Antonio Santacruz Belmonte •  Opinión •  01/08/2024

A vueltas con la unidad de la izquierda

En muchas personas bien intencionadas con mentalidad más o menos de izquierda, se vive el ascenso de la extrema derecha con inquietud e incluso pánico, aunque no sólo asistimos a un ascenso imparable de la ultraderecha, sino también, a un aumento no menos importante de la hegemonía del pensamiento de derechas incluso en los mismos partidos de izquierda. Muchas de estas personas apelan a una inexcusable unidad de la izquierda para parar este fenómeno. Pero es cierto que está unidad  será capaz, sin más, de detener este ascenso? Para aterrizar pongamos bajo el microscopio los dos términos de esa unidad de la izquierda. Habrá que concretar primero que entendemos por izquierda. Con este término, condicionalmente ( y clásicamente) se puede denominar a dos grandes grupos: la izquierda que aspira a reformar el capitalismo, a hacerlo más humano ( en mi opinión intención condenada al fracaso) y la izquierda revolucionaria, aquella que aspira a acabar con el capitalismo como paso imprescindible para conseguir la sociedad antedicha. En los últimos tiempos ha surgido una nueva izquierda que, ante la imposibilidad, debido a que ya no se dan las condiciones oportunas, de establecer un sistema socialdemócrata, se constituyen en una izquierda progresista en lo social que enfrenta las contradicciones horizontales del capitalismo (las que pueden mejorarse sin tocar la esencia del sistema…feminismo, ecologismo, racismo pero nunca la explotación del ser humano consustancial al capitalismo y con cuya inexistencia no podría mantenerse). Ni que decir tiene que además estás contradicciones pueden mitigarse pero nunca resolverse en nuestra actual sociedad pero si maquillarse ( por ejemplo se puede hacer que el doble trabajo que hacen las mujeres sea ejecutado por inmigrantes). Está » izquierda» podría denominarse cómo liberal en lo económico.
   Después de intentar aclarar un término del binomio pasemos al segundo. Se podría lograr algo parecido a la unidad con ideologías políticas tan diferentes? Y para que?. Comencemos; para que se dé la unidad es imprescindible que exista un elemento aglutinante, un pegamento y, solo se me ocurren tres; la ambición política de unos dirigentes que ven defendida su posición por ir juntos a unas elecciones pensando que la unidad les va a hacer recibir más votos y por lo tanto salir reelegidos, para este fin no hace falta concienciar la calle, ni construir un espacio de convergencia democrática, ni trabajarse un programa de mínimos común… Basta con ponerse de acuerdo los dirigentes y disputarse los puestos de salida. No creo que todo político que participe en esta modalidad lo haga únicamente por este objetivo, contarán también otros factores más altruistas, pero sin duda la intencionalidad más importante es esta. En mi opinión este es el modelo SUMAR. En ésta modalidad el elemento aglutinante es la ambición de políticos profesionales más o menos honrados y que también se constituye en un elemento que provoca la lucha interna y a la larga, la ruptura.
   La segunda sería un intento honrado de parar el ascenso de la derecha conformando una coalición electoral para enfrentarse a ello. Para este propósito es necesario un mínimo respeto de los partidos integrantes, una estructura más o menos democrática de elección y participación y un programa de mínimos consensuado entre todos los participantes. Este modelo serviría para enfrentarse a la derecha en el terreno electoral, y quizá también en el social, pero no serviría, sin más para cambiar el modelo de sociedad, porque, difícilmente se podría avanzar más de lo que las fuerzas menos revolucionarias de la misma estarían dispuestas a avanzar. Este modelo se asemeja a la unidad de la izquierda francesa en estas últimas elecciones, pero no se asemeja en nada a SUMAR.
   El tercer modelo es una unidad de la izquierda desde abajo, desde la propia sociedad organizada. Para ello hay que trabajar en la toma de conciencia de las gentes, pero, también, en construir espacios comunes en los que personas y colectivos ya concienciados se sintieran a gusto y en los que pudieran coordinar sus luchas y energías con objetivos participados comunes.
   Dejo su explicación para mí gran amigo Ángel Álvarez-Escarpizo, fallecido hace más de dos años, en la certeza de que yo no podría explicarlo mejor. En honor a su memoria; » ésta debería permitir la incorporación de grupos, corrientes de activismo y personas a título individual que, ahora mismo, están lejos de la práctica política más convencional».
   » Elaboración colectiva de un programa social, político e ideológico que tenga cómo una de sus prioridades el diseño de un modelo de vida basado en lo común, el no consumismo, el bienestar colectivo e individual y el decrecimiento de los grandes indicadores macroeconómicos»
   » La conformación del bloque social y político que no os ocupa reclama la participación en el mismo de una serie de movimientos y organizaciones del activismo y la lucha social, que aporten vitalidad. Estaríamos hablando de todos aquellos colectivos que, tanto en sus planteamientos teóricos como en su práctica reivindicativa se planteen una mejora de las condiciones materiales de vida de las clases populares y una lucha por una sociedad que priorice el bienestar de las personas y la conservación del medio físico en qué vivimos frente a la depredación especulativa del capitalismo.
   Descendiendo a lo concreto, habría que establecer lazos con los sindicatos de clase, las asociaciones ecologistas, el movimiento feminista, las asociaciones de vecin@s, las mareas por los servicios públicos y las pensiones, los colectivos que luchan por garantizar derechos elementales a la población más vulnerable ( cómo el acceso a la vivienda y los suministros básicos)… No sobraría nadie que se moviera en cualquiera de los numerosos espacios en los que se dirime la triple contradicción capital/trabajo, capital/naturaleza y capital/mujer».
   Hasta aquí el amigo Ángel. Todo esto debería ir acompañado de una democratización interna , de las organizaciones participantes, (especialmente de los partidos con protagonismo real de su militancia en las decisiones importantes), de un funcionamiento horizontal de una persona un voto y decisiones tomadas por mayoría, y de un control riguroso de los representantes por los representados.
   Esto si constituiría un movimiento que propusiera una alternativa real al capitalismo y por lo tanto, para mí, la unión de la izquierda auténtica y necesaria. Algo que creara conciencia de clase, que reforzará el poder popular, que opusiera una real alternativa ideológica, y que caminará en pos de lograr la hegemonía política.
   Claro, la pregunta es; cómo se consigue este objetivo? Cómo caminar hacia él en este momento político en el que no parece que ninguna organización medianamente importante apueste realmente por ello? Pues habrá que comenzar diciendo que, desde luego, dejando de marear la perdiz con unidades de pacotilla. Estos espectáculos sólo consiguen debilitar a la izquierda cómo alternativa y seguir perdiendo la batalla ideológica. En mi opinión el primer paso imprescindible es reforzarnos ideológicamente, sin importarnos demasiado quién y cuántos nos acompañen en un principio. Es vital tener nuestras ideas claras, establecer unos objetivos firmes y hacer llegar nuestras propuestas a la calle con nuestra propia práctica.
   Debemos perder el miedo al riesgo de perder poder institucional e incluso a una posible irrelevancia política coyuntural, el objetivo no debe ser mantener poder institucional sino conectar con las necesidades de las clases populares. No se trata de adaptarse a lo que pensamos que quiere la gente, sino de atreverse a dar nuestras respuestas históricas a los problemas actuales. Se trata de rearmarse ideológicamente.
   Hay multitud de ejemplos históricos, baste recordar la opción de Lenin y los bolcheviques en la revolución rusa; no trataron de adaptar su propuesta a las de la mayoría de la izquierda rusa, por el contrario defendieron su posición sin moderarla para sentirse acompañados y teniendo como objetivo el conectar con las necesidades del pueblo ruso y la caída del zarismo. Por eso consiguieron lo que consiguieron y no lo habrían conseguido por el otro camino.
   Para conectar con las clases populares ( cómo hicieron en su momento los bolcheviques) hay que concretar las reivindicaciones y hacerlas muy comprensibles. En el momento actual no se me ocurre en Europa mejor consigna que la paz, pero la paz cuestionando el orden estratégico mundial y cuestionando la servidumbre ciega de los líderes europeos a los intereses de los dirigentes estadounidenses. La crisis medioambiental y el imprescindible cambio de modelo económico es otro de los claros objetivos. El desmantelamiento del estado del bienestar y el empeoramiento de las condiciones de vida generales es una más. Éstas tres claras consignas podrían ser, perfectamente, banderas que enarbolara esa alternativa que aquí proponemos y que podrían extenderse a toda Europa, no sólo circunscribirse a España.
   Tenemos que creernoslo. Hoy hay un nutrido grupo de científicos que cuestionan el capitalismo, que denuncian que es un sistema depredador y destructivo. Lo hacen desde su campo científico. No suelen tener una formación política y mucho menos marxista. Por otro lado, nosotros que debemos tener esa formación no parece que nos lo creamos mucho, desde hace 150 años luchamos por acabar con el capitalismo, y ahora, que personas cualificadas, condenan aquello contra lo que siempre hemos luchado, no somos capaces de madurar y proponer nuestra alternativa. De defender que la alternativa es el socialismo. Sobre ese elemento hay que construir la unidad de la izquierda.

Antonio Santacruz Belmonte.
Tejedor de hilos rojos.
Marugan 30 de Julio de 2024.


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