Carlos Aznárez •  Opinión •  05/09/2024

Argentina. La dignidad no se jubila y sabe cómo defenderse (en homenaje a las y los jubilades)

Argentina. La dignidad no se jubila y sabe cómo defenderse (en homenaje a las y los jubilades)

Es vergonzoso y genera altas cuotas de bronca lo que viene ocurriendo los miércoles en la marcha pacífica de las y los jubilados, en la capital argentina. A la brutal represión policial de la semana pasada, se sumó esta vez el despropósito provocador de la jauría de la Federal, la Prefectura y la Gendarmería. Indudablemente, la ministra Patricia Bullrich, tan adicta a reivindicar -como Milei- el genocidio sionista ocntra el pueblo palestino, intenta exportar mètodos y conductas de aquellos uniformados, que un día bombardean colegios y hospitales y otro asesinan con perros a un niño o entierran vivos a hombres y mujeres en las cárceles-tumbas israelíes. 

Es evidente que lo que se vio este miércoles frente al Parlamento, tiene un tufillo a ese estilo de golpear indiscriminadamente a abuelos  y abuelas, pero también a los manifestantes que fueron a expresar su solidaridad con los planteos de las  y los jubilados, sobre los que el presidente Milei y su hermana Karina manejan planes para enterrarlos antes de tiempo.

Es indiscutible que cualquiera de las medidas que adopta el Ejecutivo necesita el apoyo de las cachiporras y el gas pimienta, arrojado con saña contra los ojos de quienes reclaman o protestan. Pero también es verdad que ciertos elementos uniformados, tanto de la Federal, la Metropolitana o la Gendarmería, muchas veces parecen actuar bajo los efectos de algún tipo de incentivo químico. O sea, están “sacados” y parecen drogados, cuando tratan de asfixiar entre varios a un anciano, o cuando le pegan con sus escudos y bastones a dos mujeres que intentaban rescatar a un adolescente al que demolían a golpes de puño y cachiporra. Todo ello frente a un Congreso de burócratas que cobran millones para sacar adelante leyes que avalen la voluntad masacradora de Milei y sus compinches.

Sin embargo, a pesar de todo lo  augurado por el gobierno, es evidente que se va perdiendo el miedo  de los meses iniciales, donde llovían amenazas y también campañas criminalizadoras contra la militancia  social. Cada vez son más repetidas las escenas donde hombres y mujeres de distintas edades, se aferran a los escudos de los represores,  intentan quitárselos, les gritan en pleno rostro lo desalmados que son, aunque estos no se inmuten, como buenos alumnos de las escuelas del terror.

Frente a este estado de cosas, que habla de un tiempo en el que aún no se ha producido el masivo repudio que merece  una política perversa y cruel como la del gobierno entregado a EE.UU e Israel, las y los adultos mayores, que salen a repudiar el veto presidencial al magro aumento de una jubilación mínima de miseria, se han convertido en vanguardia de un pueblo que debería abrazarlos y defenderlos, no solo de palabra, sino con hechos. Son, sin duda, estas mujeres y hombres que no le tienen miedo a los gestos de odio y de violencia de la policía, los que nos están dando ejemplo sobre qué significa pelear hasta las últimas consecuencias por un mundo mejor.

Jubilados insurgentes, continuidad de ellos mismos cuando como jóvenes reivindicaban una patria nueva y liberada del cáncer capitalista, pibes y pibas que leían a Galeano, Marechal, Fermín Chávez o Benedetti, o palpitaban con el  pueblo en las calles la necesidad de cambiarlo todo para que los hijos y nietos por venir no padecieran carencias ni innecesarias tristezas. Cuarenta años después, esa peleona muchachada no perdió la valentía y la audacia de plantarse ante este gobierno fascista y sus fuerzas represivas, y seguir defendiendo con el cuerpo lo conquistado. Son hijos del pueblo y también herederos de la fallecida Norma Plá. Son un espejo donde han de mirarse quienes aún siguen moviéndose lentos  y temerosos ante semejante aplanadora liberal-capitalista.

Que vivan entonces las y los jubilados, y nos sigan dando fuerza para imitar su ejemplo de lucha!


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