El antecedente chino de la guerra económica contra Venezuela
La actual y ya muy prolongada guerra económica contra Venezuela, ideada, planeada y organizada por Estados Unidos, tiene muchos y sanguinarios antecedentes: China, Corea, Cuba, Chile, Vietnam, Nicaragua. Véase el caso de China. La guerra económica comenzó en 1949, es decir, desde el triunfo de la revolución encabezada por Mao Tse Tung.
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La orden de iniciar esa forma particular de genocidio partió del entonces presidente estadounidense Harry S. Truman, el mismo que ordenó los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. Como nos la recuerda Doménico Losurdo, el plan de Truman es “hacer que China sufra la plaga de un nivel de vida general cercano o por debajo de la subsistencia; provocar un atraso económico, un retraso cultural, una primitiva y descontrolada tasa de natalidad, desórdenes populares; infligir un costo pesado y prolongado a la entera estructura social y crear, en última instancia, un estado de caos. Hay que llevar a China hacia una situación económica catastrófica, hacia el desastre y el colapso.
“Esta pistola económica apuntada contra un país superpoblado es mortal, pero a la CIA no le basta: la situación provocada por las medidas de guerra económica y bloqueo naval podría verse agravada ulteriormente por una campaña de bombardeos aéreos y navales contra puertos seleccionados, construcciones ferroviarias, estructuras y depósitos industriales”.
Con las lógicas diferencias de tiempo y lugar, esa misma estrategia de guerra económica y colapso inducido se repite ahora en Venezuela. Parte medular de ese plan macabro de llevar a Venezuela al desastre es la tristemente célebre orden ejecutiva de Barack Obama que declaró al país caribeño como “una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional de Estados Unidos”.
La guerra económica asume diversas formas. Desabasto artificial de comida y medicinas, especulación monetaria y cambiaria, asesoramiento y financiamiento de grupos sociales antagónicos al gobierno, organización de disturbios (las famosas guarimbas), presión, censuras y agresiones de países imperialistas y de naciones subordinadas a éstos, utilización de los organismos internacionales para lograr el aislamiento de la nación atacada. El muy actual comportamiento de la OEA contra Venezuela recuerda nítidamente el caso de la condena y posterior expulsión de Cuba del desprestigiado organismo.
Como lo sabe cualquier lector medianamente informado, la guerra económica contra China y contra Cuba no ha cesado. Ambos países sufren todavía un delirante bloqueo económico, comercial y financiero. Y al recordar la orden de Truman de bloquear los puertos chinos, cómo no traer a la memoria el bloqueo naval y el minado de los puertos nicaragüenses en tiempos de Ronald Reagan.
Ahora mismo y desde hace veinte años estamos asistiendo en Venezuela a una reedición de la política de guerra económica puesta en práctica contra el gobierno socialista del presidente Salvador Allende por Richard Nixon y Henry Kissinger. La estrategia y la finalidad son las mismas: generar descontento e irritación sociales; hacer que la población pase hambre, que sufra desesperanza, que decida cambiar de gobierno o atenerse a las funestas consecuencias.
Chile y Nicaragua sucumbieron a la guerra económica, no así China, Corea, Vietnam y Cuba. En el país andino un golpe militar derrocó al gobierno. En Nicaragua el descontento popular inducido llevó a la derrota electoral del sandinismo. Estados Unidos trabaja en Venezuela la opción del caos social, pero no descarta ni el golpe de Estado ni la invasión militar directa.