Miguel Ángel López Muñoz •  Opinión •  10/04/2025

Banalidades de “cuaresma”

Pensado para poder explicar cómo había sido posible el horror provocado por el nazismo con la Shoá, con el término «banalidad del mal», Hannah Arendt (1906-1975), dejó pensando al resto de teóricos políticos y filósofos. Durante el juicio celebrado en Jerusalén contra el nazi Adolf Eichmann, Arendt identifica la falta de reflexión, la obediencia ciega y la incapacidad para relacionar pensamiento y acción, como las causas últimas de sus crímenes, antes que el odio o una perversidad natural. Eichmann es un hombre normal, que se limitaba a cumplir órdenes de forma irreflexiva, como un burócrata disciplinado, incapaz de reconocer y asumir la responsabilidad derivada de sus acciones.

Lejos de lo siniestro de cualquier tipo de genocidio, la «banalidad del mal» pervive como forma de explicar la estupidez humana: la falta del pensamiento crítico, la carencia de reflexión, la comodidad de la obediencia, el placer tranquilizador de formar parte del engranaje mayoritario, como meros autómatas acríticos. En este sentido, la «banalidad del mal» nos acoge y termina por disolver el valor heroico de tantas posibilidades que nos asaltan de forma cotidiana para hacer frente a la ignominia, a la injusticia, a la imposición, al privilegio, a la indiferencia, a la discriminación.

No he podido evitar el recuerdo de este concepto de Arendt, al ver a mi alrededor tanta irracionalidad a la hora de sumarse a exaltaciones de la más rancia mitología altomedieval cristiana, por parte de instituciones públicas. En la ciudad de Córdoba, su Diócesis, junto con la parroquia de san Pelagio, han organizado la “I Carrera san Pelagio”, 24 horas de relevos que, según sus organizadores, “Es más que una prueba de atletismo. Pretendemos desarrollar un conjunto de valores y al mismo tiempo resaltar la figura de este Niño Santo que destacó por un camino de entrega y de virtud, de fidelidad y perseverancia, renunciando al pecado y pretendiendo siempre mirar hacia las virtudes del cielo. […] Todos de una u otra forma ganamos por estar dentro de una gran familia que se une ahora para conseguir el hito correr 24 horas, para recordar y actualizar la figura de San Pelagio”. Pero ¿quién fue este tal Pelagio? Dentro de los actos conmemorativos del año jubilar de este supuesto personaje, hecho santo por la iglesia católica, hace 1100 años, en el año 925, el joven de 14 años Pelagio, se resistió a renunciar a su fe cristiana y a tener contactos sexuales con el califa cordobés Abderramán III. Qué maravilla de recuperación hagiográfica por parte de la Diócesis de Córdoba: el tal Pelagio o Pelayo, no sólo fue mártir por defender su abnegada fe cristiana, sino por mantener su virginidad ante el pederasta “moro”. Qué buen exorcismo histórico para seguir encubriendo los cientos de miles de casos de pederastia de la iglesia católica en España y, de paso, hacer un guiño a la ultraderecha islamófoba.

Nada nuevo entre lo que proviene de esta organización religiosa mantenida por el Estado español. Lo irreflexivo y lo estúpido es que esto ocurra en la misma ciudad de la que se pretende desfigurar y humillar su historia y el pasado del primer califa andalusí, Abderramán III: de tez blanca, hablante de lengua romance y, en cuya época, Córdoba sería una de las ciudades más prósperas del mundo, tanto desde el punto de vista comercial, como cultural.

Sin embargo, la burla y el intento de humillación histórica encuentra un grado mayor de banalidad: la carrera proyectada para el 25 de abril cuenta, entre otros organismos públicos, cuenta con alumnado de centros de enseñanza públicos de la ciudad de Córdoba.

¿No sería conveniente que tanto director o directora voluntariosos con la solicitud eclesiástica, se detuvieran a pensar un poco, reconocer el carácter confesional del acto – que, además, incorpora una misa en su programación paralela–, asumieran su condición de funcionarios que conocen, cumplen y hacen cumplir la normativa vigente, por ejemplo, del Estatuto de Autonomía de Andalucía o la de Ley de Educación de Andalucía, cuando afirman: “La enseñanza pública, conforme al carácter aconfesional del Estado, será laica”? ¿No sería necesario que tanto profesorado ahogado en burocracia y en ratios descabelladas se detuviera a pensar que no es posible hacer compatible la mitología religiosa con su labor docente de enseñanza y ejercicio en razonamiento matemático, análisis de datos empíricos, pensamiento crítico o lógica?

Con este tipo de banalidades cotidianas, que permiten la pervivencia de la irracionalidad compartida, como forma de construir imaginarios falsos y de odio, no solo se desprecia uno de los principios básicos de la democracia y de nuestra Constitución, el principio de laicidad y su protección del derecho fundamental de libertad de conciencia, especialmente de los menores, sino que se contribuye de forma efectiva tanto a la reproducción ideológica del negocio de la fe, como a la educación como forma de asumir la esquizofrenia a la hora de distinguir entre racional e irracional, entre ciencia y superstición o entre dato y relato.

La lista de banalidades podría continuar y no es de menor importancia la participación de escolares en representaciones cofrades de “Semana Santa”, bajo la organización de la enseñanza pública, mientras el Servicio de Inspección Educativa, la Administración y la mayor parte de Sindicatos de Enseñanza, “miran para otro lado” o, directamente, lo aplauden con alborozo.

Más allá de la Educación igual encontramos en Sanidad, pero con el mismo patrón de violación de la neutralidad estatal en el ámbito de creencias y convicciones. En el Hospital Materno-Infantil de Málaga, la dirección del Hospital Regional Universitario ha organizado una Semana Santa particular para residentes y profesionales de carácter religioso-militar, con la Cofradía de Mena y la “Legión” o las Reales Cofradías Fusionadas, junto con la Brigada Paracaidista “Almogávares VI”.

A veces, la banalidad no solo produce daño, sino que también da vergüenza.

*Miguel Ángel López Muñoz.

Coordinador de Andalucía Laica y miembro de Colectivo Prometeo.


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