Estados Unidos acepta que los cubanos de Miami son terroristas
Por Arthur González
La verdad se abre camino y pasado más de medio siglo, el gobierno de Estados Unidos no ha tenido otra alternativa que decidirse a desclasificar miles de documentos en los que se demuestra que los llamados “luchadores por la libertad” e integrantes del denominado “exilio cubano”, son realmente comunes asesinos terroristas al servicio de la CIA y directa participacion en el asesinato de JFK.
El actual presidente Donald Trump, se reunió en Miami con parte de esos asesinos, a los que, para complacerlos, les prometió endurecer la guerra económica contra Cuba.
Ante la posible desclasificación de cientos de miles de páginas celosamente guardadas en los archivos de la CIA y del FBI, el mundo podrá comprobar que las denuncias de Cuba durante casi 60 años son ciertas y que la mafia anticubana está integrada por asesinos y terroristas, que de políticos no tienen ni la ropa que llevan puesta.
Funcionarios gubernamentales yanquis admiten hoy que muchos de los participantes en el magnicidio del Presidente John F. Kennedy, son cubanos radicados en Miami bajo el estatus migratorio de refugiados, otorgados bajo las administraciones de Dwight Eisenhower y paradójicamente por el propio Kennedy.
Muchos de esos delincuentes comunes nunca fueron entregados Cuba, a pesar de las reclamaciones legales del gobierno cubano, debido a los delitos que habían cometido en la isla antes de 1958.
Esos asesinos estuvieron bajo las órdenes de la CIA en sus planes para aplastar los movimientos revolucionarios en América Latina y África, pero nunca se les sancionó, como son los casos de Orlando Bosch, Félix Rodríguez y Luis Posada Carriles, quienes recibieron además el apoyo de congresistas de origen cubano como Ileana Ros-Lehtinen y Lincoln Díaz-Balart.
Debido a su participación en acciones terroristas y asesinatos de líderes revolucionarios, la CIA aún se opone a que se desclasifiquen importantes documentos, ya que prueban la responsabilidad de esa Agencia en el asesinato del presidente J.F. Kennedy y de su hermano Robert, y provocaría que la opinión pública los acusara de tales actos, bajo el supuesto nombre de “la libertad”.
Cuando la Revolución cubana califica a los cubanos acogidos en Miami de terroristas, la prensa oficialista yanqui cumpliendo órdenes de la CIA, los llama “patriotas que luchan por liberar a su pueblo”.
Esos supuestos “patriotas” fueron parte de la brigada mercenaria, organizada y financiada por la CIA, para invadir a Cuba en 1961 y en otras misiones de bombardeo y ametrallamiento a objetivos económicos y civiles cubanos, donde perdieron la vida personas inocentes.
Organizaciones contrarrevolucionarias como Comandos L, Alfa 66, Omega 7 y otras similares, cometieron miles de actos terroristas contra embajadas cubanas y oficinas cubanas en el exterior, pueblos pesqueros, buques mercantes y de pesca, instalaciones turísticas y centros de producción y servicios, con el fin de causar la muerte y el terror en el pueblo.
Tampoco faltaron la introducción de virus y gérmenes patógenos que produjeron múltiples enfermedades en la población, la flora y la fauna de la isla, como fue el Dengue Hemorrágico que solo en 1981 infestó a 344 mil 203 personas, de las que murieron 158, de ellos 101 eran niños.
Ahora la prensa oficialista de Estados Unidos no tendrá otra alternativa que publicar alguno de esos documentos, donde se prueba la participación de los “refugiados cubanos”, los que han sido protegidos por las autoridades estadounidenses desde 1959, a pesar de la supuesta lucha mundial que dicen librar contra el terrorismo, cuando son ellos los creadores del terror a escala planetaria.
Nombres como los de Manuel Artime, integrante de la brigada mercenaria que invadió Cuba por Bahía de Cochinos, Virgilio González, Eugenio Martínez, Ricardo -El mono- Morales, Antonio Cuesta, unido a Bosch y Posada, aparecen en numerosos informes como actores de asesinatos y otras acciones terroristas, lo que obligará al FBI a tomar algunas medidas legales, a no ser que continúen protegiéndoles bajo el manipulado calificativo de “patriotas por la libertad”, dedicados a la “causa por la democracia cubana”.
El propio presidente Trump tendrá que dar explicaciones a sus electores, por el apoyo público que brinda a esos ciudadanos de origen cubano, que tienen sus manos manchadas de sangre inocente de un pueblo que su único delito es haber decidido, en 1959, tomar un camino sin el tutelaje de Estados Unidos.
Habrá que esperar para conocer cuáles serán los documentos que Donald Trump autoriza a desclasificar, siempre que cuente con el visto bueno de la CIA y el FBI, porque en ellos aparecen personas y organizaciones creadas en la Florida, las que han tenido un papel protagónico en delitos que van, desde los planes para asesinar al líder cubano Fidel Castro, hasta su participación directa en los programas de acción encubierta elaborados por la CIA y aprobados por los presidentes de Estados Unidos.
El mundo conocerá que Cuba nunca ha mentido y lleva más de medio siglo siendo una víctima de ese país que se autodenomina paladín de los derechos humanos, cuando en realidad es el principal violador de cuanta norma internacional existe en el mundo, como es la criminal guerra económica que persigue matar por hambre y enfermedades a todo un pueblo.
Por eso, José Martí que los conoció bien por dentro, aseguró:
“De esta tierra no espero nada más que males”