Paco Campos •  Opinión •  07/04/2017

Los lazos del poder

De los innumerables resquicios por los que el poder se deja ver, hay uno que funciona a modo de visualización, como una potente intuición dirigida al principio o al todo de las cosas; una intuición convertida en lazo que apresa ideas de diferente calado, y entre todas, a la idealización misma, a la manera de ocultar cualquier tipo de experiencia o prueba, porque al fin y al cabo, experimentar es una puerta abierta a la falibilidad. Se trata de captar las verdades esenciales, no prescindibles, de las cosas, de la Historia, del hombre, del mundo, en definitiva.

Idealizando no cabe el peligro de errar porque nada impide que las verdades formuladas puedan ser barridas, y además tampoco impide nada que puedan ser impuestas e incluso represivas. Mientras que la experiencia va dejando huella, un rastro que puede, en un momento dado, ser testimonio digno de ser borrado desde la verdad o validez universal. ¿Cómo osaríamos poner en duda el ideal de la justicia, o del bien universal o de la conciencia del ser humano, de su espíritu individual capaz de enlazar con lo más sublime. También funcionan de la misma manera los lazos de la política-> el culto a la personalidad o al ideario.

Es lamentable comprobar cómo sectores de nuestra sociedad, los más reaccionarios, hablan y hablan, acosan y acosan, forzando a la ciudadanía a presiones innecesarias, sobre todo porque esos otros piensan de modo distinto y han de arriesgar, a veces a fuerza de sanciones y castigos, para poder demostrar que también la práctica diaria tiene el mismo derecho o la misma cabida en este mundo nuestro que las idealizaciones, que han caracterizado siempre al poder palurdo.


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