolás Maduro casi en simultáneo con la propia Cancillería, operadora de las órdenes de la Casa Rosada. Algo semejante sucedió con los estudios bolivianos sobre vías alternativas para el traslado de sus exportaciones y hasta de la existencia de un memorando de entendimiento secreto con el Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos firmado por una de las dependencias del Ministerio sin nivel para hacerlo.
Cuando la nueva lógica exterior del Frente de Todxs se imponga, a juicio de algunos de los funcionarios que tienen a su cargo temas de importancia regional, el nuevo jefe encontraría a “la Casa” en una situación teñida por una serie de falencias:
- Pérdida de peso específico, a partir de que su responsable no intervino en la toma de decisiones que se giraban directamente desde la Rosada. Sus funcionarios, formados de manera específica y fogueados, debieron aceptar su conversión en meros redactores de carpetas de dudosa utilidad. Uno de los casos más destacados fue el informe preparado por la Consejería Legal, contrario a la legitimidad del reconocimiento del autodenominado “presidente designado” de Venezuela, Juan Guaidó, y el caso omiso que mereció la recomendación.
- Carece de las competencias para encarar las tareas que requiere el Comercio Exterior, tanto a nivel central como en las embajadas, reducidas a la representación política y cultural.
- Perdió las estructuras destinadas a la relación con los pueblos de la región y con la sociedad civil argentina, anteriormente a cargo de la Representación Especial para la Integración y la Participación Social (REIPS), encargada de coordinar el Consejo Consultivo de la Sociedad Civil y la Dirección de Proyectos de Integración Ciudadana
- Con el área destinada a las problemáticas de género degradada a una simple unidad dentro de la Dirección General de DDHH, en reemplazo de la anterior Dirección de la Mujer.
- También hay heridas, de las y los cesantes por sus posiciones pasadas, hibernando en sus casas, ascensos postergados y, tal vez en primer lugar, las de un actor invisible: trabajadoras y trabajadores no diplomáticos que, al camino por el desierto del empleo público con recortes salariales, se les agrega el desprecio de muchas y muchos “profesionales” del ramo.
A ese panorama estructural, que la futura gestión de las Relaciones Exteriores ya analiza, se le agrega una división ideológica de fondo en el seno del cuerpo, incluso más pronunciada que la de comienzos de siglo, en la que el Consenso de Washington y los tratados de Libre Comercio se enfrentaban a las concepciones de construcción de una Patria Grande. En los últimos cuatro años la superficialidad macrista de la relación “personal” de Macri con Donald Trump -confundida con un “trato especial” con EEUU-, las cumbres G-20 y Organización Mundial del Comercio (OMC) y un supuesto ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), hicieron que determinados sectores del Palacio San Martín abrazaran el sueño de un “regreso al mundo” del que el país nunca se había ido, y de exhibición de joyas que resultaron de cartón piedra.
Frente a ese “mundo” está el que parecen resucitar Alberto Fernández, Cristina Kirchner y sus equipos, el de la integración regional y la autonomía en la toma de decisiones, el del fortalecimiento de los organismos regionales y subregionales libres de imposiciones intervencionistas y de los intereses de los grupos económicos que operan desde Washington.
Algo de todo eso se escuchó en México.
Carlos A. Villalba es Periodista y Psicólogo argentino. Investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico