Un rey meritísimo por corrupto quiere comprar impunidad en República Dominicana
Las monarquías no deberían existir después de su larga y cruel historia. Ni siquiera como adorno o injertos al interior de las llamadas democracias capitalistas.
En la transición de la tiranía de Francisco Franco a la democratización de España, un pacto entre las fuerzas liberales, conservadoras y de izquierdas, la incorporó a la institucionalidad española post-franquista.
Incorporó a estamentos de poder un Rey y una nobleza previamente convertidos en parte de la clase capitalista.
El Rey Juan Carlos no era, ni es, un “maíz” en lo que a corrupción y perversidades se refiere.
El costo de su noble holgazanería ha sido y sigue siendo muy alto, demasiado.
Igual acontece con no pocos personajes cercanos y socios capitalistas. El pliego de corruptelas tapadas y protegidas es de gran volumen.
A pesar de que muchas cosas eran conocidas en España y en el exterior, a Juan Carlos se le rendía pleitesía.
Aquí en República Dominicana fue beneficiario de la estafa eléctrica de Unión Fenosa.
Siempre en España y el mundo los poderes constituidos y el sistema capitalista-imperialista en su conjunto lo colmaban de honores y alabanzas. La sempiterna hipocresía de los dominadores.
Pero no hay mal que dure cien años…Por fin, le estalló la cara un escándalo mayor, a raíz del denunciado desfalco de los 65 millones de euros depositados en Suiza.
Le llegó su hora.
Está cogido por el pichirrí.
Durante el gobierno de Hipólito Mejía, entrando el nuevo siglo, el Estado, la clase dominante y el poder eclesial católico de República Dominicana, le rindieron todos los honores del mundo, habidos y por haber.
A él le gustó este terruño y le encantó CASA DE CAMPO, unas de las bellezas turísticas del país.
Quiere volver y abrazarse con sus amigotes de la familia Fanjul, dueños de ese lujoso resort, del Central Romana y de un montón empresas y negocios.
Juan Carlos sospecha, que a pesar de haber sido declarado REY MERÍTISIMO, de todas maneras le podría ir mal en su país natal, por lo que pretende evadir justicia refugiándose en esta Nación, convertida en un gran paraíso de la corrupción y la impunidad.
En este país estamos hoy a solo unos doce días de la instalación de un nuevo gobierno. El presidente electo Luis Abinader toma posesión el próximo 16 de agosto y a él le tocará decidir si le da o no protección a ese REY MERITÍSIMO inmerso en una estafa comprobada.
Está ante una prueba de fuego.
No debería hacerlo.
Equivale a proteger un crimen de alto calibre. Algo horrible e inaceptable para esta sociedad harta del reinado de la impunidad a nivel interno.
Sería, además de una gran torpeza, una vergüenza de cara al mundo.
A Juan Carlos hay que prohibirle la entrada a nuestro país, hay que impedir que se refugie aquí, o hacerle pagar bien caro a quienes se presten a esa barbaridad.
Que sea procesado allá. España tiene, además, una oportunidad para mandar al basurero esa monarquía. Ojalá lo haga.
Santo Domingo-RD, 4-8-2020