Colectivo Puente Madera •  Opinión •  09/10/2016

Los años cafres

Bárbaro, cruel y zafio. ¿Podría ser esa una definición de Donald Trump? Si así fuera, según la Real Academia Española de la Lengua, Trump sería un cafre. Si, según la RAE, bárbaro es inculto, grosero y tosco, Trump lo es. También es Trump cruel, pues se complace en los padecimientos ajenos. Zafio es alguien grosero, tosco y carente de tacto en sus modales, y el candidato republicano lo es también. O sea que, según la RAE, Trump es un cafre con todas las de la ley.
 
Estos años del siglo XXI nos están regalando cafres internacionales de tomo y lomo. El primero de ellos sería Donald Trump por la trascendencia que tendría que un sujeto así pudiera llegar a ser presidente de la primera potencia mundial. Aunque no fuera así, da mucho qué pensar que este tipo haya obtenido ya el apoyo de millones de votantes republicanos. ¿Qué defecto le falta a este personaje? Parece salido de un chiste: racista, machista, xenófobo, islamófobo… No sabe uno por dónde comenzar con él.
Pero, ¿qué nos dicen del estreñimiento mental muestran otros cafres políticos de la vieja Europa? El patético Nigel Farage, fundador del eurófobo partido británico UKIP, dice que el hecho de sus eurodiputados se golpeen hasta casi la muerte es un hecho normal cuando discuten hombres. Una frase que encantaría a Hitler, Mussolini y Millán Astray. Muera el diálogo, viva la violencia. Mientras, la Primera ministra británica toca el cuerno para que comience el acoso a los inmigrantes comunitarios, entre los que se encuentran casi 200.000 españoles.
 
Cruzando el Canal de La Mancha se multiplica el número de cafres: la extrema derecha es la primera fuerza política en Holanda, Marine Le Pen sueña con ser la presidenta de Francia agitando el miedo y el odio. En Dinamarca se comportan como matones requisando el dinero a los refugiados que huyen de una guerra. Y en Alemania, el líder de Pegida ha sido juzgado por llamar públicamente “chusma” y “ganado” a los refugiados y, aunque parece que su movimiento se estanca la triste realidad es que ha sido absorbido por uno más fuerte y peligroso, Alternativa por Alemania
 
Mientras, en la última hornada de socios comunitarios, que tanto se han beneficiado de la solidaridad dentro de la UE, los cafres se extienden como la gangrena: en Polonia se repiten las manifestaciones contra refugiados e inmigrantes, a pesar de que es un país con un índice bajísimo de inmigración y que al mismo tiempo tiene a casi un millón de compatriotas en Reino Unido… que a su vez son odiados por la extrema derecha británica; en Hungría el presidente que levantó alambradas contra personas agotadas e indefensas ha intentado ahora, mediante un referéndum, eludir sus compromisos con la UE para acoger a… ¡1300 refugiados! En Macedonia (ARYM) el gobierno ha ordenado a soldados y policías que maltraten vergonzosamente a civiles indefensos.
 
La Europa del capital se ha demostrado un fracaso, y la Europa de los burócratas también. Pero ese fracaso no pueden aprovecharlo los líderes cafres. No tan llena de odio y desconfianza, Europa sí está llena de millones de personas, especialmente de jóvenes, que se han acostumbrado a relacionarse, a cruzar fronteras, a hacer turismo, a estudiar, a aprender idiomas, a valorar sus libertades… El pasado de nuestro continente y del planeta está lleno de guerras y dolor, pero el presente es diferente y el futuro no está escrito. Tenemos que hacer que estos años cafres llenos de líderes gañanes sean un paréntesis, no un punto y final.
 
 
 
@CPuenteMaderaAB

Fuente: http://colectivopuentemadera.blogspot.com.es/2016/10/los-anos-cafres.html


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