Se consolida el éxito de la huelga general feminista
Hoy en CNT todavía saboreamos la energía, el calor, el grito unánime de todas las personas que ayer inundaron las calles de Madrid. El alma de mujer que se respiraba por todas partes. El rostro feminista, las miradas puestas en hacer camino.
Por segundo año consecutivo, las imágenes aéreas que mostraban las televisiones no daban buena cuenta del estruendo que llenaba el aire, ni la alegría desbordante que se contagiaba desde que uno subía al tren de cercanías o al metro, para intentar llegar a cualquiera de los puntos donde los distintos colectivos habían quedado para reunirse. Desde primera hora de la tarde, ya no cabía un alfiler en las calles, a pesar de que las convocatoria para la manifestación fueran horas después.
Atrás quedaba el intenso trabajo de las compañeras de la CNT, asistiendo a mil asambleas y colectivos de barrios, reunidas con grupos de mujeres, organizando talleres de formación interna, dando charlas en centros de trabajo, en mil sitios, sin parar desde hace meses y meses.
Organizadas en los comités de Huelga, legalizando documentación o negociando los servicios mínimos con empresas y administraciones. Y de su fruto extraordinario, complejo, arduo y difícil para un sindicato que no tiene ni liberadas, ni subvenciones, ni grandes estructuras, de pronto la magia de la revolución, de la Huelga, del apoyo mutuo, la conquista de los sueños comunes.
Por un día, como el principio de lo que ha de ser el porvenir, todas y todos fuimos compañeras en la calle. Al lado de las Comisiones 8M, de las compañeras de la PAH, junto a las luchadoras mujeres de “Territorio Doméstico”, las comunidades gitanas, poniéndole voz a todas las mujeres de otros lugares, de otros mundos. Juntas. Imparables.
La jornada había empezado el jueves, día 7 a última hora. Por todo el territorio español se organizaban los sindicatos, los piquetes de huelga, los grupos de comunicación, los espacios de cuidados. Los compañeros se habían puesto el mandil y arremangado con decisión para dejar la calle y la palabra a las mujeres. En todos los sindicatos se organizaban en nuestros locales desayunos, comidas y lugares dónde niños y ancianos podían descansar, a cargo de nuestros compañeros.
Apuntados y denunciados quedan los intentos de boicot a la huelga por parte de las instituciones del Estado. Hemos vivido cómo el Ayuntamiento de Madrid impidió el paso a la megafonía del Bloque de Clase y Combativo según una nueva ordenanza, cómo el de Valladolid no permitió la entrada a las compañeras del comité de huelga a sus instalaciones, cómo la policía de Barcelona arrinconó a las compañeras defendiendo el castillo capitalista de El Corte Inglés. Y otros muchos ejemplos de cómo la política se llena la boca con intenciones feministas y luego utiliza sus armas contra nosotras.
Hoy, el día después de otro histórico 8 de Marzo, no vamos a quedarnos paradas. Vamos a despegarnos de ese suelo pegajoso que suele engullirnos, y sentaremos las bases para desmantelar este depredador sistema capitalista. Amamos la Madre Tierra que pisamos. Sabemos lo que significa cooperación y apoyo mutuo. No nos interesa el éxito, ni la ambición. No queremos participar en ninguna forma de poder o dominación. No nos interesa reproducir las estructuras jerarquizadas del sistema patriarcal.
El Estado no podrá nunca garantizar la igualdad. Horizontalidad, solidaridad, elevar la mirada más allá de nuestro territorio. Humanidad, en femenino, esa será nuestra estrategia a la hora de terminar con todas las relaciones de dominación.
Ya no hay vuelta atrás. Nos queremos vivas. Libres. Lindas. Locas. Y no vamos a parar hasta que nuestra voz dé la vuelta al mundo de extremo a extremo del planeta. Ayer sentimos que teníamos fuerza. Qué juntas y organizadas vamos a cambiar el mundo. No tenemos prisa. No pararemos hasta conseguirlo. Y en ese viaje hacia el horizonte, aprenderemos a desaprender y a construir ese mundo nuevo que llevamos en nuestros corazones. El mañana es nuestro, compañeras.