El comunismo es la cura contra el fascismo.
Camaradas, audacia, audacia y más audacia.
No es cosa de los de arriba y los de abajo, se trata de explotadores y explotados. La lucha de clases no es transversal, ni horizontal, en todo caso sería piramidal y en esa piramede la clase trabajadora es la base de todo.
Edulcorar la izquierda para ampliar las expectativas de voto ha sido una estrategia que ha llevado a la autodestrucción de la izquierda en el Estado español.
Los líderes que han pretendido refundar la izquierda no han sido transformadores de nada, han sido liquidadores de lo poco que quedaba de una izquierda organizada. La nueva izquierda no es más que la vieja socialdemocracia.
Una organización que realmente pretenda enfrentarse a la oligarquía y a los poderes económicos necesita de unas bases militantes y de cuadros políticos formados. No puede ser virtual, ni funcionar solo en redes sociales y grupos de debate endogamicos.
Afrontamos un momento histórico y crucial para la clase trabajadora en el que esas organizaciones de clase liquidadas por cuatro iluminados son más necesarias que nunca.
Porque el actual contexto de crisis pandemica y económica brutal anuncia un nuevo ataque de las oligarquías a los derechos y condiciones de vida de la clase trabajadora.
A esta terrible crisis se suma el peligro del auge de la bestia fascista.
Como V.I. Lenin quien nos dejó dicho; «El fascismo es el capitalismo en descomposición».
Tras la derrota del fascismo gracias sobre todo al esfuerzo y sacrificio de la URSS, Bertolt Brecht nos avisó también; “Señores, no estén tan contentos con la derrota de Hitler. Porque aunque el mundo se haya puesto de pie y haya detenido al Bastardo, la Puta que lo parió está caliente de nuevo.”
El capitalismo siempre usa el fascismo como herramienta represora sembrando odio y miedo en momentos de conflicto social inminente.
Algo que también Bertolt Brecht tenía claro; “Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo.”
Si en el campo de la izquierda no recuperamos el discurso de clase, si no somos capaces de tomar las calles, si no somos ejemplo consecuente para la clase obrera, si no somos capaces de ocupar el espacio que nos corresponde como única herramienta útil de la clase trabajadora para defender sus derechos y su dignidad, entonces el fascismo hará su trabajo.
El fascismo utilizará un discurso de odio y de miedo disfrazándolo de discurso obrero, de nacionalismo radical, de defensa de la soberanía nacional, para dirigir a las trabajadoras y trabajadores en el camino que desea la oligarquía, hacia el matadero.
Al fascismo solo lo puede combatir el comunismo, pues son dos ideologías antagonistas e irreconciliables que representan claramente la virulencia de la lucha de clases.
Se hace necesario un gran Frente Popular de la Izquierda para enfrentarse a los poderes económicos y a su perro de guerra, el fascismo, pero sin renunciar a nada, ni mucho menos a nuestro discurso, porque si lo hacemos inconscientemente estaremos entregando campo de acción de la clase obrera al fascismo.
«La fuerza del fascismo reside más que en nada, camaradas, en el hecho lamentable de la división de las fuerzas capaces de oponerse a su avance.» (José Díaz Ramos).
No debemos moderar el discurso para ser políticamente correctos, debemos decir verdades como puños y ser vanguardia de la clase trabajadora, para ello es necesario participar organizadamente en todos los movimientos sociales y defender con nuestra voz nuestro modelo de sociedad basado en la justicia social con mayúsculas, el socialismo es la única alternativa a la barbarie capitalista, a la bestia fascista.
La lucha de clases continua plenamente vigente, explotadores y explotados no tenemos los mismos intereses, nuestro modelo de sociedad no puede ser construido sin destruir el modelo capitalista.
El peligro del fascismo es tan real hoy como desgraciadamente lo fue ayer y no hay peor fascista que un burgués asustado.
Existe ahora un espacio político a la izquierda que ha sido despreciado, un espacio que la crisis hará crecer y que necesita de organizaciones de clase capaces de gestionar el descontento de la clase trabajadora.
Camaradas, audacia, audacia y más audacia.