Juanlu González •  Opinión •  08/10/2022

Datos para comprender la evolución de los frentes de la guerra de la OTAN contra Rusia

Últimamente se nota cierto grado de desasosiego entre la opinión pública contraria a la OTAN por causa de la marcha de la guerra. Y no es para menos, las noticias que nos llegan de los frentes de batalla no parecen muy prometedoras, como la retirada masiva de la provincia de Jarkov o de la ciudad de Lyman en Donetsk. Sin embargo, no todo es tan simple. Hay que tener en cuenta que una cosa es una batalla y otra bien distinta una guerra y la mayoría de los que escriben del tema lo hacen desde un punto de vista partidario, propagandístico y sin la más remota idea de estrategia militar. Habitualmente repiten los teletipos emitidos por las grandes agencias internacionales de Occidente sin que se pase por el más mínimo filtro de la pura lógica o la profesionalidad periodística. Se pierden así el 80% de las informaciones del campo de batalla. 

Estos días atrás Rusia y sus aliados han tomado nuevos territorios en Kherson y en Donetsk que nunca alcanzarán los medios de masas. Hoy mismo se han hecho cargo de 5 pueblos y avanzado varias decenas de kilómetros sin que la información salga en ningún medio. Sin embargo, una pérdida de una aldea se magnifica hasta predecir la derrota total de Rusia y la destitución de Putin. Lo mismo sucede con las protestas contra la guerra: si acontecen en Moscú acaparan los titulares de todos los informativos, si se hacen en Europa se ocultan, se desprecian o se deslegitiman. Obviamente, estudios europeos y norteamericanos que demuestran que Putin es el líder mundial más respetado por su pueblo, jamás se publicarán porque desmontan el relato creado por la falsimedia. Así las cosas, es mejor no preocuparse demasiado por lo que nos cuenten, porque la realidad suele ser casi siempre al revés de lo que se publica. Pero, a pesar de todo, entremos al análisis detallado.

Es evidente que ambas retiradas han sucedido, así lo reconoció en su momento la portavocía del ejército ruso, pero pocos comentan las noticias completas o las razones que puede haber detrás de un movimiento así. Cuando Rusia se enfrenta militarmente en desventaja numérica, con una proporción de cuatro a uno o incluso más, cuando los mandos ucranianos actúan con su propio ejército como verdaderos kamikazes, lo más sensato es retirarse y usar la artillería para cubrir los movimientos de las tropas con la aviación y la artillería. Las pérdidas en vidas humanas y equipo del lado de Kiev fueron brutales, de bastantes miles de personas. Las de Rusia y los aliados, mínimas. Lo mismo pasó recientemente en las zonas del sur con algunas tomas temporales aireadas hasta la extenuación. Literalmente se enviaban soldados al matadero sin ningún tipo de miramientos. En no pocos casos se les permitía avanzar entre las líneas rusas como un calcetín y luego se las atacaba por los flancos. Apenas les llegaba para colocar una bandera para la foto y salir huyendo para salvar sus vidas. 

La supuesta lentitud en el avance, que choca de plano con los momentos iniciales de la ofensiva, hace pensar en que la guerra está estancada, ese es el mensaje que han tratado de transmitir en los últimos meses. Sin embargo, esa visión responde a la decisión del mando ruso de un cambio de estrategia para minimizar las bajas propias, asegurando el avance sobre terrenos enormemente fortificados, con centenares de kilómetros de trincheras reforzadas con hormigón y con búnkeres intercalados cada pocos metros para refugiarse en caso de ataque. La ofensiva rusa de 2022 estaba más que descontada por Ucrania y EEUU (fue deliberadamente provocada) como mínimo desde 2019 y los territorios en el objetivo estaban perfectamente preparados para resistir avances de infantería y de blindados. Por si fuera poco, han llegado armas antitanque al país como si fueran caramelos y es una locura enviar tanques allí a pecho descubierto.  Así pues, los asaltos se producen sólo cuando las defensas han sido “ablandadas” lo suficientemente como para evitar las bajas. Y eso lleva tiempo, cosa que parece sobrarle al ejército ruso una vez cubierto el frente económico con bastante solvencia.

Asimismo, habría que considerar que el apoyo anglosajón es cada vez mayor. Buena parte de los operadores de las armas más modernas enviadas por la OTAN mercenarios y oficiales occidentales encubiertos. Las coordenadas de los lanzacohetes múltiples las proporcionan los satélites del Pentágono y de empresas privadas norteamericanas, no es ningún secreto. Esta guerra siempre fue de la Alianza Atlántica contra Rusia usando a los ucranianos como proxies y carne de cañón, aunque muchos no quisieron verlo así al principio. Todo ello suma para ralentizar la marcha de las fuerzas de Moscú y sus aliados; pero si, además, no se informa de los avances diarios, que los hay y muchos, sobre el terreno, se puede caer en la sensación de que la guerra va, como poco, empatada.

Por otro lado, es innegable que en algunas zonas del frente, la iniciativa corre a cargo del ejército ucraniano y de la OTAN, pero los pocos éxitos que cosechan lo hacen a unos costes altísimos en vidas y equipo y las fuerzas rusas saben que el tiempo juega a su favor. Y no me refiero al tiempo atmosférico, que también, sino al devenir de los días y las horas. Al margen de que pasar días en una trinchera cubierta de nieve no debe ser un plato de gusto para nadie, los arsenales europeos están vaciándose a una velocidad enorme, las armas más potentes enviadas por EEUU, como los HIMARS, están muy cerca de ser eliminadas en su totalidad y los remplazos llegarán dentro de muchos meses o quizá en un año. El ejército ucraniano ha perdido muchísimos de sus efectivos y prácticamente lo mejor de sus filas. Ahora llaman a reclutar a gente sin ninguna experiencia, solo con unos pocos días de entrenamiento compatible con el armamento de la OTAN y los lanzan al frente de batalla sin más miramientos. 

La crisis económica está haciendo mella en Europa y los gastos de la guerra y del mantenimiento del estado ucraniano no van a poder ser asumidos por una ciudadanía cada vez más reacia a jugar a las guerras norteamericanas si ello los empobrece aún más como está sucediendo. Occidente está cada vez más aislado y lo que antaño era una flamante “Comunidad Internacional” hoy se ha visto reducida a poco más que la OTAN. Dentro de poco, a los BRICS les van a faltar letras del abecedario, la OCS cada día se refuerza más. La OPEP+ dejó de hacer seguidismo de Estados Unidos. El mundo entero se les escurre de las manos, el dólar ya quema en muchos países y mercados. 

Los atentados terroristas norteamericanos contra los Nord Stream 1 y 2 han sido la gota que ha colmado el vaso, han ido a cargarse la seguridad energética europea en general y alemana en particular para tener una posición ventajosa para sus propios y caros hidrocarburos. Washington también libra esta guerra contra Europa. El silencio de la UE, la falta de reproches a Biden, indica que nuestros dirigentes nos están traicionando. No defienden nuestros intereses, sino los de Estados Unidos, cada día es más evidente que sólo somos una pieza en su tablero global y que nos están sacrificando para mayor gloria de un imperio decadente, en declive acelerado, que quiere acabar con sus competidores al precio que sea para lograr mantenerse unos años más en el trono. 

Y no, no se trata de defender la democracia. De hecho el régimen de Ucrania es producto de un golpe de estado fascista, controlado por oligarcas que compran milicias neonazis e incluso ponen y quitan presidentes cuando ellos mismos no ostentan directamente ese cargo. Zelensky es un mal cómico, corrupto hasta las cejas, con grandes sumas de dinero evadido en paraísos fiscales al que la prensa trata de elevar a los altares como el Moisés bíblico de nuestro tiempo, como defendía un hagiógrafo suyo en la prensa de referencia española. Sus reportajes en falsos escenarios bélicos para el Vogue denotan que su figura solo es pura tramoya al servicio de intereses ajenos a la propia Ucrania. Pero sabe que va a correr un destino parecido al de Napoleón, no puede ser de otra manera. Rusia está aún en fase de “operación especial”, la guerra aún no ha comenzado de verdad. 

El reciente reclutamiento va a posibilitar a Moscú dar un salto cualitativo en la guerra, dejando bien resguardadas sus fronteras por si se generaliza el conflicto y los directores y actores secundarios de la guerra deciden salir a escena desde bambalinas. Además en el ámbito disuasorio, los sistemas hipersónicos Sarmat-Avangarde están listos igual que los submarinos Belgorod con los torpedos Poseidón, el “arma del apocalipsis”, creadores de tsunamis nucleares. Con la retaguardia protegida y tropas experimentadas de refresco, es muy probable que, en cuanto lleguen a los frentes de batalla, se inicie una gran ofensiva y una nueva fase de la contienda que ya se podrá denominar guerra abiertamente al culminarse la adhesión de las 4 repúblicas a la Federación y ser consideradas, al menos a efectos internos, como partes integrantes de Rusia. De hecho, todo indica que ya ha comenzado.

En definitiva, aún hay muchas cartas que jugar por ambas partes en los próximos meses. La mirada a largo plazo, la paciencia estratégica son virtudes en estas lides bélicas. A veces es necesario sacrificar una reina para ganar la partida. Lo único cierto es que, en este momento, Rusia ha situado de facto territorios del tamaño de Portugal dentro de sus fronteras y, conforme pase el tiempo, estarán acorazados de manera que harán falta muchos más efectivos y medios para asaltarlos. Por eso líderes militares ucranianos defendían que tenían que recuperarlos como fuera antes del invierno, porque luego sería poco menos que imposible hacerlo. Tic, tac, tic, tac. 

Sin embargo, todavía hay tiempo para jugar la carta de la Paz. Una paz basada en el derecho de autodeterminación de los pueblos a los que el régimen de Kiev les negó el pan y la sal y a los que bombardea a diario indiscriminadamente. Ese escenario ya se preparó en Turquía, pero los verdaderos amos de Ucrania (EEUU y UK) no les permitieron seguir adelante con las negociaciones. No en vano llevan apostando por la guerra desde 2014 y, si me apuran, desde 1991.


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