Matilda Trujillo Uribe •  Opinión •  03/06/2018

Elecciones en Colombia: La esperanza rodará por el despeñadero si no se ataja el fraude

Elecciones en Colombia: La esperanza rodará por el despeñadero si no se ataja el fraude

Antes de escribir el presente artículo consulté el oráculo de la historia, pregunté por el desenlace de las elecciones en nuestro país. El mensaje que surgió fue de ¡alerta!, de un peligro acechando, nos decía: tómese un momento para mirar atrás, se dará cuenta de que está ante la misma burla fatal, es una comedia que combina las artes de la seducción, el engaño, la trampa y el crimen, ¡cuidado!, no ha existido un solo caso en que no sea así. El autor de la trama es un enemigo probado, su objetivo último es continuar ejerciendo el más abyecto poder, le ha funcionado en tanto se lo han permitido. Hay jolgorio, una fiesta en la que participan y se embriagan, pero se han subido en una carroza pestilente y podrida que va por un camino que no es el propio, es el de ellos, en tanto existen altas probabilidades de no llegar al destino, una trampa fatal se asoma, no es fácil eludirla, sus esperanzas pueden ser rotas. No todo está perdido.

Aconseja: No permita que sus sueños le impidan ver la realidad, bájese de las nubes que le hacen creer que todo es traslucido y democrático, recuerde que no está en el país de las maravillas, al contrario, entonces no sea demasiado fantasioso, las fuerzas que se han manifestado deben intentar atajar la trampa o de seguro su esperanza caerá por el desbarrancadero. Deshágase de todo lo que ya no sirve ni necesita, las flores no pueden florecer si están llenas de maleza que obstruye el suelo, prepárese para lo que viene, las piezas están en su lugar, no se detenga si las cosas no se dan, habrá otros escenarios para participar, los que provienen de su propia gente, no sé quede esperando otras elecciones para actuar. Tenga en mente que en todo fin, se encuentra un nuevo principio.

Bueno, hasta allí el oráculo. Complementaré con algunas ideas, y anotaciones de la nuestra realidad y de unas elecciones que han tenido una carta excepcional. Ha movilizado un espectro de gente diversa alrededor de un candidato que no hace parte de la clase en el poder, que denunció como senador la parapolítica, y en su actual campaña hace referencia a “los falsos positivos”, a los asesinatos de líderes sociales, y además expresa que respetará los acuerdos entre el gobierno y las FARC y se pronuncia por la paz. Como vivimos en una sociedad deforme, inhumana y degradante, ahora tapada con las mieles de una presunta democracia que saca pecho escondiendo el pus que derrama por sus poros y en el que los “falsos positivos”, que no son falsos ni positivos, sino la muestra bárbara de los asesinatos a sangre fría de la casta en el poder, a lo que suma, desapariciones, represión, detenciones arbitrarias, masacres, desplazamientos forzados y otros encarnizados demonios, entonces, el que un candidato, así sea de referencia, saque a la luz algunos de estos hechos, causa un impacto y hasta de fascinación. ¡Como estamos de jodidos!, que no se puede ni hablar so riesgo de peligro, hechos que han sido denunciados por organizaciones y sectores populares, y ni se escuchan, ni se atienden y encima se criminalizan, entonces, muy agradecidos, complacidos de que algo salga a la palestra por parte del candidato cuando estamos acostumbrado a que estos hechos se esconden y desaparecen en la vida cotidiana y en los escenarios electorales. Como estamos de jodidos.

De otra parte, el candidato progresista de la Colombia Humana, presenta propuestas loables, sin que estemos hablando de contenido revolucionario, e incluso en rigor no de izquierda. Es loable y sensato pensar la salud de mayor cobertura y calidad, o, eliminar las EPS, pensar en educación gratuita, en la defensa del medio ambiente, el propender para para el desarrollo de la agricultura, el combate a la corrupción y otras de este orden. Así entonces la defensa del Estado Social de Derecho, termina siendo grandioso frente a la realidad que vivimos. Que no se confunda con que se trata del ideario para una nueva sociedad, o que de llegar Gustavo Petro, lloverán ríos de leche y miel -como algún comunicado del Polo nos decía-. Si en cambio posiblemente tendremos un alivio, un respiro, o respirar otro aire y unos mínimos para avanzar en la construcción de país que queremos sacudidos en parte de esos que nos tienen en la inmunda, y digo posiblemente por dos razones, una, no se crea –en caso de- que la casta que nos bien gobernado se quedará con los brazos cruzados y sin poder, la clase oligárquica mantendrá el poder económico, tienen los medios de comunicación, tienen sus leyes maquiavélicas y sus aparatos de in“justicia”, la mayoría en el congreso, y nada menos que un modelo neoliberal funcionando a su amaño. Dos, el propio Gustavo Petro, figura idealizada por esta cultura que ante la desesperanza o impotencia nos incita a crear ídolos, pero los ídolos pueden trastornarnos la visión, es mejor ver al real con sus alcances y limitaciones. Al fin no es para desalentar, sino seguir el consejo del oráculo: no ser tan fantasiosos, intentar asirnos de la realidad o alimentarnos de ella para comprender y avanzar.

Y es que todo tan secreto, entreverado y oculto en el país al que le sangra el corazón, y a un candidato con piel de oveja, movimientos de títere y fatua sonrisa le inflan los votos.

Ello se podría inferir al ver los resultados de la primera vuelta que dan algo más de 7 y medio millones de votos a quien representa la continuidad del país sumido en los desastres, la destrucción de la naturaleza, la pobreza, la exclusión y otras infamias, vilmente aceitadas en los gobiernos de Uribe y de Santos. ¿De dónde los obtuvo y cómo?, Cuando no precisamente el candidato de la tenebrosa y entrelazada ultraderecha –que no exclusiva de Uribe- despertaba la anuencia y fervor de las multitudes, sabido fue que las plazas llenas y el clamor creciente desbordando las encuestas las lograba el candidato progresista de la Colombia humana. Si de observar quisiéramos, no fue tan nutrida la asistencia a los eventos de la campaña del señor de las sombras y sombra sinuosa del candidato, y más que ello, fue sacado a gritos de diferentes plazas.

Así mismo en la historia electoral de nuestro país, ningún candidato, ni ningún presidente en la primera vuelta -ni en la segunda- había logrado una votación tan numerosa, lo contrario. Para la muestra, Santos, el que nos deja un país devastado y ondea su bandera sangrienta hacia la OTAN, obtuvo en la primera vuelta de las elecciones del año 2010 tan solo tres millones y un piquito de votos y su contrincante Iván Zuluaga –entiéndase Uribe- obtuvo tres millones y algo así como doscientos más que Santos. La diferencia a hoy es palpable, es el doble y más, en ambos casos. ¿Qué lo explica? Vuelve la pregunta, ¿de dónde acá tantos votos? Hay quienes dicen que provienen del abstencionismo. Me permito dudarlo, si como afirman los más, se trata de una masa apática e indiferente, entonces, ¿por qué habrían de votar ahora? ¿De un momento a otro dejaron de serlo? Y si, se mira, desde la óptica, en la que se trata una de población que no ha sido cooptado por los medios, videos, propaganda para llevarlos a votar, y de otra forma de una población que no vota porque no cree en las elecciones, o que percibe que siempre quedan los mismos con las mismas, o que rechaza a estos gobernantes, entonces quienes desde este conglomerado votaron, lo hicieron por el cambio, ello tiene el nombre de Gustavo Petro y no de Iván Duque. En mi caso, que viene al caso, excusen, como el de otras y otros, por ser parte de este espectro, el abstencionismo –no de principio- y asumido como un derecho político, decidí en estos comicios, votar por el candidato Gustavo Petro, que no precisamente por él, sino por el cambio, o más exactamente por ese buen aire al que referí y que tanto necesitamos. Tal cual, significa, asirse a esa remota posibilidad de que una votación masiva pudiere enfrentar y hasta ganarle al perenne fraude –no, que no lo hubiere-.

Otro indicio, de menor envergadura, pero no por ello desdeñable, era aquel decir, que Ivan Duque tenía techo, mientras Gustavo Petro había demostrado no tenerlo. Tan curioso verdad? ese tope se rebaso con creces el día de las urnas.

Tras los resultados, gran parte de la fuerza que le aposto al cambio, no se preguntó, y al parecer sigue sin preguntarse, de dónde salieron tantos votos para Iván Duque. Entre los velos de la alegría y la ilusión bajan la guardia, apagan las alarmas y los aceptan, muestran conformidad, no cuestionan. Es una paradoja que quienes propugnen por el cambio se conformen, no chisten, o como si estuvieran en el estrellato de la democracia. Nada se logra con ganar aliados, buscar la más amplia convergencia, atraer vecinos y amigos, si allí está la trampa mortal, y si no se enfrenta y si no la ven.

Mas, en poco, el crepitar de un pájaro en peligro sale a relucir, hay quienes “no tragan entero”. Imágenes de formularios de escrutinio con tachones y enmendaduras, “algunos de los números presentan alteraciones, están repisados o están escritos aprovechando una línea trazada previamente”, ¿y a quien favorecen? adivine adivinador, en todos los casos detectados, al candidato títere Iván Duque.

Un artículo de Colombia informa*, nos informa –valga la redundancia- “…. miles de personas publicaron los hallazgos encontrados en los Formularios E-14. En todos los casos, el fraude favorecía a Duque. Las denuncian de varias personas se han sumado con las exigencias a las autoridades y a la Registraduría para que se realicen las investigaciones.” “Aunque se esperaban acciones urgentes por parte de los organismos de control, el propio Registrador Nacional, […] se apresuró a explicar que no se podía calificar un error humano como un delito”. “En las irregularidades había desfases entre el formulario de la mesa y el dato de la Registraduría con intermediación del software que era irregular en la mitad de las mesas; es decir, casi 50.000 mesas electorales. “Una magnitud así ya no se llama marginal, una magnitud así ya es un fraude masivo”, señaló el representante de la Colombia Humana”.

Pues bien, este es el panorama. El fraude está cantado.


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