Nadie dá de comer a la clase trabajadora, somos nosotros quienes mantenemos a nuestros explotadores.
«No muerdas la mano que te da de comer», le dijo un psicólogo de la seguridad social a un paciente que está de baja por depresión y ansiedad.
¿La mano que nos dá de comer?, está cuarentena ha demostrado quien dá de comer a quien, esta pandemia ha demostrado quiénes són los trabajadores esenciales.
Hasta que punto quieren inculcar a la clase obrera el mantra del buen amo y la moral del esclavo.
Las trabajadoras y trabajadores hemos asumido la moral del esclavo, los años de lavado cerebral han dado resultado y la alineación de la clase obrera es hoy una frustrante realidad, vivimos en un estado mental que ya no tiene como base el analfabetismo, la religión y el miedo, de estos tres ingredientes se mantiene el miedo como fundamental, pero ahora unido a un pensamiento pequeñoburgués, neoliberal y propatronal que la clase trabajadora ha interiorizado.
El adoctrinamiento empieza en la escuela y sigue en nuestras casas, también llega desde los medios de desinformación de masas y está presente en nuestros puestos de trabajo a modo de charlas, cursos, etc.
Cuando decimos frases hechas como “no muerdas la mano que te da de comer” estamos asumiendo que el empresario tiene a bien que comamos, que nos hace el favor de darnos un trabajo para poder sobrevivir y debemos estarle muy agradecidos y hacer los mayores esfuerzos por su empresa, olvidamos que gracias a la “plusvalía” derivada de nuestra fuerza de trabajo el empresario se enriquece, los trabajadores no entendemos que en realidad una empresa puede funcionar solo con trabajadores y que no puede hacerlo solo con el empresario y en eso radica nuestra fuerza como clase mayoritaria.
Por mi militancia política y sindical me he reunido con trabajadoras y trabajadores, con miembros de comités de empresa, con obreros que no cobran en tiempo y forma, que son despedidos, que firman contratos de cuatro horas y trabajan diez, que están en el paro sin derecho a ningún tipo de prestación, que no pueden llegar a fin de mes ni pagar la luz y me encuentro que ellas y ellos también han asumido la moral del esclavo.
Cuando dicen que es mejor trabajar de cualquier cosa sin importar en qué condiciones eso es la moral del esclavo, cuando entienden que el empresario pasa por dificultades y es lógico que pague cuando pueda están hablando con la voz de la moral del esclavo.
Recuerdo que en una ocasión me reunía con un grupo de trabajadores que hacía un par de meses que no cobraban, pero entendían que la cosa estaba difícil y también la necesidad de entrar antes y salir más tarde de su puesto de trabajo.
Yo les dije lo siguiente:
Compañeros si un trabajador firma un contrato con una empresa y después llega todos los días un cuarto de hora tarde a su puesto de trabajo os pregunto, ¿qué le pasaría?.
Su respuesta fue clara:
Lo despedirían, hombre es normal si siempre llega tarde.
Pues claro compañeros se ha firmado un contrato con unas condiciones y un horario determinado, si ese contrato no se cumple es normal que se rompa, pero porque asumimos que ese contrato firmado por las dos partes solo es vinculante para el trabajador, compañeros no os dais cuenta pero habéis asumido la moral del esclavo y defendéis los intereses del amo en vez de vuestros propios intereses.
Hablamos un rato más y esos trabajadores acabaron dándome la razón y creo que entendiendo lo que quería decirles, los intereses de la oligarquía y de la burguesía no son los mismos que los de la clase obrera, es el pensamiento de los oligarcas y no el de la clase obrera hoy en día el dominante.
Sin duda debemos recuperar la conciencia de clase que nos hará conscientes de nuestra propia fuerza y nos permitirá sentir y romper nuestras cadenas.
La Pandemia del COVID-19 ha demostrado que sin la clase trabajadora todo se para, que nada funciona sin nuestra fuerza de trabajo y que las ruedas de la historia se mueven con la fuerza de trabajo de la clase trabajadora.
Nadie nos dá de comer, són los multillonarios y las oligarquías las que se enriquecen a costa de nuestra fuerza de trabajo. Un coronavirus ha dejado claro que la clase trabajadora no necesita a las oligarquías, pero las oligarquías no pueden existir sin la clase trabajadora.
Nosotros mantenemos a quienes nos explotan y también podemos ser sus sepultureros.