Narciso Isa Conde •  Opinión •  01/03/2022

La guerra en Ucrania: UE-OTAN contra Rusia

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, anunció el pasado jueves 23 de febrero una «operación militar especial» en la región del Donbas, ubicada en el Oriente de Ucrania.

A continuación  las agencias del Imperialismo Occidental reportaron supuestas “explosiones y ataques por todo el país”, lo que parece ser un recurso para incrementar sus represalias fuera de la esfera militar.

Biden a su vez informó de exclusivas y “drásticas” sanciones económicas contra Rusia de parte de quienes sólo representan “la mitad de la economía mundial”; lo que disgustó al Presidente de Ucrania, que dice dejaron solo a ese país.

EE.UU, como súper potencia en declinación, junto al sistema imperialista occidental que todavía capitanea, está evidentemente a la defensiva en esta confrontación, resignados sus gobernantes a perder lo que conquistaron con el golpe de Estado de febrero del 2014, que estuvo acompañado de la consiguiente y cruel represión contra el pueblo ucraniano, seguida de fallidos intentos de sofocar brutalmente el desgajamiento de Lugansk y Donetsk, constituidas en repúblicas populares independientes.

  • PROPÓSITOS DEL GOLPE.

El Donbass es una región histórica, cultural y económica ubicada en el Sureste de Ucrania, parte de cuyo territorio está ocupado por los pueblos de Donetsk y Lugansk, que optaron por su autodeterminación y que estaban siendo masacrados por el alto mando político-militar del régimen golpista, con respaldo en armas y capacidad operativa de EE.UU-PENTÁGONO y OTAN.

Recordemos que EE.UU  y potencias europeas aliadas a esa súper potencia,  dieron el golpe de Estado en Ucrania para separarla de su alianza con Rusia forjada con posterioridad al derrumbe del sistema soviético, y para controlarla política y militarmente.

En la base de ese golpe, que nada tuvo del amor por libertad que dicen defender los gobernantes estadounidenses, están presentes sus inaceptables ambiciones territoriales geoestratégicas y la inmensa voracidad material de un imperio decadente, empecinado en prolongar su modelo consumista y dispendioso, ya inviable.

Ucrania tiene una extensa frontera con Rusia y valiosos recursos minerales, agrícolas e industriales.

Cuenta con enormes yacimientos de litio, mercurio, titanio y uranio; además de hierro, carbón, agua y gas natural.

Posee uno de los territorios con las mejores capas vegetales del planeta (abundante humus) y se ha convertido en un formidable granero mundial, con capacidad de producción de enormes volúmenes de trigo, cebada, centeno, pastos y otros nutrientes, que posibilitan alimentar a 600 millones de seres humanos.

Es claro que las mineras, las corporaciones agrícolas y pecuarias del mundo capitalista occidental y las potencias carentes de esas fuentes de expansión del gran capital, ambicionan controlar  esos recursos; tanto como el Pentágono incorporar a Ucrania a la OTAN  y tomar posesión de las fronteras de Rusia colindantes con las ex repúblicas soviéticas, algo que quisieron imponer de manera perdurable y no lo han logrado.

  • REVESES POSTERIORES.

 Ciertamente no pudieron mantener el control de CRIMEA, porque Rusia  recuperó su influencia  usando su poderío militar; y más tarde han tenido que enfrentar,  a un costo de 14 mil muertos, la autodeterminación de Lugansk y Donetsk.

Tal masacre desmiente la supuesta vocación por la soberanía y la democracia de los Jefes de Estado y magnates estadounidenses y europeos, entre los que ahora sobresalen Biden y  George Soros; ambos, pertenecientes a la “facción globalista” afín al Partido Demócrata,  han jugado -y están jugando- un papel realmente funesto en la crisis ucraniana en asociación delictiva con la jefatura político-militar ucraniana, plegada a Washington.

Con razón, luego del Golpe de Estado del 2014, el entonces presidente ucraniano PETRO POROSHENKO, declaró ante el Senado de EEUU que la guerra de Ucrania no era una guerra “solo de Ucrania, sino también de EE.UU”.

  • DECISIÓN DE RUSIA COMO POTENCIA EMERGENTE.

Rusia decidió impedir la determinación de los  que pretendían reconquistar a Ucrania por la fuerza, desde la Casa Blanca y desde sus respectivos Palacios de Gobierno y sedes militares.

Ellos cargan con los crímenes de “lesa humanidad” contra los pueblos de la región de Donbas, ahora ocupada por el ejército ruso a petición de sus dos repúblicas independientes, evidentemente agobiadas por ese inmenso genocidio y por sus limitadas capacidades de defensa frente a sus aviesos y poderos agresores.

Con la decisión de Putin, en representación del Estado ruso, ese peligroso conflicto  ha subido necesariamente de tono e intensidad.

La guerra, que ya existía en territorio ucraniano, ha elevado su nivel en la región DONBASS, todavía no generalizada a todo el territorio ucraniano, como pregonan las agencias occidentales para intentar justificar las draconianas sanciones económicas contra Rusia.

Es además para no creerse, pero es cierto, que como factor impulsor y catalizador importante de la agudización de este conflicto, está actuando la creciente impopularidad del presidente estadunidense Joseph Biden y del premier británico Boris Johnson. Algo que otros mandatarios de ese sistema mundial, en plan de reelección, no han tenido empacho en practicar con gran descaro en situaciones parecidas.

Hay, pues, que esperar incluso más sanciones y mayor confrontación.

Porque realmente no es un choque Rusia-Ucrania, sino entre el decadente y agresivo sistema imperialista occidental (encabezado por EE.UU) y la potencia emergente que encarna la Federación Rusa, dispuesta a recuperar influencias arrebatadas y a impedir retrocesos en la nueva correlación de fuerza mundial.

Todo esto tiene lugar en el marco de un duro enfrentamiento global de  EE.UU y sus aliados con  el resto de la humanidad; lo que que ya ha tenido expresiones criminales dantescas en Palestina, Kosovo, Irak, Afganistán, Libia, Yemen, Siria, Colombia… y agresiones muy destructivas contra las soberanías de Cuba, Bolivia y Venezuela.

Tan persistentes fechorías se han intensificado en la medida la pérdida de hegemonía mundial de ese sistema de dominación se ha visto desafiado por un gran polo alternativo representado por China, Rusia, Irán, los Estados independientes de Asia, África y América Latina y el Caribe, y  el torrente de pueblos indignados y en rebeldía frente a un imperio incapaz de admitir que pasaron los tiempos que lo llevaron a considerarse “dueños del planeta”.

 Y como nota curiosa, vale destacar como el presidente dominicano Luis Abinader, su esposa Raquel Arbaje y Mr. Biden, coinciden en meter a su Dios, que en fin cuentas es el Dios del Occidente imperialista, en esa guerra; presentando el conflicto como una pelea entre Rusia y una Ucrania supuestamente agredida por Rusia, llegando Biden a la ridiculez de afirmar que “Dios está con Ucrania”.

Pero la verdad es que algo tan terrenal solo puede tener una salida airosa si las fuerzas mundiales alternativas al orden mundial impuesto por el maltrecho Coloso del Norte, logran desplegar energías suficientes para obligarlo a recular. ¡Es de esperar que así sea! (24-02-2022, Santo Domingo,RD)


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