¡Ah, Cuba, Cuba, mi Cuba…!
Combatir, según el diccionario de la Academia, significa “refrenar un mal o un daño, oponerse a su difusión”, como también, “acometer, agitar pasiones de ánimos”. Y a su vez define agitar como “apremiar, dar prisa, que se haga con prontitud”.
Eso y más, mucho más, vive el pueblo cubano actualmente, porque de lo que se trata es de hacer posible la continuación y profundización de su proceso revolucionario socialista en una hora donde los poderes rectores de la economía mundial, unos más que otros, y de diferentes maneras, le son hostiles a su proyecto nacional. Intentan paralizar y subvertir ese proceso, fomentando una especie de infinito Mar de los Sargazos, económico, político, social, informático- éste ahora alimentando la inseguridad, la ambición desmedida de consumo, de cualquier manera; queriendo sustituir la imprescindible generosidad de una sociedad solidaria, más justa, por otra donde impere el egoísmo y la imbecilidad; imprescindibles al capitalismo. ¿Qué no intentan, qué no inventan sus enemigos con el despilfarro de millones de dólares disponibles, con el fin de destruirlo?
Aunque sabemos que desde el comienzo del proceso revolucionario en 1959 siempre ha sido así. Por eso a pesar de todos los pesares, porque el pueblo cubano es un pueblo alerta, crítico, instruido, preocupado por sus quehaceres y su destino, Cuba va bien. Como ha sido por casi 60 años.
Compárenla sino con otras sociedades y sus turbulencias, diarios y penosos desgarramientos y gravísimas tragedias. Con cualquiera de ellas. Para poner sólo un ejemplo: Cuba se ha salvado, por los valores inherentes a su proceso revolucionario, de los azotes de las drogas, especialmente en lo que afecta a su juventud. Solo baste señalar, que la preocupación fundamental de los cubanos con su juventud, como se ufana en señalar la prensa enemiga, es su despolitización… Cuanto no darían—inclusive sus almas, si aún no las tuvieran vendidas a los demonios– los sectores dominantes de las sociedades capitalistas para que el problema principal de sus juventudes fuera que están despolitizadas…
Todo esto no quiere decir que la sociedad cubana no tenga problemas. Son tiempos de grandes y nuevas definiciones sobre cómo mejor efectuar el desarrollo de su sociedad socialista, siendo fiel a la continua construcción de una sociedad socialista equitativa, lo más justa posible, bajo cambiantes factores históricos. Sustituyendo modelos de gestión gastados e inservibles por otros, con la finalidad y la esperanza, que sean mejores, más eficientes y satisfactorios.
Conscientes de que todo esto es obra de seres humanos, con sus limitaciones, ambiciones y faltas. Y como el efecto que día tras día las decisiones fallidas y las implementaciones equivocadas e injustas afectan negativamente a la población, colman su paciencia y erosionan su confianza en los que la gobiernan.
Al mismo tiempo existen presiones que se generan en la sociedad cubana por estar atravesando el país tiempos económica y financieramente muy difíciles, que afectan seriamente el nivel de vida de la gran mayoría de los trabajadores y que propician una alarmante gestión de corrupción que enrevesa la moral social.
Somos una pequeña islita, o conjunto de islitas, un archipielaguito, diminutivo también, de cómo geográficamente nos llamamos en la actualidad.
¡Ah, pero que islita! Este año, 2018, los seres humanos viviendo en esa Isla, festejan con gran honra y orgullo, a tambor batiente, 150 años de combates por lo justo, agitando pasiones de ánimo, acometiendo la realización de sueños prodigiosos, luchando por lograr lo mejor de sí mismos, frente al odio insondable y feroz antagonismo de su enemigo histórico, el Gigante de las Siete Leguas, y sus bonsáis acompañantes.
¡Ah, Cuba, Cuba, mi Cuba!, que obra portentosa, para ejemplo de toda la humanidad, realizas. Mantente firme y fiel, como siempre has hecho, a esos prodigiosos sueños.
*Andrés Gómez, periodista cubano residente en EE.UU., director de Areítodigital.
Fuente: http://martianos.ning.com/