Paco Campos •  Opinión •  01/09/2017

Salir de la autoconciencia

Rorty en La filosofía como género transicional  (2004) nos habla del intelectual literario, un tipo de filósofo que ha dejado atrás los grandes e inamovibles temas de la tradición greco-romana para expandir su curiosidad por el mundo de la vida, donde ya no hay límites y donde el pensar se basa en la imaginación -no en la imagen. Qué grande el intelectual literario y cómo él, a base de juegos de lenguaje, en base a recurrencias wittgenstenianas, al escribir, nos muestra una habilidad reflexiva completamente nueva, impensable en las cabezas cartesianas o en los ritos kantianos.

Dice Rorty que el intelectual literario sustituye la idea socrática del autoexamen y del autoconocimiento por la de contactar con un número de formas cada vez más plurales y más concretas de cara a delimitar la condición propia de los seres humanos -> a más libros leídos más posibilidad de plasmar la humanidad de los seres humanos, esto es, de hacernos con la imposibilidad de eludir el convencimiento de que no podemos confiar en nada, a excepción de la confianza de los unos en los otros -no hay otro camino.

Y qué fruto, que resultado daría, desde la práctica -hay que pensar que el pragmatismo filosófico sólo se mueve en este ámbito- este nuevo camino del nuevo milenio, independientemente del enriquecimiento académico; qué impronta podría proporcionarnos para poder seguir y depender de su desarrollo, porque este nuevo camino que huye del ensimismamiento no tiene estación términi; o de otro modo -> cómo poder soslayar ya, una vez comprometidos con el ser humano, la acción democrática, la solidaridad que es la nueva cara de la política y de la cooperación social.

Nos prevé Rorty finalmente diciendo que los ciudadanos de una sociedad democrática deberían dejar en casa sus esperanzas privadas de autenticidad y autonomía al reunirse para deliberar acerca de lo que es preciso hacer. Otra tesis fuerte del pragmatismo.  


Opinión /