Marco Teruggi •  Opinión •  06/05/2020

Operación Gedeón: la trama oculta del nuevo intento fracasado de EEUU contra Venezuela

Operación Gedeón: la trama oculta del nuevo intento fracasado de EEUU contra Venezuela

En Venezuela está en marcha la Operación Gedeón: una incursión de mercenarios venezolanos y estadounidenses que tienen por objetivo derrocar el Gobierno de Nicolás Maduro. Ya han sido detenidos y muertos varios de ellos en las últimas 48 horas. La dirección proviene desde Washington.

La acción mercenaria contra Venezuela debía comenzar el 10 de marzo. Los planes fallaron porque la oposición local no logró activar el escenario callejero necesario. La llegada de la pandemia y la cuarentena trastocaron los planes de lo que finalmente, a partir del domingo 3 de mayo, se conoció como la Operación Gedeón.

Esa madrugada llegó una lancha a las costas de La Guaria, en el pueblo de Macuto, a corta distancia de Caracas. Allí las esperaba un despliegue de la Policía Nacional Bolivariana, las Fuerzas de Acciones Especiales, el Servicio Bolivariano de Inteligencia, la Dirección de Contrainteligencia Militar y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), en particular la Marina.

La lancha rápida donde venían los mercenarios abrió fuego. Era noche oscura. La respuesta del Gobierno bolivariano logró desactivar a los integrantes de la lancha que zozobró, y los patrulleros y helicópteros artillados con expertos en combate nocturno se desplegaron sobre la costa en busca de la segunda lancha.

El saldo fue de ocho mercenarios fallecidos, dos detenidos y un país que amaneció bajo conmoción. Fueron incautadas armas de alto calibre, teléfonos satelitales, vehículos. Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, tomó la palabra y explicó el escenario de incursión armada en desarrollo. Afirmó que no había terminado.

Este lunes 4 sucedió la segunda acción de desactivación de otro grupo de mercenarios. Esta vez en las costas de Aragua, en el pueblo de Chuao, una zona conectada a través de las montañas con la capital del país. Allí fueron detenidos ocho integrantes, entre los cuales se encontraban dos estadounidenses, Luke Denman y Aaron Berry, exoficiales de las Fuerzas de Operaciones Especiales de EEUU.

Junto a ellos estaba uno de los jefes de la operación, el capitán prófugo, Antonio Sequea, que había participado en el intento de golpe del 30 de abril del 2019. El día anterior había fallecido en el enfrentamiento otro jefe de la operación, el capitán prófugo Robert Colina, alias Pantera. En las siguientes horas del lunes tuvo lugar otra detención, esta vez de dos expolicías, Rodolfo Rodríguez y Yeferson Fernández, quienes cargaban con materiales logísticos, como armas y chalecos.

Así, a menos de 48 horas de haberse iniciado la Operación Gedeón, el Gobierno logró capturar a 12 mercenarios y 8 resultaron muertos. Todos habían partido desde Colombia, en la Guajira. La inteligencia venezolana sabía lo que estaba en camino y se había preparado para enfrentarlo. El nombre puesto por el Gobierno a esa acción de defensa fue Operación Negro Primero Aplastamiento del Enemigo.

¿Qué es la Operación Gedeón?

Caracas logró las primeras victorias para desactivar el plan golpista. Según informó el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, entre el 19 de abril y el 3 de mayo habían procedido a desmantelar parte de la base de apoyo mercenaria dentro del país: la Operación Gedeón estaba infiltrada.

¿Pero quiénes comandan y cuántos integrantes tiene esa acción mercenaria? En la tarde del domingo 2 de mayo fue difundido un video en las redes sociales donde dos hombres asumieron la autoría: el capitán prófugo Nieto Quintero y el contratista militar estadounidense Jordan Goudreau, dueño de Silvercorp USA. Ambos afirmaron que la operación seguía en marcha y realizaron un llamado a la FANB para sumarse a sus objetivos: la captura de Maduro y la dirigencia del proceso político.

Goudreau dio una entrevista en la noche para contar su versión de los hechos: el exmiembro de las Fuerzas Especiales de EEUU afirmó que estaba al frente de las acciones planificadas durante meses desde Colombia, y que esa operación había sido inicialmente acordada con Juan Guaidó, con quien había firmado un contrato por 212 millones de dólares, pero Guaidó nunca había cumplido su parte.

La existencia de ese contrato, que Goudreau mostró, había sido negada por Guaidó desde el mes de marzo, cuando el exmayor general Cliver Alcalá había confesado que estaba al frente de un intento de incursión militar desde Colombia en la cual Guaidó estaba inmerso. Esa incursión era la que llegó a las costas de Venezuela el pasado domingo en la madrugada.

De esta forma Guaidó quedó expuesto en lo que Goudreau confirmó como su participación inicial y luego traición. Tanto el autoproclamado presidente como el sector de la oposición que lo rodea negaron la existencia de la Operación Gedeón y acusaron al Gobierno de haber realizado un montaje para tapar las dificultades en el país.

Así, según la explicación del contratista, y luego la que fue dada por Quintero, la operación se desarrolló casi sin financiamiento, sin respaldo del Gobierno de EEUU, de Colombia, o de la oposición venezolana. Se trataría de una autogestión mercenaria que habría reunido, según afirma Quintero, «cerca de 3.000 miembros entre oficiales, suboficiales, tropas en el exilio».

La privatización de la guerra

Dos días antes del inicio de la Operación Gedeón fue publicado un artículo en la agencia de noticias AP, donde se daba cuenta de la existencia de Goudreau, su relación con Cliver Alcalá y una parte de la trama mercenaria. Ambos eran presentados como actores aislados dentro de un intento de incursión armada a Venezuela.

El intento de quitar toda vinculación estadounidense, colombiana y de Guaidó comenzó entonces desde antes de la ejecución de la primera acción. Se trató de exculpar desde la hora cero a los actores políticos y desligarlos de toda responsabilidad ante una acción de guerra de estas características y una posible derrota.

Así, ni el contratista tendría vínculo con el poder estadounidense, ni los campamentos de entrenamiento de mercenarios —denunciados en varias ocasiones por Maduro— se habrían desarrollado en Colombia sin que nadie lo supiera.

Esta versión prefabricada fue desmontada por el presidente venezolano en la noche del lunes cuando dio cuenta de quienes estaban involucrados. La operación fue armada por EEUU y accionada a través de su agencia antidrogas en territorio colombiano, la DEA, donde los instructores estadounidenses formaron a los equipos que ingresaron a Venezuela.

Según explicó Maduro, en la última visita del mandatario colombiano, Iván Duque, a la Casa Blanca el 2 de marzo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le dio la orden de iniciar las acciones que, luego de los retrasos, se llevaron a cabo.

En cuanto al financiamiento, una parte central vino de los «capos y carteles de la Alta Guajira colombiana», afirmó Maduro, zona donde estaban gran parte de los centros de formación militar. También se apoyaron en bandas criminales de varios estados de Venezuela, como Falcón, La Guaira, Caracas y Miranda.

No se trató entonces nunca de un autofinanciamiento mercenario motivado por el altruismo, como señalaron Goudreau y Quintero, sino de un formato implementado por Estados Unidos desde hace muchos años: la privatización de la guerra.

«El Gobierno de Estados Unidos delegó en la DEA y en Silvercorp toda su planificación operativa», denunció Maduro.

El esquema es el siguiente: Washington agudiza el bloqueo económico, pone precio a las cabezas de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, refuerza su presencia militar en el mar Caribe, anuncia un marco de transición, consigue respaldo diplomático, y trabaja las operaciones militares encubiertas a través de un contratista y desertores venezolanos desde la retaguardia que es el territorio de Colombia.

El presidente Donald Trump afirmó el día martes, como era esperable, no haber estado al tanto de la Operación y negó que su gobierno estuviera involucrado.

¿Estamos en guerra?

Una de las fotografías que más impactó fue la de un miliciano en ropa de civil con un arma en la mano ante la lancha con mercenarios en Chuao. El rol de lo que se denomina la inteligencia popular ha sido central, según explicó Diosdado Cabello.

El despliegue cívico-militar venezolano está en máxima alerta ante el desarrollo de lo que no terminó. Según el gobierno intentaron ingresar 56 mercenarios, 54 venezolanos y 2 estadounidenses, de los cuales una parte han sido arrestados y otros abatidos en el enfrentamiento del domingo en la madrugada. El objetivo de esos grupos era atacar el DGCIM, el SEBIN y el Palacio de Miraflores.

La estrategia de Caracas es desactivar las acciones antes de que sucedan, para evitar que se ejecuten los planes golpistas. Las capturas, hasta ahora, han sido tempranas: antes del ingreso mercenario y durante la llegada de parte de las lanchas.

Venezuela se encuentra ante una nueva fase de un asedio ininterrumpido. La apuesta de EEUU es lograr que el conjunto de variables logre finalmente derrocar a Nicolás Maduro para que se inicie la restauración y revancha prevista dentro de la estrategia diseñada desde Washington. 

El Gobierno y el chavismo se enfrentan a un escenario con tres frentes simultáneos: la lucha contra la pandemia, que está bajo control por las medidas implementadas, la situación económica, que es delicada en gran parte por el bloqueo estadounidense, y la incursión mercenaria de la Operación Gedeón.

Fuente: Sputnik


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