Gritos que huelen a miedo
Dentro de un sistema donde el obrero ya ha sido vencido, pareciera no tener sentido seguir luchando en su adoctrinamiento capitalista.
Esta clase trabajadora nació sometida, así que el coste de mantenernos ha debido ser muy económico porque no hemos sabido de grandes ruinas en el siglo xx y xxi producidas por las huelgas de los taxistas, barrenderos, limpiadoras, mecánicos, cristaleros, chapuceros, recogedores de basura, ganaderos, agricultores e incluso de pilotos de las compañías aéreas y, sobre las catástrofes como la del Yemen posiblemente pocos estén al tanto.
En otras palabras, los que siempre han mandado han conservado el equilibrio más conveniente entre la demanda laboral y la oferta de trabajo, entre el control de las emociones y los gritos de los cuatro manifestantes, que con la subida salarial de turno, se van a descansar hasta el próximo año.
Aquí en España, estamos los pensionistas queriendo que nos paguen 1.080€, y ni caso incluso de los mismísimos sindicatos. La respuesta es la de siempre: no hay dinero y, además muchos ni nos lo me merecemos porque hemos trabajado poquito.
¿Qué, el capital está en fase declinante?, eso que se lo digan al expresidente del BBVA, Francisco González, que salió con un plan de pensiones de 80mm€ y, de paso que le pregunten a cualquier obrero si se encuentra en la fase ascendente de su vida laboral y con cuánto se va a jubilar.
También, de paso, que le pregunten a ese obrero a cuál político le dará su voto, posiblemente tartamudeará, no encontrará la respuesta que le satisfaga; tendrá dudas, sombras e incertidumbres y, todo porque dentro de la crisis política que vivimos todos esos líderes se parecen cada vez más. Así de claro y oscuro es donde estamos anclados hoy día.
Hay que reconocer que lo que es, es; de lo contrario continuaremos en el papel de tontos que nos han adjudicado y que hemos aceptado.
¿Que duele?, claro, ¿pero alguien hoy puede creerse que los historiadores Casado y Rivera, buscan un mayor equilibrio social?, que se lo pregunten a los 33 mil desahuciados españoles en el primer semestre de 2018. Que se lo pregunten al arrogante y mete miedo Aznar cuando grita que él no es una derechita cobarde, que su mirada es tan poderosa que ni él ni nadie la aguanta.
Quizá esos gritos, manifestaciones, desastres y fases de ascenso y descenso aceptados, no son casualidades, quizás son la nueva forma de reobrerizarnos y de resituarse la derecha, de fijar de nuevo y con mayor claridad que el gran problema del capital seguimos siendo la mayoría.
No se trata del simplismo de que Vox le está quitando votos al PP, se trata de que esté en España gracias a sus primos hermanos de Brasil, EE.UU, Austria, Italia, Hungría o, Filipinas. Se trata de que esta nueva derecha, la no cobarde haya llegado después de una lucha contra sus mismos padres y hermanos políticos.
Esta especie de relocalización de la derecha española hace que hasta los gritos de Aznar huelan a miedo porque le parece estar delante de otro comienzo, de uno nuevo que vegetó durante años en el PP y que ahora les desprecia.
Si el problema somos la mayoría, lógico es de esperar que los hacedores de escuelas y negocios, el capital y la derecha de siempre, quieran reencaminarnos reordenarnos dentro de un juego ya decidido para, otra vez, confirmar una nueva e importante victoria, más importante por lo que tiene de preciso en el tiempo.
La derechita cobarde, como el obrero que no sabe por quién votar, está sintiendo la pérdida de su origen, moverse dentro de la ambigüedad, dentro de la falta de respeto a sus tradiciones, viéndose obligada a buscar viejas glorias que griten que no tienen miedo pero, siendo capaz de hacer lo que está haciendo la ultraderecha, incluso hacer el ridículo comprometiéndose, como lo ha hecho Casado, a celebrar el quinto centenario de la conquista de México porque así lo hacen las grandes naciones.
Esta derechita cobarde, arrogada en exclusividad por el PP, dándole un portazo a C´s, no es que quiera reinventarse, simplemente no sabe cómo regresar a sus orígenes sin ocultar que nunca han sido del centro, en fin, viven una aguda contradicción interna, donde varias clases poderosas pelean por convertirse en el nuevo bloque de poder.
* José Antonio Medina Ibáñez