Juanlu González •  Opinión •  07/08/2023

La Base de Rota, herencia franquista y antidemocrática

ussroosevelt_danielle_baker.jpg
El USS Roosevelt, uno de los destructores destinado en la Base de Rota

En junio de 2022, tras el encuentro que mantuvieron Pedro Sánchez y Joe Biden en la cumbre de la OTAN celebrada en Madrid, el Gobierno español anunció oficialmente el, más que previsible, visto bueno a la petición norteamericana de despliegue de dos destructores más, junto con sus dotaciones de personal, en la Base Aeronaval de Rota. 

En mayo de este año, la ministra Margarita Robles y la embajadora de Estados Unidos, Julissa Reynoso, comunicaron definitivamente la el acuerdo de ampliación de los efectivos militares norteamericanos, mediante la adición de más de 500 militares (con sus correspondientes familias) a los 3.200 marines ya destinados en la base gaditana. El objetivo, jamás explicitado claramente, reforzar el escudo antimisiles que el Pentágono ubicó en Rota para rodear a Rusia de bases militares y balcanizarla, troceándola en estados más pequeños y manejables.

El despliegue de dos nuevos buques de la Marina de los Estados Unidos en la Base Naval de Rota, para unirlos a los cuatro ya existentes de la clase Arleigh Burke, es una decisión a todas luces antidemocrática, tomada a espaldas de la opinión popular, e incluso obviando al Parlamento de Madrid, que sitúa al Estado español en el bando de la guerra eterna y en el lado equivocado de la historia. 

La sumisión de este gobierno, autodenominado como el más progresista de la historia contemporánea del país, a los intereses belicistas Estados Unidos es una vergüenza que califica, no sólo al PSOE, sino también a sus socios de gobierno, cómplices de esta disparatada decisión inexplicable frente a su electorado, frente a sus bases, su historia y sus programas electorales. 

EE.UU. es una potencia en declive militar y económico que ha mantenido su dominio global gracias a la guerra permanente y a una red de bases militares —como la de Rota— con la que ha conseguido robar los recursos naturales de infinidad de países para mantener su hegemonía. Es el responsable directo del 81% de las 248 guerras que se han mantenido en el mundo tras la II Guerra Mundial. En ese tiempo han bombardeado a 1/3 de los países del planetaSólo desde el 11 de septiembre de 2001, en solitario o bajo el paraguas de la OTAN, han asesinado a más de seis millones de personas y en todos esos escenarios, la base norteamericana de Rota ha jugado un papel destacado. La firma de este acuerdo es un insulto a la humanidad, a los derechos humanos, a la libertad y la soberanía de los pueblos.

Los voceros del gobierno insisten que la ampliación de la base traerá más prosperidad a Rota y a la Bahía de Cádiz. Eso es absolutamente falso, pero lo repiten cada vez que van a traicionar la voluntad popular expresada en el referéndum de 1986. Basta ver las recientes protestas sindicales de los representantes de los trabajadores y trabajadoras o las pancartas colocadas en las entradas a la base, para comprobar cómo se va perdiendo empleo neto progresivamente y, sobre todo, cómo paralelamente se deterioran las condiciones laborales.

El hoy ex-presidente Rodríguez Zapatero prometió mil nuevos puestos de trabajo para la zona cuando se instaló el escudo antimisiles y, desde entonces hasta hoy, no se ha creado ni uno solo. Al contrario, se han perdido 133 empleos. Esa es la dinámica. La Base de Rota no trae prosperidad a la ciudad, sus estadísticas en materia social son bastante similares a los de la bahía gaditana donde no hay influencia de esta instalación militar extranjera. Si hay algún dato donde Rota se encuentre a la cabeza de todo el Estado español, es en las afecciones de algunos tipos de tumores inexplicables, como así recoge el Atlas Nacional de la Mortalidad en España de 2020.

El escudo antimisiles del que Rota forma parte desde 2013, se instaló con mentiras y engaños. Aunque, oficialmente se afirmaba que iba dirigido a defender Europa de la creciente capacidad balística coreana e iraní (entonces en conflicto permanente con el occidente global por su programa nuclear civil), todos los analistas convenían que era una infraestructura dirigida contra Rusia, como así ha tenido que reconocerse a posteriori. Lo que sucedía por aquel entonces es que las relaciones con Moscú eran en apariencia «cordiales» y algo así podría enturbiar el acercamiento diplomático que se quería demostrar en público. No obstante, Estados Unidos seguía secretamente con los viejos planes de cercar a Rusia de instalaciones militares para anular su capacidad ofensiva que es, a la postre, el detonante que ha causado el actual estallido de guerra en Ucrania, que tanto daño está haciendo a las clases trabajadoras de todo el continente.

Ese es el motivo por el que las armas nucleares más potentes de Moscú, indetectables por su naturaleza hipersónica, estén apuntando a Rota, como anunció en 2011 el entonces presidente Medveded, al no recibir garantías de que el «escudo» no se instalaba contra Moscú ni se iba a permitir a Rusia a formar parte del mismo. Aplicando un simulador norteamericano de ataque nuclear a la Base con la bomba nuclear más potente en manos rusas, los datos resultantes son escalofriantes y hablan por sí mismos: casi medio millón de muertos y más de 750.000 heridos, llegando sus efectos nocivos a un triángulo formado por vértices en las poblaciones de Tarifa, Sevilla y Huelva. No digamos qué sucedería si en la deflagración explotaran además los polvorines norteamericanos roteños, donde no podemos obviar que hubo decenas y decenas de bombas nucleares y que no es descartable que aún las haya.

La Base norteamericana de Rota también constituye un grave peligro sin que exista un conflicto bélico de por medio. Al estar situada junto a un espacio natural protegido declarado, entre otras cosas, por la abundancia de aves acuáticas, los choques de aviones con estos animales se hacen cada día más frecuentes, poniendo en peligro la integridad de pilotos y aparatos… además de la de los centenares de miles habitantes que circundan la instalación. 

En 2013 se desveló que un Galaxy literalmente se tragó una bandada de flamencos con una de sus turbinas, provocándole un incendio y obligando al enorme avión a volver al aeropuerto y practicar un aterrizaje de emergencia tras sobrevolar peligrosamente la ciudad de Rota a baja altura. Existió peligro real de accidente “lo que hubiera supuesto una catástrofe de incalculable magnitud”, como han denunciado miembros del Sindicato Unificado de Policía. Es fácil imaginar lo que podría provocar la caída de un enorme Galaxy cargado de combustible y armamento desplomándose sobre una ciudad muy poblada. En 2017 otro avión de estas características tuvo que hacer un nuevo aterrizaje de emergencia, en este caso sin tren de aterrizaje delantero. No han sido los únicos casos.

Para colmo, incluso la Fiscalía General del Estado, en su Memoria anual correspondiente al año 2011 admitió que el escudo antimisiles suponía un grave peligro porque se había convertido en un claro objetivo del terrorismo yihadista. Este tipo de informaciones y noticias se hurtan al debate público cuando se habla de la instalación militar, como sucedió con el intento de atentado de 1988 que acabó con la explosión de una bomba en la playa de Punta Candor que, afortunadamente, no causó víctimas pero pudo acabar en masacre.

Andalucía es tierra de paz, de diversidad, e integración. El pueblo andaluz no merece ser convertido en plataforma de guerras contra otros pueblos ni en objetivo militar de otras naciones. Estados Unidos no es ni ha sido garante de la libertad o de la democracia en ningún lugar del mundo, por el contrario, ha sido y es un factor de inestabilidad, de guerras, de caos y de muerte en todo el mundo. Recordemos a los millones de muertos —directos e indirectos— de Irak a los que Rota contribuyó a asesinar, con más de medio millón de niños y niñas muertas por causa de unas armas de destrucción masiva que no existían. Recordemos a las decenas de miles de asesinados en Libia por una supuesta represión contra civiles inventada por Estados Unidos y sus aliados regionales. Recordemos a las víctimas en Siria, a veces bombardeadas físicamente desde los propios destructores situados en Rota. 

No, la Base de Rota no es un centro de trabajo, ni una fuente de riqueza para la provincia de Cádiz o Andalucía.  Aquello sólo es un nido de terroristas y mercenarios que siembran la muerte y la destrucción por todo el planeta. Da verdadera pena como políticos presuntamente de izquierdas le lamen las botas a los generales norteamericanos, criminales contra la Humanidad que por cada estrella tienen en su haber miles de muertos inocentes. Esa es la catadura moral de nuestros dirigentes, los que nos han gobernado, los que nos gobiernan y los que prefieren mirar para otro lado mientras llegan a Rota más máquinas para matar.

¿Qué sentido tiene ofrecer el suelo andaluz a tropas extranjeras en guerra con medio mundo? La base norteamericana está aquí sólo para robar los recursos de África y Oriente Medio y someter a sangre y fuego a los pueblos que se opongan a los designios imperialistas de EEUU. Ya es hora de acabar con esta herencia franquista y antidemocrática. El referéndum de 1986 exigía la reducción de la presencia estadounidense en nuestro país, no su ampliación permanente. Las tropas, aeronaves y buques de Estados Unidos deben volver cuanto antes a su tierra y, paralelamente, el Estado español debe recuperar la soberanía cedida por el dictador a la potencia imperial, algo que ningún gobernante posterior se ha atrevido siquiera mínimamente a cuestionar.

Fuente: https://www.bitsrojiverdes.org/wordpress/?p=21991


Opinión /