Ucrania, con apoyo de Washington, ataca territorio ruso
La situación de agonía del gobierno ucraniano y la estrategia de desestabilización contra Rusia llevada a cabo por Washington y los suyos, sólo prolonga la guerra en función de los intereses hegemónicos de Occidente.
Cumpliendo el mandato de Estados Unidos y aquellos países europeos que le han suministrado armas y autorización para atacar territorio ruso, el régimen de Kiev lanzó misiles ATACMS contra la ciudad de Sebastopol, en la península de Crimea, asesinando a cinco civiles, entre ellos tres niños, y dejando 153 heridos (40 de ellos menores) en la tarde del domingo 23 de junio último. Los misiles cayeron en centros recreativos y otras instalaciones civiles situadas en la playa de esta urbe.
La cantidad de víctimas pudo ser mayor si no se hubiesen interceptado por el escudo de defensa ruso, cuatro de los cinco misiles lanzados por Ucrania. El quinto cayó en una zona donde centenares de personas celebraban una fiesta religiosa. Los fragmentos de los interceptados terminaron cayendo en la zona costera del barrio de Uchkuevka, ubicado en la parte norte de Sebastopol, donde se encuentra una de las playas más grandes y concurridas de la ciudad, justo en el inicio de la temporada estival.
El ejército ucraniano, guiado por personal militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y drones especialmente aptos para estas faenas, unido a datos de reconocimiento otorgados por la red satelital militar de Estados unidos y los suyos, utilizó los mencionados misiles tácticos ATACMNS, dotados de municiones de racimo, para abarcar un radio de acción de varios centenares de metros y con ello generar la mayor cantidad de muertos, heridos y destrucción posible.
El MGM-140 ATACMS (Army Tactical Missile System) es un misil balístico superficie-superficie, fabricado por la empresa estadounidense Lockheed Martin. Utiliza un propulsor con combustible sólido, mide aproximadamente cuatro metros de longitud y tiene un diámetro de 70 centímetros. Cuenta con una ojiva WDU-18 de 226 kilogramos de explosión fragmentada.
Este artefacto se une a los proporcionados por Gran Bretaña hace ya medio año, el llamado Storm Shadow, el cual tiene un poder de fuego que Rusia debe contrarrestar con prontitud y acciones que no dejen lugar a dudas sobre la efectividad de su respuesta, como ya se está haciendo con el uso de las poderosas bombas FAB-500, misiles hipersónicos Zircon y los misiles Khinzal, entre otros, lo más avanzado en materia de tecnología militar misilística del mundo.
El misil ATACMS es el modelo actualizado de aquellos que el Pentágono ha entregado a Kiev, el cual alcanza los 300 kilómetros de acción efectiva con un sistema de navegación mediante GPS, y puede ser disparado tanto desde una plataforma de lanzamiento múltiple estilo M270 o mediante un sistema de misil de artillería dotado de gran capacidad de movilidad, conocidos como HIMARS.
Este también forma parte de los enviados por Washington a Ucrania desde febrero pasado, con autorización directa del presidente Joe Biden, con la idea de cambiar la correlación de fuerzas ante un ejército ucraniano que cada día pierde más y más efectivos en una guerra mantenida gracias al apoyo financiero y militar de Estados Unidos y la OTAN, interesados en debilitar a la Federación rusa.
Todo bajo el marco de una estrategia para impedir el desarrollo de un sistema multilateral impulsado por Rusia, junto a la República Popular China, otros miembros de los países BRICS y el Sur global, partidarios de un cambio geopolítico y económico en el orbe.
El fin no es la defensa de Ucrania, país que simplemente es el cordero que marcha al matadero para servir de testaferro de los intereses de ese mundo occidental a la baja. El régimen ucraniano sigue usufructuando una narrativa de “victorias pasadas” para seguir recibiendo el apoyo multimillonario en dinero y armas de los países miembros de la OTAN, quienes no impiden la sangría permanente de efectivos y equipo militares, lo cual genera el cambio de dirección de sus acciones contra las fuerzas rusas y ataca, ahora en forma masiva, a objetivos civiles.
Esa estrategia pretende no sólo afectar a la población civil rusa, sino además generar una respuesta contundente de Moscú que le permita a la propaganda occidental incrementar los ataques políticos contra el gobierno de Vladimir Putin.
Washington Alienta el terrorismo contra Rusia
La hipocresía estadounidense frente a este ataque terrorista es descomunal. Es Washington quien autoriza a su testaferro kievita a atacar territorio ruso y luego afirma a través del portavoz del Pentágono, Patrick Ryder, que “Estados Unidos no quiere que se produzcan muertes de civiles y discutirá este asunto con Kiev…hemos sido muy claros con nuestro aliado sobre que no queremos ver víctimas civiles…» (1).
Para rematar la hipocresía, Ryder, a pesar de las imágenes de la muerte de cinco personas, entre ellos niños, y los centenares de heridos, declaró que “el Pentágono no tiene información de que se hayan generado muertes de civiles”, y declinó igualmente dar una respuesta a los periodistas presentes sobre si Washington proporcionó apoyo de inteligencia y datos sobre objetivos a agredir en territorio ruso. Cuestión que es una perogrullada, pues es algo que han hecho desde el inicio del conflicto bélico en febrero del 2022.
A su vez, y como parte de la comedia de mentiras e hipocresía del gobierno estadounidense, otro portavoz del Pentágono, el mayor Charlie Dietz, aseveró que Ucrania «toma sus propias decisiones sobre los objetivos y dirige sus propias operaciones militares».
Las mentiras crónicas de Estados Unidos lo están llevando a un callejón sin salida, y a la posibilidad cierta de un enfrentamiento directo con Rusia. El Departamento de Estado de EE. UU. confirmó que se enviaron misiles ATACMS de largo alcance a Ucrania para su uso dentro de su territorio: “Puedo confirmar que Estados Unidos proporcionó a Ucrania ATACMS de largo alcance por indicación directa del presidente”, declaró a la prensa Vedant Patel, portavoz del Departamento de Estado el pasado mes de abril (2) lo cual demuestra que la idea peregrina de ser sólo usados en territorio ucraniano es una hipocresía monumental.
Las acusaciones contra el gobierno estadounidense de apoyar en el terreno los ataques kievitas contra Rusia vienen de los propios Estados Unidos. Efectivamente, un exoficial de inteligencia del cuerpo de marines de ese país, Scott Ritter, señaló que el ataque contra Sebastopol es un acto de terrorismo norteamericano, “dado que los misiles operativos tácticos ATACMS no pueden ser desplegados sin un amplio apoyo de inteligencia por parte de EE. UU.,” declaró el experto en análisis militar.
También dejó entrever que el atentado en Daguestán (en el Cáucaso Norte) el domingo 23 de junio es parte de los trabajos de desestabilización del régimen estadounidense “la Agencia central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés) ha recurrido históricamente a tratar de engendrar una división entre los segmentos musulmán y no musulmán de la sociedad rusa” que explica este deleznable acto de terrorismo. Idea que ha fracasado una y otra vez.
El ministro de Defensa ruso, Andréi Beloúsov, advirtió al jefe del Pentágono, Lloyd Austin, del peligro de una escalada del conflicto en Ucrania debido a las continuas entregas de armas estadounidenses a Kiev (3).
La cancillería rusa, por su parte, señaló con firmeza y en base a sus investigaciones de inteligencia y manejo de información sobre el ataque perpetrado que “todas las tareas de vuelo de los misiles fueron introducidas por especialistas estadounidenses (…), pues un dron de reconocimiento estadounidense RQ-4 Global Hawk patrullaba los cielos cercanos a Crimea” entregando de ese modo datos preciso respecto a los blancos a atacar.
Para Moscú, y con toda razón, Washington tiene la misma responsabilidad en esta atrocidad. Esta acción genera la necesidad y la validez de que las fuerzas rusas restrinjan absolutamente el vuelo de aviones, drones y la presencia de fuerzas hostiles de la OTAN en las cercanías de su territorio, ampliando el peligro de un enfrentamiento mayor. Estados Unidos y los suyos, con sus provocaciones, se están buscando la horma de su zapato.
La agresión se dio en forma intencionada en plena conmemoración de la fiesta ortodoxa de la Trinidad y ha sido considerada por el gobierno ruso como un “crimen ritual”, como ejemplo del profundo odio que el régimen neonazi ucraniano profesa contra Rusia y su cultura.
La portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, María Zajárova, anunció el inicio de una investigación por delitos de terrorismo tras condenar este ataque en una fecha “elegida específicamente por Kiev para cometer un crimen ritual contra la población rusa. Vamos a perseguir una condena internacional. Haremos todo lo posible para que el mundo sea notificado de los últimos crímenes del régimen de Kiev».
Es indudable que el régimen kievita decidió cometer este “crimen ritual”, el cual constituye un crimen de lesa humanidad, sólo después de obtener el visto bueno de Washington, y como un acto desesperado frente a miles de bajas militares y equipos de guerra en los últimos días (4).
El régimen de Zelensky (cuyo mandato terminó el pasado mes de mayo, pero sigue ilegalmente en el poder) cree que quedará en la impunidad protegido por sus padrinos occidentales. La respuesta rusa puede ser demoledora, y eso él y su equipo de asesores ucranianos, estadounidense y miembros de la OTAN, que se han apoderado del gobierno de Ucrania, lo saben.
Ese apoyo ha significado, igualmente, el ataque a ciudades rusas como Bélgorod y sus regiones adyacentes, o Kursk, en la zona fronteriza con Ucrania; incluso el ataque peligrosísimo para Europa a la central nuclear de Zaporozhie, que puede implicar una catástrofe de grandes proporciones.
Todo ello es muestra evidente de que el mundo debe enfrentar al régimen de Kiev y su carácter terrorista, demostrado no sólo en estos hechos, sino también en su política de exterminio contra la población rusoparlante del Donbás, desde el año 2014 a la fecha, la cual ha generado más de 25 mil muertos y decenas de miles de heridos en las repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk.
La situación de agonía del gobierno ucraniano y la estrategia de desestabilización contra Rusia llevada a cabo por Washington y los suyos, sólo prolonga la guerra en función de los intereses hegemónicos de Occidente.
Y, para eso, la sociedad ucrania es sólo una pieza, parte de un domino en que los muertos y heridos por miles los pone el ejército ucraniano, con una población que prefiere huir de su país a servir de cordero al matadero.
1. https://actualidad.rt.com/actualidad/513840-pentagono-reacciona-ataque-ucraniano-sebastopol
2. https://www.infobae.com/america/mundo/2024/04/24/ucrania-utiliza-misiles-de-largo-alcance-proporcionados-en-secreto-por-eeuu-para-atacar-zonas-controladas-por-rusia/
3. https://actualidad.rt.com/actualidad/513981-advertencia-ministro-defensa-ruso-jefe-pentagono
4. Rusia, en la semana del 17 al 20 de junio, eliminó a dos mil 165 militares de Ucrania. Destruyó, además, equipo militar de Estados Unidos, Alemania y Reino Unido en todos los frentes de la guerra entre ambos países. El Ministerio de Defensa de Rusia señaló en su informe del jueves 21 de junio que, además de esas bajas, ha ocasionado daños de envergadura contra instalaciones energéticas vitales implicadas en la producción de armamento y equipos militares para las tropas ucranianas.