André Abeledo Fernández •  Opinión •  01/07/2020

La lucha de clases se recrudece en tiempos de crisis.

Las crisis hacen a los ricos más ricos y a los pobres más pobres, la brecha social se agranda y los poderes económicos tratan no solo de conservar sus privilegios, también intentan aprovecharse de la desgracia.
 
Las oligarquías y el pequeño burgues asustado despiertan al perro fascista para que defienda los intereses de su amo, el capital.
 
El buenismo no tiene cabida cuando se trata de luchar por un mundo más justo, desgraciadamente endurecerse es necesario y desconfiar también. Como dijo el Che Guevara «endurecerse sin perder jamás la ternura».
 
El capitalismo salvaje nos convierte en alimañas, unos con un hambre insaciable por tener mucho más de lo que necesitan y otros en el fondo también víctimas simplemente dispuestos a todo para sobrevivir. La humanidad pierde valor y el ser humano se cosifica.
 
Un transformador social, un revolucionario debe ser consciente de que nadar contra corriente no es fácil, en ocasiones el cansancio puede hacernos desfallecer, pero lo realmente importante es no rendirse, tomar aliento y seguir. La otra opción es dejarse llevar por la corriente como un pez muerto.
 
Un militante comunista tiene además la obligación de formarse y el deber de organizarse. Porque es clase obrera consciente.
 
“Claro que hay lucha de clases. Pero es mi clase, la de los ricos, la que ha empezado esta lucha. Y vamos ganando” (Warren Buffett).
 
Igual crees que los intereses de la gente que vive de las rentas del capital son compatibles con los intereses de la gente que vive de su trabajo…pero te equivocas.

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