Por qué es tan importante incorporar una perspectiva antipatriarcal en el sindicalismo
Hemos terminado el mes de marzo, y con ello la conmemoración del día de la mujer trabajadora. Parece muy necesario dar algunas reflexiones respecto del rol del sindicalismo en la lucha de la mujer trabajadora. Es importante comenzar recordando algunos elementos de diagnóstico de la situación de la mujer trabajadora en Chile.
· En primer lugar, hay que mencionar que existe una evidente brecha salarial de aproximadamente un 22% respecto a los varones, que se traduce en $163.000 de diferencia en el sueldo por desarrollar el mismo trabajo que un hombre. Además de una prevalencia de precariedad laboral en las ramas denominadas feminizadas, que por lo general se relacionan con aspectos reproductivos de la sociedad, es decir, puestos de trabajos relacionados con el área de la salud, educación, cuidado de personas, alimentación, servicios de aseo, recolección de materias primas, etcétera.
· En segundo lugar, el trabajo doméstico, en tanto trabajo socialmente necesario y no reconocido como tal, resta horas objetivas a la mujer no sólo para el trabajo asalariado, sino también para el ejercicio de otras actividades de interés personal, recreación o cuidado personal, haciendo de la mujer trabajadora una de las más pobres de tiempo, a esto se suma la carga mental de administrar, dirigir y planificar las tareas y necesidades del hogar, generando un desmedro adicional en su calidad de vida física, emocional y mental.
· En tercer lugar, si bien en Chile las cifras de sindicalización han sido siempre bajas (20% aproximadamente), también está claro que la sindicalización, y, sobre todo las cifras de dirigencia sindical femenina se encuentran por debajo de las dirigencias de varones. Esto no responde exclusivamente a que el sindicalismo es un mundo altamente masculinizado o machista, sino también, porque las mujeres no cuentan con el tiempo o las redes que permitan dedicarse a la organización, y existen muchas debilidades desde el sindicalismo para gestar las condiciones organizativas que permitan a la mujer superar los obstáculos que impiden su organización. Asimismo, no existen muchas propuestas para la formación sindical y de dirigencias para mujeres, quienes desde pequeñas no hemos sido educadas para liderar espacios públicos.
Toda esta realidad nos impone la permanente necesidad de tomar conciencia de que las relaciones de opresión patriarcal se han fundido con las relaciones de producción capitalista, lo que, para efectos de la acumulación de capital por parte de la burguesía ha sido favorable, ya que estas formas de opresión les han permitido enriquecerse aún más, y deshacerse de la labor permanente de reproducir la fuerza de trabajo que se gasta a diario en los centros de explotación laboral asalariada.
No podemos hablar sin contextualizar que la clase trabajadora en su conjunto sufre las vejaciones de la barbarie de la patronal. Más aun en tiempos de crisis económica brutal en donde las y los ricos hacen todo lo posible por mantener sus bolsillos llenos de dinero y esto a costa de la precariedad, la flexibilidad laboral y la cesantía del conjunto de trabajadores sean hombres, mujeres o disidencias.
Es por ello que bregamos por un sindicalismo clasista, porque entendemos que la lucha es del conjunto de la clase. Sin embargo, en medio de esta miseria a la que nos vemos expuestos y expuestas, las relaciones de opresión patriarcal no desaparecen por arte de magia. Por el contrario, en el espacio privado, ejemplo de eso fue la pandemia, donde se profundizaron los hechos de violencia doméstica, reflejado en el aumento de cifras de denuncias por Violencia Intrafamiliar y de femicidios. Asimismo, el aumento de grupos que difunden ideas basadas en el machismo y la misoginia, así como una práctica ofensiva de atacar físicamente a mujeres en marchas del 8 de marzo son demostración que, en escenarios de crisis, las prácticas de violencia patriarcal también se agudizan.
¿Ante esta situación, que nos queda hacer desde el sindicalismo clasista? Claramente ya hemos dejado atrás el discurso de lo viejo que asume de forma mecánica y estática que la clase trae consigo los vicios capitalistas, liberales y patriarcales, como bono permisivo para compañeros que ejercen conductas de violencia hacia sus propias compañeras. Por su parte, también ya hemos superado el extremo sectario de la intransigencia punitivista y separatista de considerar a todos los varones como enemigos, de no creer en la capacidad de la educación popular, y la capacidad de la propia clase de desarrollar conciencia y rectificar las desviaciones propias del capitalismo y las relaciones de opresión patriarcal.
Desde nuestra perspectiva, hay una serie de acciones y desafíos por los que nos encontramos trabajando, de forma muy embrionaria aun y llena de desafíos, pero que consideramos son pasos firmes para barrer con todas las prácticas que no son coherentes con el clasismo, la combatividad y el necesario amor a nuestro pueblo para luchar. Mencionamos a grandes rasgos estas necesarias acciones:
1) Fomentar la sindicalización femenina y generar espacios direccionados para la formación de dirigentas sindicales mujeres. Por medio de talleres sindicales, asesoría, apoyo en situaciones de acoso laboral, apoyo en difusión y propaganda que permitan a las mujeres encontrarse con otras y tomar conciencia de su realidad para empezar a luchar por sus derechos
2) Realizar un trabajo especializado para áreas feminizadas del trabajo ya que tienden a ser más precarizadas. Apoyar la sindicalización de áreas vinculadas a la salud (primaria y hospitalaria), educación (parvularia, básica, media y universitaria), aseo y limpieza, alimentación, entre otros.
3) Generar estrategias colectivas de organización para hacer frente a la pobreza de tiempo de la mujer trabajadora que impiden su organización. Ejemplo de ello son espacios colectivos para niñeces, redes de cuidados, solidaridad, etcétera
4) Incorporar espacios mixtos de formación y educación respecto de las prácticas patriarcales en el seno del pueblo y las medidas urgentes a tomar para rectificar
5) Levantar, fortalecer y multiplicar el ejercicio de la autocrítica y rectificación como método clasista para servir, con humildad, a nuestra clase poniendo por delante los intereses de ésta, el respeto a la clase independiente del género y la demostración concreta que tiene la clase como sujeto transformador
6) Desarrollo de criterios, procedimientos, protocolos o lo que la organización considere necesario para enfrentar casos de violencia patriarcal, previo trabajo de formación política, entendiendo que la violencia machista y patriarcal no es un problema psicológico, sino que un problema político
7) Instalación del pliego de demandas de la mujer trabajadora, en cada negociación colectiva como la protección a la maternidad, sala cuna universal sin distinción de género, locomoción y colación garantizada, fin al acoso laboral y sexual, entre otras.
8) Generación de comisiones de mujeres en espacios de organizaciones sindicales mayores como federaciones, confederaciones, centrales o sindicatos nacionales, que permitan un trabajo centrado en el impulso de las demandas de la mujer trabajadora como plan de trabajo de la organización sindical, y como eje de lucha de la clase trabajadora en su conjunto.
Tomándonos estas medidas en serio, con convicción y compromiso, estamos convencidas y convencidos de que podremos avanzar hacia la lucha por una sociedad libre de toda opresión y explotación. Sabemos que para esa sociedad el camino no necesariamente es corto, menos llegaremos por medio de atajos institucionales que solo nos llevan al pantano de la claudicación. Sin embargo, hay un montón de cosas que podemos, y debemos, hacer desde hoy mismo.
Mujer, doblemente explotada, doblemente revolucionaria.
Fernanda Quezada.
Dirigenta Sindicato de Técnicos y Profesionales, SITECPRO.
Miembro de Asociación Intersindical de Trabajadoras y Trabajadores Clasistas.