Los pasos previos que condujeron a la intentona golpista
Por Dick Emanuelsson (*)
El golpe suave en Nicaragua fue preparado con antelación, con la asistencia activa y económica de EEUU. Para estos fines el gobierno de Estados Unidos destinó en el período comprendido entre 2010 y 2018 aproximadamente 60 millones de dólares para Nicaragua, los cuales fueron ejecutados fundamentalmente por la USAID, el IRI y el NDI, fachadas civiles de la CIA.
El gobierno de Estados Unidos realiza disímiles esfuerzos destinados a desestabilizar la situación política en algunos países de América Latina con el fin de cambiar los regímenes de estos gobiernos, para lo cual utilizan a los servicios especiales enemigos y las ONG bajo su control.
La actual situación de crisis que vive Nicaragua forma parte de la estrategia del gobierno de Estados Unidos hacia este país desde hace varios años, fundamentadas en la creación de una masa crítica para cuestionar, denunciar e incentivar movilizaciones contra el gobierno del presidente Daniel Ortega.
En el marco de esta estrategia, el gobierno norteamericano trabajó sobre la base de cuatro líneas de acción: la formación de liderazgo político juvenil, la guerra mediática, la unidad de la oposición y el fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil. De esta manera se comenzaba a consumar el actual Golde de Estado contra el gobierno encabezado por Daniel Ortega.
Hacia el 2014 Estados Unidos, a través de su Embajada en Managua, identificaron que los partidos políticos opositores locales eran inoperantes y no tenían liderazgo alguno, mientras que las organizaciones de la sociedad civil se proyectaban un tanto limitadas en sus acciones contra el gobierno y la creación de nuevos líderes.
Sobre esta base, en una clara intención de incidir en la población nicaragüense para propiciar acciones de desestabilización y rechazo a la gestión gubernamental, Estados Unidos destinó mayores montos de financiamiento a las organizaciones políticas opositoras nicaragüenses para revertir esta situación.
Valoraron que esta gama de organizaciones podría tener, a mediano y largo plazo, la capacidad de atraer a un sector de la población para realizar acciones antigubernamentales, creando así las condiciones para generar un golpe suave a través de la presión política a nivel local, el fortalecimiento a las organizaciones de la sociedad civil, la guerra informativa mediática y la creación de una plataforma de liderazgo juvenil, todo ello con un acompañamiento internacional garantizado.
En base a este enfoque organizaron y financiaron un entramado de organizaciones de la sociedad civil y organizaciones de línea política opositoras, escudándose en proyectos de apariencia benéfica, internacionalismo civil, campañas de apoyo a la democracia, lucha contra la corrupción, promoción de derechos étnicos, liderazgo internacional, gobernanza local y periodismo independiente, entre otros, en una lógica operacional de infiltrarse en las organizaciones sociales, movimientos gremiales, universidades y asociaciones de profesionales, desde donde impulsaron la incidencia política con fines desestabilizadores, encubiertos en un supuesto bien común.
Las acciones estuvieron dirigidas a construir una masa crítica contra el gobierno que permitiera crear las condiciones subjetivas para un eventual momento de crisis. Esto lo lograron a través de la impartición de cursos de liderazgo juvenil que permitieron la formación de capacidades y líderes de la juventud, así como el trabajo direccionado sobre los periodistas independientes, medios de comunicación, sector LGTBI, grupos feministas y otros grupos de presión.
Para estos fines el gobierno de Estados Unidos destinó en el período comprendido entre 2010 y 2018 aproximadamente 60 millones de dólares para Nicaragua, los cuales fueron ejecutados fundamentalmente por la USAID, el IRI y el NDI.
Formación de liderazgo juvenil.
Los Estados Unidos en una muestra más de carácter injerencista de las acciones que lleva a cabo en Nicaragua, ha desarrollado desde el 2010 la iniciativa Democratic Development Leadership Program (DDLP, Acuerdo de cooperación USAID proyecto número 524-A00-10-00003-00).
Este programa forma parte de la labor subversiva contra Nicaragua, cuenta con el total apoyo de la Embajada de Estados Unidos en Managua y es impulsado por el NDI, con presupuesto de la USAID, y sus principales objetivos, off the record, son:
• Crear una masa crítica de jóvenes líderes con enfoque opositor al gobierno de Daniel Ortega, que puedan ser el relevo generacional de la ya desgastada oposición nicaraguense.
• Influir negativamente en la masa de jóvenes que está captando actualmente el Frente Sandinista
Para esto el NDI se valió de un consorcio educativo conformado por universidades norteamericanas y nicaragüenses como la Graduate School of Political Management (GSPM) de la Universidad George Washington, la Universidad Americana (UAM), la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe nicaragüense (URACCAN) y ONG como el Instituto para el Desarrollo y la Democracia (IPADE).
Hasta la fecha se han realizado 11 cursos de DDLP, con un total de 3200 egresados, la mayoría residentes en cabeceras departamentales de los cuales escogían a los más destacados para realizar estudios y postgrados en la George Washington University.
Las universidades American College, UPOLI, UCA, URACCAN, UAM, UNI, UNAN y UNA sirvieron de sede de los diversos programas de capacitación y formación de líderes.
Estos cursos abordaron temas como la utilización de medios de comunicación tradicionales TV, radio, prensa, etc., con fines políticos en tiempos de crisis, y el uso de nuevas tecnologías para la comunicación política efectiva.
El NDI además tenía la misión de organizar a estos jóvenes para que cuando las condiciones socio políticas estuvieran creadas pusieran en práctica los conocimientos adquiridos, como lo están demostrando ahora los jóvenes que lideran las protestas en las universidades quienes, en su gran mayoría, proceden de estos programas de liderazgo.
Para esto elaboraron una base de datos con sus ubicaciones y datos actualizados, para contar con una base juvenil de respaldo, destacándose entre sus integrantes a los opositores Luis Blandón, Chester Cortez, Alexa Zamora, Stephanie Rivas, Rayid Alvarado, Lester Hamilton, Karina Valdivia, Gladys Amador, Elsa Espinoza, Yasser Morazán, Gonzalo Norori Gómez, Stephany Palacios, Hassel Martínez, Ezequiel Montenegro, Ingrid Regidor, el periodista Oscar García, Gabriela Roa, Rudy Quiroz, Eduardo Marenco y Luis Ruiz.
Todo este trabajo político organizativo y de capacitación estaba dirigido en lo fundamental a crear conciencia en los jóvenes para oponerse y cuestionar medidas gubernamentales que, de alguna manera, afectaran a diversos sectores vulnerables en el país, o generaban inconformidades.
Paralelamente diseñaron una estrategia de comunicación digital, que inicialmente fue implementada con los jóvenes haciendo función de periodismo ciudadano durante los procesos electorales, donde ejercitaban el envío de videos y denuncias de problemas que se producían en las mesas electorales.
Este mismo diseño estratégico fue extendido al movimiento anti canal, movimientos ambientalistas, estudiantes universitarios, periodistas, camarógrafos y a los promotores de Derechos Humanos, de los cuales lograron al menos ubicar uno por comunidad en la Costa Caribe y demás cabeceras municipales del país.
(*) Periodista sueco residente en Honduras.