Germán Gorraiz Lopéz •  Opinión •  10/05/2018

¿Están Irán y Siria en el punto de mira del Pentágono?

La Doctrina Carter inspirada por Brzezinski (1980), tenía como objetivo la implementación en Oriente Próximo y Medio del llamado “caos constructivo”, concepto que se basaría en la máxima atribuida al emperador romano Julio César “divide et impera”, para lograr la instauración de un campo de inestabilidad y violencia en la zona (balcanización) y originar un caos que se extendería desde Líbano, Palestina y Siria a Iraq y desde Irán y Afganistán hasta Pakistán y Anatolia (Asia Menor). Oriente Medio y Próximo presentan un paralelismo sorprendente con los Balcanes y la Europa centro-oriental de los años que provocó la Primera Guerra Mundial, tras la que los vencedores procedieron a rediseñar las inestables fronteras de de dicha zona dibujando unas fronteras virtuales que provocaron un extenso periodo de agitación, de violencia y de conflictos en la zona como consecuencia de los conflictos étnicos derivadas de unas fronteras artificiales amén del choque de intereses económicos de las principales potencias europeas en la zona.

Así, el ex-presidente de Egipto, Hosni Mubarak, (derrocado por su negativa a la instalación de bases norteamericanas en suelo egipcio), reveló en una entrevista al diario egipcio El-Fagr la existencia del presunto plan para dividir a toda la región de Medio Oriente, consistente en la instauración del citado “caos constructivo” mediante la sucesiva destrucción de los regímenes autocráticos de Irak, Libia, Sudán, Siria e Irán y reservando para Jordania el rol de “nueva patria del pueblo palestino”, para lo cual EEUU se serviría de los grupos takfiríes. Dicho proceso de balcanización de la zona tendría su plasmación en países como Irak , devenido en Estado fallido, en la endémica división palestina entre las facciones de Hamás y la OLP; en la anarquía reinante en Libia con el wahhabísmo salafista instaurado en Trípoli mientras grupos takfiríes (satélites de Al-Qaeda) dominan tribalmente el interior de Libia y en la aplicación de la yihad suní contra el régimen laico de Al Assad y sus aliados chiíes, Irán y Hezbolá que por efecto mimético habría convertido ya al Líbano en un país dividido y presto para ser fagocitado por Israel, quedando el régimen chíita del Líder Supremo Ayatolah Jamenei como única zona todavía impermeable a la estrategia balcanizadora de Brzezinski.

Trump, Putin y el avispero sirio

Tras el encuentro bilateral dentro del la Cumbre del G-8 que se desarrolló en Lough Erne (Irlanda del Norte), Putin y Obama escenificaron ante las cámaras la ceremonia del desencuentro debido al conflicto sirio, pues Putin bloqueó hasta el final de la Cumbre el acuerdo del G- 8 sobre una salida negociada al avispero sirio y anunció la continuación de la ayuda militar, logística y de asesoramiento al régimen de Bachir el Asad, “ el único representante legítimo de Siria”, según sus palabras. Por su parte, EEUU estableció como condición que “ Asad no puede jugar ningún papel en el futuro de su país y tiene que abandonar la presidencia”, algo a lo que se opuso frontalmente Rusia, consciente de que jugaba con ventaja en este pulso diplomático con Obama ante la incapacidad de EE UU y sus aliados europeos de marcar la iniciativa en un nuevo conflicto en Oriente Próximo, por lo que aprovechó la gran oportunidad que se le presentaba.

Así, la jugada maestra de Putin convenciendo a Asad para que entregara todo su arsenal de armas químicas, el escaso apoyo internacional recibido por Obama para iniciar su operación militar contra Siria y el decidido apoyo militar ruso a Asad con la instalación del sistema de misiles S-300 y S-400 (capaces de derribar objetivos en el espacio aéreo y marítimo israelí) aunado con la entrega a Siria de 12 cazas MiG-29M/M2 consiguió que la capacidad militar del Ejército oficial sirio dejara pocos resquicios a las fuerzas opositoras al régimen baasista, (de lo que sería paradigma la brillante reconquista de Alepo). Sin embargo, la miopía geopolítica de al Assad le habría llevado a pensar que sería posible una victoria militar olvidando que la nueva geopolítica rusa en Oriente Próximo pasaría por un decidido apoyo al régimen sirio de Al-Assad para asegurar su presencia en un área vital para el control del Mediterráneo Oriental. Así,según la agencia Itar Tass, Rusia reforzará su base naval en el puerto sirio de Tartus con el objetivo de resucitar la extinta Flota del Mediterráneo, (disuelta en 1992 tras la extinción de la URSS) y cuya columna vertebral estará formada por la Flota del Mar Negro , la del Norte y la del Báltico y se verá complementada según el diario Al-Quds Al-Arabi con la futura base militar de Jableh en el noroeste de Siria, mucho más sofisticada que la anterior.

Sin embargo, tras la inanidad de la Administración Obama, la Cuarta Rama del Gobierno de EEUU (verdadero poder en la sombra que controla ya la Administración Trump), volvió a recurrir al holograma del ataque con armas químicas por parte del Ejército sirio para perpetrar un ataque mediático contra la base aérea siria de Al-Shairat y las supuestas fábricas de gas sirias, ataques que en realidad serían un aviso a Rusia, Siria e Irán de que deberán contar con EEUU en la búsqueda de un acuerdo internacional que se plasmaría en la Conferencia de Ginebra II sobre Siria (que será aplazada “sine die” por EEUU hasta que se equilibre la situación militar y que se englobaría en un escenario de solución global a los contenciosos existentes en Oriente Medio (Siria, Palestina, Irak e Irán).

Las premisas de la Administración Trump serían la defenestración de Al Asad y la posterior partición de Siria en tres partes. Así tendremos la Siria alawita, protectorado ruso que abarcaría desde la costa mediterránea hasta Alepo, el Kurdistán sirio tutelado por EEUU y la zona sunita del sur sirio que se englobaría en el nuevo Sunistán sirio-iraquí, lo que unido a la división de Irak consagraría el triunfo de los esfuerzos de Israel para la balcanización de Siria e Irak, quedando tan solo el régimen teocrático chíita del Líder Supremo Ayatolah Jamenei como única zona todavía impermeable a la estrategia balcanizadora de Brzezinski. Por otra parte, el acuerdo alcanzado por Putin y Trump y desarrollado en un memorandum por expertos de Rusia y EEUU reunidos en Jordania que supondría la creación de una “zona de distensión” en las regiones del Suroeste de Siria (Darra, Al Quneitra y Al Sweida), habría suscitado la enérgica protesta del Premier israelí Netanyahu quien, según el diario Haaretz habría denunciado que “el acuerdo perpetuará la presencia iraní en Siria”, país que según funcionarios israelíes “intentará aumentar considerablemente su presencia en Siria estableciendo una base aérea y otra naval”, lo que podría convertir a Siria en el portaviones continental de Irán y su grupo aliado Hezbolá, algo inadmisible para Israel que se vería obligado a dormir con sus más acérrimos enemigos. En consecuencia,Al Asad podría convertirse en un obstáculo insalvable para el diseño de la nueva cartografía del Oriente Próximo, por lo que Putin y Trump podrían llegar a un acuerdo para sacrificarlo en aras de lograr la pacificación del avispero sirio (previo desalojo de las tropas del ISIS que extenderán sus tentáculos hacia Libia y el Magreb) a cambio del cese de las sanciones económicas contra Rusia y la implementación de un nuevo status quo en Ucrania que supondrá la división de Ucrania en dos mitades casi simétricas ( Sur y Este del país, incluida Crimea, bajo la órbita rusa) mientras el Centro y Oeste de la actual Ucrania navegarán tras la estela de la UE).

¿Irán en el punto de mira del Pentágono?

Irán adquirió una dimensión de potencia regional gracias a la política errática de Estados Unidos en Iraq, (fruto de la miopía política de la Administración Busch obsesionada con el Eje del Mal ) al eliminar a sus rivales ideológicos, los radicales talibanes suníes y a Sadam Husein con el subsiguiente vacío de poder en la zona, por lo que ha reafirmado su derecho inalienable a la nuclearización, pero tras la elección de Hasan Rowhani como nuevo Presidente electo de Irán se abrió un escenario nuevo y una oportunidad para la resolución del contencioso nuclear EEUU-Israel-Irán. Así, sería factible retomar el acuerdo de cooperación energética del 2010 entre Irak, Irán y Siria para la construcción del gasoducto de South Pars a Homms que conectaría el Golfo Pérsico con el Mar Mediterráneo y permitiría la llegada del gas iraní a la Unión Europea relativizando de paso la importancia estratégica de Turquía dentro del Proyecto del Gasoducto Trans-Adriático (TAP) así como el papel relevante de Arabia Saudí y Emiratos Árabes como suministradores de crudo a Occidente, intento que será torpedeado por Turquía, Arabia Saudí, Emiratos Árabes e Israel.

Asimismo, el Congreso y Senado de EEUU aprobaron una declaración preparada por el senador republicano Lindsey Graham y el democráta Robert Menéndez que señalaba con rotundidad que “si Israel se ve obligado a defenderse y emprender una acción (contra Irán), EEUU estará a su lado para apoyarlo de forma militar y diplomáticamente”, previsiblemente, lo que conllevará el aumento de la presión del lobby pro-israelí de EEUU ( AIPAC) para proceder a la desestabilización de Siria e Irán por métodos expeditivos.

Para ello, el Senado de EE.UU. renovó de forma unánime hasta el 2.026 la Ley de Sanciones contra Irán (ISA por sus siglas en inglés) y tras el lanzamiento de un nuevo misil balístico por Irán, Trump ha ampliado las sanciones contra varias empresas iraníes relacionadas con los misiles balísticos sin violar el Acuerdo Nuclear firmado entre el G+5 e Irán en 2.015 , conocido como Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en inglés), Acuerdo que la Administración Trump ha denunciado y que intenta desesperadamente “reordenar o abandonar”. Sin embargo, todo ello serían simples fuegos de artificio para distraer la atención del maquiavélico Plan esbozado por la Alianza anglo-judía en 1960 pues Siria, Libia e Irak serían tan sólo el cebo del plan anglo-judío para atraer tanto a Rusia como a China y provocar un gran conflicto regional que marcará el devenir de la zona en los próximos años y que sería un nuevo episodio local que se enmarcaría en el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría EEUU-Rusia.

Así, según un informe del portal Veterans Today, “Israel estaría trasladando armas de defensa aérea, artillería de largo alcance, helicópteros y aviones de combate F-15 a Erbil, capital del Kurdistán iraquí para una guerra más amplia contra Irak e Irán” al tiempo que los Presidentes de Irán y Turquía, Rohani y Erdogan amenazaron con tomar “medidas más fuertes” para evitar que el nuevo Kurdistán se convierta en portaaviones de Israel en una próxima guerra contra los Gobiernos chiitas de Irak e Irán. Dicha Guerra involucrará a ambas superpotencias (EEUU y Rusia) contando como colabores necesarios a las potencias regionales (Israel, Siria, Egipto, Jordania, Arabia Saudí e Irán), abarcando el espacio geográfico que se extiende desde el arco mediterráneo (Libia , Siria y Líbano) hasta Yemen y Somalia y teniendo a Irak como epicentro ( rememorando la Guerra de Vietnam con Lindon B. Johnson (1963-1.969) y cuyo desenlace podría tener como efectos colaterales el diseño de una nueva cartografía favorable a los intereses geopolíticos de EEUU, Gran Bretaña e Israel con la implementación del Gran Israel (“ Eretz Israel”).


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