André Abeledo Fernández •  Opinión •  07/06/2020

Un 14 de junio de 1928 nacía el Che Guevara, el ejemplo eterno del guerrillero heroico.

Tengo en mí memoria, como uno de los recuerdos más felices de mí juventud, aquel Festival de las Juventudes y los Estudiantes en el que participé en 1997, en La Habana, Cuba.
 
Recuerdo cuando una compañera cubana de la UJC me preguntó mí signo del zodiaco, yo le dije que era géminis y ella me preguntó. 
 
– ¿Pero de que día?. Yo le contesté. 
– Del 14 de Junio.  Y ella me dijo con una gran y preciosa sonrisa. 
– ¡Como el Che!.
En ese momento me sentí hasta orgulloso de esta casualidad del destino.
 
Siempre he considerado que mí pensamiento marxista-leninista está fuertemente influenciado por el romanticismo guevarista. 
 
Para mí el Che siempre ha sido el ejemplo romántico del transformador social que trata también de transformarse a sí mismo, de superarse, como Guevara superaba su asma en la sierra.
 
Ernesto Guevara de la Serna, el Che, dejó una vida cómoda y la posibilidad de ser un burgués en la Argentina para hacer la revolución en Latinoamérica, empujado por el ejemplo se Simón Bolívar y tantos otros, dejó su carrera como médico alergólogo para ser guerrillero.
 
Su asesinato a manos del ejército boliviano, por órdenes de Barrientos, un dictador que obedecía a su vez las directrices de la CIA, hizo pasar a nuestro comandante a la leyenda.
 
Antes de marcharse camino de su última batalla el Che dejó una preciosa carta a sus hijos que personalmente me ha servido de inspiración. Como dijo Lenin «la revolución empieza en casa».
 
La carta dice así:
 
«A mis hijos
 
Queridos Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto:
 
Si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre Uds.
 
Casi no se acordarán de mí y los más chiquitos no recordarán nada.
 
Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones.
 
Crezcan como buenos revolucionarios.
 
Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la Revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.
 
Hasta siempre, hijitos, espero verlos todavía.
 
Un beso grandote y un gran abrazo de Papá.»
 
Una hermosa y triste despedida de un amante padre a sus amados hijos. De un revolucionario que como Lenin pensaba que «la revolución empieza en casa».
 
Ahora mismo en las redes sociales podemos ver imágenes y comentarios recordando al guerrillero heroico, algo que por supuesto debemos hacer para honrar a un camarada que entrego su vida a la lucha por la justicia social y la emancipación de los pueblos del mundo.
 
Pero no podemos perder de vista que el Che fue un verdadero revolucionario, un comunista consecuente, un hombre capaz de vivir y morir dando ejemplo, el Che fue un cuadro comunista y un líder de la revolución, no fue ni un romántico, ni un aventurero, ni un santo.
Ernesto Guevara se instruyó, teorizó y lo más importante fue capaz de participar en la inmensa tarea de construir el socialismo en Cuba.
 
El Che Ministro de Industria, el Che presidente del Banco Nacional de Cuba, el Che Comandante, el Che embajador de la revolución Cubana en el mundo, el Che ejemplo vivo de esfuerzo solidario e internacionalismo.
 
Muchos jóvenes y no tan jóvenes llevan la camiseta con la imagen del Che, pero me pregunto cuántos han leído su obra, cuantos se han esforzado en conocer su vida y cuantos se esfuerzan cada día por seguir su ejemplo.
 
Es necesario reivindicar la figura del Comandante Guevara más allá del «merchandaisin», es preciso exigir a todo aquel que se dice comunista, Guevarista, o admirador del Che, que lo estudie, porque no debemos elevarlo a los altares, el Che era un hombre, un amigo, un hijo, un padre, no un ser de otro planeta, ni un santo, el Che era un comunista que no pegaba tiros por diversión, hacia la revolución, lucho por un ideal, lo dio todo, hasta la vida en el camino hacia el horizonte socialista.
 
Recuerdo con nostalgia aquel año 1997 en el que tuve la oportunidad de visitar la tumba del Che y sus compañeros de guerrilla en Santa Clara, tenía yo 23 años, para mí era el ejemplo de lo que yo quería ser, era la guía de lo que debía ser un comunista, a día de hoy sigo pensando lo mismo.
 
Reivindico la necesidad de conocer al Che, su biografía pero también y sobre todo su obra.
 
Debemos conocer la vida del Che Guevara, como pensador, político, médico y luchador por la reivindicación de los pobres.
 
Hasta siempre comandante!

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