Superpotencia en su ocaso con cobardes dirigentes
“Pienso que Estados Unidos no es más que un tigre de papel. (…) Visto como un todo, debemos despreciarlo; pero, en cuanto a cada una de sus partes, debemos tomarlo muy en serio. Posee garras y dientes.” (Mao Zedong)
Nuestra conciencia emocional nos impele a denunciar a los cobardes poderosos. Cobardes -que gobiernan una superpotencia mundial en su ocaso- descaradamente agresivos y sólo “valientes” para atacar, saquear e insultar a los países y pueblos del mundo, incluyendo los países y pueblos europeos.
Íbamos a escribir -lo tenemos pendiente- sobre las monstruosas nubes que nos roban la luz y el agua; sobre la inteligencia artificial y las ratas que piensan con ansiedad; sobre el apoyo a las pymes frente al IBEX35; sobre los inmigrantes trabajadores, la fiscalidad injusta y los milmillonarios españoles.
¿A quién ataca y a quién alaba Trump?
A los cobardes se les conoce porque sólo valoran si la correlación de fuerzas que tienen es ventajosa para imponer su dominio y sus intereses. Sólo sopesan si la correlación de fuerzas es favorable para dominar a los países y pueblos, para invadirlos, agredirlos, saquearlos e insultarlos.
Los pasos iniciales del gobierno de Trump -que ha elegido mayoritariamente la burguesía monopolista estadounidense para intentar detener su inevitable ocaso imperial- muestran la nueva desnudez diplomática hegemonista, que ha pasado a amenazar y presionar públicamente -lo que antes hacía privadamente- a sus “aliados”.
Ante la invasión rusa de Ucrania, Friedman -columnista del diario demócrata The New York Times- ha escrito: “¿estamos siendo dirigidos por un ingenuo que cree en Vladimir Putin, a alguien dispuesto a tragarse íntegramente la retorcida visión del presidente ruso sobre quién inició la guerra en Ucrania y cómo debe terminar? ¿O nos dirige un padrino de la mafia que quiere repartirse territorios con Rusia del mismo modo que actúan los jefes de las familias del crimen, yo me quedo con Groenlandia y tú con Crimea? ¿Yo me quedo con Panamá y tú con el petróleo del Ártico? Y nos repartiremos las tierras raras de Ucrania”.
Hablando en plata, el presidente estadounidense -en representación de la mayoría de su clase dominante- se está repartiendo las riquezas y el control político-militar de áreas de dominio mundial con la potencia imperialista rusa. Porque en Ucrania Trump y Putin están acordando un reparto imperialista, que respalda la invasión al entregar a Moscú una cuarta parte del territorio ucraniano.
Trump también ataca a la Unión Europea (UE) con insultos -“fue creada para fastidiar a Estados Unidos”, y “la UE se queda con la riqueza estadounidense”-; ante lo que el presidente español Pedro Sánchez ha contestado que la UE no se creó para eso y que “de hecho, buena parte de la riqueza que hoy tiene ese gran país que admiramos como es Estados Unidos, es gracias también a Europa”. En palabras más claras, “valiente” es la actual administración estadounidense que amenaza la soberanía nacional de países hasta ahora “aliados” como Panamá, México, Canadá, Dinamarca, la Groenlandia danesa, y toda la UE; mientras que alaba a Putin y concilia con la Rusia imperialista a costa del pueblo ucraniano y de los demás pueblos europeos.
Trump y Putin estrechan sus manos, llenas de sangre ucraniana
Ucrania sufre la invasión del imperialismo ruso, el único responsable de esta agresión. Y ante una invasión imperialista solo cabe una posición: denunciar al invasor y apoyar la lucha del pueblo y el país invadido. La potencia invasora, Rusia, y la única superpotencia, Estados Unidos, mantienen unas indignas negociaciones para decidir el futuro de Ucrania sin contar con ella, premiando así al invasor ruso. ¿Qué tiene esto que ver con la lucha por la paz? ¿Acaso claudicar ante una invasión imperialista es la paz que debemos defender desde la izquierda? Es incompatible con los valores de la izquierda apoyar o justificar una invasión imperialista, o que dos potencias desguacen y se repartan un país.
La “máquina del fango” lleva tiempo en marcha para justificar una invasión imperialista. La activó Putin al atacar Ucrania, y la refuerza Trump desde Washington. Y tiene un punto nodular: negar que estamos ante una invasión, la del imperialismo ruso sobre Ucrania, retorciendo los hechos para presentar a los verdugos como víctimas y las víctimas como verdugos. El “valiente” Trump ataca públicamente a Zelenski, con insultos y desprecios; pero para el dictador imperialista Putin ni una palabra de condena, al contrario, sólo alabanzas.
Ser valiente es enfrentar a cobardes enemigos
“Desde el punto de vista estratégico, se debe despreciar por completo al imperialismo estadounidense, mientras que en lo táctico hay que tomarlo muy en serio. En la lucha contra él, es necesario prestar atención a cada batalla y a cada caso.” (Mao Zedong)
Trump atacó a Zelenski diciendo que: “no tenías que haberla empezado. Tenías que haber llegado a un acuerdo”, y “estás luchando contra una entidad mucho más poderosa”. Y en la Casa Blanca, rodeado de los suyos y sus periodistas, le despreció de manera muy “valiente”: “si no es por nuestras armas, la guerra no hubiera durado ni dos semanas”. Y entre tales ataques, Zelenski replicó: “Putin dijo tres días”. ¡Hurra por Zelenski, presidente de un país y un pueblo que lleva tres años resistiendo la brutal invasión imperialista rusa, soportando la muerte y el frío, y el bombardeo de sus ciudades y los incontables crímenes de guerra!