Las ONG, las grandes olvidadas en la sesión de investidura
Señoras y señores Diputados y Diputadas:
Son las ocho menos cuarto de la tarde y estoy en mi despacho, con la sola compañía de la TV que me acompaña desde las nueve de la mañana. Ayer me tragué entero ―salvo pequeños instantes de soñolencia― el discurso del candidato a presidir el Gobierno e España. La crítica a que fue sometida su intervención me la esperaba. Siempre ha ocurrido lo mismo en este tipo de debates como en el de los denominados “Estado de la Nación”. Tanto el candidato, como el presidente del Gobierno, según los casos, suelen leer sus discursos, que son largos y cargados de cifras, lo que no suele provocar el entusiasmo de sus señorías (salvo el de los partidarios, obviamente).
Hoy, por el contrario, he revivido mis mejores recuerdos parlamentarios. Tanto es así que, en la intimidad de mi propia soledad circunstancial, en algún momento he dado ligeros golpecitos sobre la mesa intentando sumarme con mi gesto a los aplausos que algunos intervinientes han cosechado gracias a la contundencia de sus afirmaciones o a la razón que, a mi juicio, les asistía. De la misma forma que no he podido resistir el impulso de dirigirme a la pantalla del televisor para lanzar algún indignado denuesto contra algunas de sus señorías cuya condición no les exime de decir y defender auténticas barbaridades.
Pero no es este el objeto de este comentario de urgencia. Lo que motiva mi dolor es la falta de atención que los representantes de los grupos parlamentarios han tenido con las ONG de este país. He esperado hasta el último instante para ver si algún portavoz hacía alguna referencia a lo que representa el trabajo abnegado de decenas de miles de personas que en nuestro país ponen un acento de humanidad y de fraternidad con aquellos que en la reolina de la vida les ha tocado la peor parte. Pero ese reconocimiento no se ha producido. ¿Por qué? No encuentro ninguna razón que justifique tamaña desconsideración. Antes, al contrario, entiendo que ese comportamiento supone una suprema estupidez que, sin dudarlo, ha de repercutir en los intereses electorales de las diferentes fuerzas políticas.
¿Qué son las ONG?
La pregunta parece innecesaria, pero tal vez no lo sea si atendemos a los siguientes datos. Las ONG se definen como instituciones sin ánimo de lucro que sin depender de la Administración del Estado desarrollan su actividad en el ámbito del interés social. Las ONG en el mundo suponen una fuerza muy superior, por ejemplo, a la de los sindicatos y su capacidad de influir en el comportamiento de los ciudadanos es, a veces, superior, incluso, a la de los partidos políticos. Por citar tan solo a tres grandes países del mundo, diré que en los Estados Unidos se estima que hay más de un millón y medio de ONG, en Rusia superan las 277.000 y en la India andan alrededor de los dos millones.
El trabajo solidario y altruista en beneficio de los más pobres empezó cuando el hombre se sintió conmovido ante el sufrimiento de alguno de sus semejantes por causas ajenas a su voluntad. Aunque en los términos con que hoy conocemos a estas instituciones, especialmente en su ámbito internacional, se remonta al año 1839. Así lo pone de manifiesto Thomas R. Davies en su trabajo “The Evolution of International Non-Governmental Organizations since 1839” publicado por la Universidad de Londres. Pero fue a partir de 1945, año en que se creó la ONU, cuando esta terminología ―ONG― empezó a cobrar relevancia. De hecho, fueron las Naciones Unidas las que otorgaron a las Organizaciones No Gubernamentales el estatus de observadoras en la Asamblea General y posteriormente en muchos de sus organismos. Así se recoge en el artículo 71 del Capítulo 10 de la Carta de las Naciones Unidas.
No hay político que se precie, especialmente en los países más evolucionados, que minusvalore el papel de las ONG en el compromiso batallador por la defensa de los derechos humanos. Las ONG internacionales fueron el motor que movió a los políticos para lograr abolir la esclavitud, para conseguir el derecho al sufragio de la mujer, y de forma muy especial para lograr que los grandes dirigentes del mundo se movilizaran con motivo de la Conferencia Mundial del Desarme celebrada en Génova en 1932. Finalmente, ya en nuestros días, el Consejo de Europa promulgó en abril de 1986 el Convenio Europeo sobre el reconocimiento de la personalidad jurídica de las organizaciones internacionales no gubernamentales.
Retrato superficial de las ONG de España.
Tengo a la mano unos datos de la Plataforma del Tercer Sector. Utilícenlos como información de referencia. El Tercer Sector de Acción Social emplea a 645.000 personas (4,6% del mercado laboral). El 24,4% de las fundaciones tiene 50 o más trabajadores y el 75,3% declara haber incrementado el número de empleados en los últimos tres años. A estos datos de empleo remunerado hay que sumar el de las personas voluntarias que colaboran con las ONG y que se estima en torno a 1.300.000 en todo el sector. Es decir, que las ONG de España emplean a más personas que todos los partidos políticos juntos que han conseguido representación parlamentaria en los últimos comicios. Pues ni una palabra, por parte de nadie, en el debate de investidura de don Mariano Rajoy.
La Fundación Lealtad, en su informe de 2015 ofrece unos datos muy precisos en relación con el estudio de 222 ONG españolas que tienen una antigüedad media de 25 años y un gasto agregado de 1.167 millones de euros. Respecto a la forma jurídica, el 54% de las entidades adoptan la forma de fundación, frente al 46% que son asociaciones. Pues bien, las organizaciones micro tienen una media de 6 empleados, las entidades pequeñas de 13, las medianas de 61, las grandes de 237 y las muy grandes de 1.260, por lo que la mayor diferencia en cuanto a plantilla media se produce en estas organizaciones con presupuestos superiores a los 25 millones de euros. De entre las diez entidades muy grandes analizadas, hay cinco que cuentan con una plantilla promedio de 2.229 trabajadores por organización, siendo tres de ellas de acción social.
Todo esto representa una fuerza enorme de movilización humana en el ámbito de la solidaridad y el contacto con los más necesitados. ¡Y toda esta gente vota!
Es verdad que las ONG no son fuerzas de producción industrial y ni siquiera de servicios en el sentido comercial con que estas actividades son entendidas en el día de hoy. Pero la verdad es que las ONG son una potencia inmensa que, si algún día despertaran al activismo político, como antes lo hicieron sus hermanas en el siglo pasado para oponerse a la ignominia de la esclavitud y al menosprecio de la mujer, otro gallo cantaría.
Según los datos de que dispongo estas son las ONG españolas que tienen mayor número de socios:
UDP. Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España. 1.300.000 socios
Cruz Roja Española. 909.126 socios
Médicos sin Fronteras. 487.722 socios
UNICEF. 270.000 socios
FEAPS. Confederación española de Organizaciones en favor de las Personas con Discapacidad Intelectual. 230.000 socios.
Intermon Oxfam. 224.127 socios.
Ayuda en Acción. 204.570 socios.
AECC. Asociación Española contra el Cáncer. 133.839 socios.
A lo largo del debate de hoy ha habido un momento en que me he perdido. También es verdad que, para mí, que sigo pensando en pesetas, cuando una cantidad pasa de los 60.000 euros ―10 millones de pesetas ¿no?― ya me pierdo. He creído entender que en el acuerdo entre el PP y Ciudadanos se habla de destinar 29.000 millones de euros a gastos sociales. Supongo que eso debe ser una cantidad inmensa.
Pues bien, ¿cómo los van a gastar? ¿Han tenido en cuenta la opinión de los que más saben en el campo de los servicios sociales que son las ONG? No lo sé, porque, desde luego parece que, para los líderes políticos españoles, de uno y otro bando, decir ONG de acción social les debe dar repelús. Estrella Rodríguez, que es la Presidenta de la Plataforma de ONG de Acción Social, ha manifestado recientemente: «Queremos ser un interlocutor privilegiado en temas que afectan a colectivos vulnerables, nos lo hemos ganado.»
El dinero de las ONG
Pues miren ustedes: El 36% de los ingresos de las ONG en España proceden de las aportaciones de los socios según el Estudio de la Realidad del Socio, elaborado por la Asociación Española de Fundraising. Para AEFr, este dato contrasta con la caída de la financiación pública de las ONG, que se situaba en una media del 47% de los ingresos entre 2014 y 2015. Es decir, que hay que romper con la imagen de que todas las ONG viven de los Presupuestos Generales del Estado. Pues ni, aun así. En el debate de investidura, ni pío.
Si levantara la cabeza Robert McNamara que defendió a las ONG como una alternativa para el Estado, dejando intactas las relaciones globales y regionales de poder y producción, se volvería a morir.
Estas son algunas ONG españolas que tienen un presupuesto anual superior a 10 millones de euros:
Cáritas Española: 230.017.789 euros.
Intermon Oxfam: 79.758.000 euros.
Médicos sin Fronteras España: 71.644.791 euros.
Manos Unidas: 54.021.790 euros.
Ayuda en Acción: 50.264.854 euros.
AECC. Asociación Española contra el Cáncer: 44.423.472 euros.
Fundación Vicente Ferrer: 39.680.133 euros.
¿Juegan las ONG algún papel en el proceso legislativo?
Deberían jugarlo. Ningún gobierno debería prescindir de la ayuda y asesoramiento de las ONG que son especialistas en cualquiera de las materias que le compete gestionar. Así lo hacen algunos países europeos tomando ejemplo de cómo lo hace las Naciones Unidas. En 1946 fueron 41 las ONG a las que se otorgó el estatus de consultivas. Hoy son más de 2.400, sin incluir a las que son de ámbito local o regional.
En nuestro país es la propia Constitución la que reconoce el derecho fundamental de asociación que nos ampara a todos los españoles para que podamos organizarnos y ser más eficaces a la hora de trabajar por conseguir la realización de nuestros ideales. Así se recoge en el preámbulo de la Ley Orgánica 1/2002, de 22 de marzo, reguladora del Derecho de Asociación. “El derecho fundamental de asociación, reconocido en el artículo 22 de la Constitución, y de antigua tradición en nuestro constitucionalismo, constituye un fenómeno sociológico y político, como tendencia natural de las personas y como instrumento de participación, respecto al cual los poderes públicos no pueden permanecer al margen.”
Por otra parte, y gracias en gran medida a la labor desarrollada por la Plataforma del Tercer Sector a través de su Comisión para el Diálogo Civil, el Parlamento español ha aprobado dos leyes de gran importancia para el sector: La Ley 43/2015, de 9 de octubre, del Tercer Sector de Acción Social y la Ley 45/2015 de 14 de octubre de Voluntariado.
En resumen, que después de estar 12 horas seguidas delante del televisor, esperando que en algún momento el candidato a presidente o cualquiera de sus opositores tuviera un pensamiento para quienes somos la muleta indispensable para que los gobernantes logren lo que de otra forma se quedaría sin hacer, me refugié en el pensamiento de Nelson Mandela quien dijo un día: “Si hablas a un hombre en un lenguaje que comprende, eso llega a su intelecto. Si le hablas en su lenguaje, eso llega a su corazón”.
Desgraciadamente, en esta primera sesión de investidura el mensaje no llegó ni al intelecto ni al corazón. Veremos qué pasa el viernes en la segunda votación.
Juan de Dios Ramírez-Heredia
Abogado y periodista
Presidente de Unión Romaní