Estados Unidos: el genocida mayor en Gaza
Una gran parte de la comunidad internacional lleva meses pidiendo un alto al fuego que detenga el genocidio que comete Israel contra los palestinos en la Franja de Gaza.
Washington lleva décadas impidiendo todo tipo de castigo a Israel o lo que es igual, permitiendo completa impunidad a las masacres que realiza el régimen sionista.
Eso ha quedado demostrado en el Consejo de Seguridad que está formado por 15 países miembros y de ellos solo cinco son permanentes (Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia, Francia y China) y tienen derecho a vetar cualquier Resolución que se ponga a votación.
Una de las primeras ocasiones en que Washington utilizó el veto para apoyar a Israel fue en 1972 cuando anuló una Resolución para que Tel Aviv cesara su agresión contra el Líbano. Desde entonces han ejercido el veto para proteger a Israel en casi 50 ocasiones.
Uno de esos ejemplos fue cuando el primero de junio de 2018 la entonces embajadora estadounidense en ONU, Nikki Haley vetó una Resolución que condenaba el uso de la fuerza por parte de Israel contra civiles palestinos que costó la vida a más de 200 personas. Haley argumentó que presentaba una visión “unilateral” de lo acontecido.
En el actual genocidio que comete el régimen sionista desde el 7 de octubre en la franja de Gaza, hasta el 20 de febrero de 2024, Estados Unidos ha vetado en tres ocasiones la Resolución que pedía un alto al fuego o pausa humanitaria en esa ciudad.
El pasado 25 de marzo se llevó a cabo la última Resolución para alcanzar un alto al fuego la que se logró aprobar por 14 miembros del Consejo de Seguridad y la abstención de Estados Unidos.
Entre las excusas esgrimidas por el decadente pero arrogante imperio aparecen que un alto al fuego serviría para dar más ayuda a Hamas.
La resolución, «exige un alto al fuego inmediato para el mes de Ramadán» -que comenzó hace dos semanas- que conduzca a una tregua duradera, y «exige la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes».
El genocida Benjamín Netanyahu condenó la decisión de Estados Unidos de no utilizar su poder de veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Para tranquilizar a su aliado en el Medio Oriente, Washington tras la votación declaró contra todo juicio sensato y humano, que la aprobación “no era vinculante” y así dejó abierta la puerta para que Israel continuara cometiendo la masacre contra el pueblo palestino.
Cuatro días después, el 29 de marzo, el diario The Washington Post publicaba que Estados Unidos autorizó el envío al régimen sionista de aviones de combate y bombas por valor de más de mil millones de dólares, pese a las preocupaciones internacionales sobre la anunciada operación de Tel Aviv en la ciudad de Rafah, al sur de la Franja de Gaza que pone en peligro la vida de cientos de miles de civiles palestinos.
Este 31 de marzo se conoció que el régimen de Israelí aprobó los planes operativos de la anunciada operación militar terrestre en Rafah que “los militares llevarán a cabo sin que alguien pueda impedirlo”.
Estamos ante la masacre más grande contra un pueblo ocurrida en el siglo XXI mientras la Organización de Naciones Unidas ha sido incapaz de detenerla a la par que Estados Unidos se convirtió en el principal gestor y propulsor de ese genocidio al ofrecerle enorme financiamiento y todo tipo de armamento para que los sionistas continúen asesinando a mujeres, niños y ancianos indefensos.