El aullido de las gárgolas
Las organizaciones tóxicas de la denominada «sociedad civil», creadas y criadas con el financiamiento de la USAID y muchas embajadas europeas y ahora, como también se sabe, aliadas con el crimen organizado, han acusado los contundentes golpes políticos, diplomáticos y judiciales propinados en los últimos días por el Gobierno Sandinista y todo el pueblo que verdaderamente apoya el Estado de Derecho en el país.
Aúllan de dolor y gritan «¡criminalización!» ante las irrebatibles pruebas presentadas ayer por la Policía Nacional de los nexos entre la red delictiva de «El Viper» de los mal llamados estudiantes de la UPOLI con estructuras del narco mexicano y con Félix Maradiaga, operador del IEEPP, una agencia de la USAID creada para realizar acciones subversivas contra Nicaragua. Todos estos grupos, a su vez, íntimamente ligados al mal llamado Movimiento Renovador Sandinista y a la igualmente mal llamada «sociedad civil».
Lloran de rabia ante el fiasco de saber que las redes estadounidenses con las que se asociaron, más concretamente la mafia anticubana de Miami de Ileana Ros-Lehtinen, madre de la oprobiosa «Ley Nica», así como del senador Marco Rubio y otros reconocidos ultrareaccionarios, no pudieron movilizar toda la maquinaria de poder del Imperio para acabar con Nicaragua arrastrando así a todo el hemisferio a una vorágine de consecuencias impensables al entregar al país más grande de Centroamérica a las garras del crimen organizado.
El acuerdo político entre Nicaragua y la OEA firmado esta semana, surgido de un acuerdo directo entre el Gobierno de nuestro país y el de los Estados Unidos, fue una patada en el hígado para los que querían ver a la tierra de Sandino invadida por cascos azules o de otros colores. Por eso arremeten contra el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, y denuncian la «traición» del amo cuyas botas jamás han tenido el menor empacho de lamer, ya que gustosamente se alimentan de las migajas de su mesa.
El circo se les viene abajo. La mayoría de los empresarios miembros del COSEP no quieren involucrarse en la aventura de un Paro General que les causaría aún más pérdidas. Incluso grandes capitalistas como Carlos Pellas tratan ya de abandonar lo que en un momento vieron como caballo ganador que demostró ser un peligroso antro de narcotraficantes y de tiburones lavadores de dinero en el que cualquiera en cualquier momento puede recibir una puñalada por la espalda.
Pero no son solo los empresarios, sino también los sectores del pueblo que en un inicio habían creído de buena fe en sus protestas pero que cada día que pasa despiertan un poco más de la pesadilla inducida por los actos vandálicos y el igualmente vandálico uso de medios tóxicos de comunicación y de redes sociales. Ya no hay pueblo en los tranques, solo pandilleros y desquiciados.
Como vampiros o zombies, al caer la noche se señorean por ciertos pueblos, ciudades y barrios del país. Destruyen, queman, matan y violan. A la gente le advierten de un inminente ataque de fuerzas antimotines que nunca llega y que jamás se ha lanzado porque desde hace semanas los órganos represivos del Estado tienen órdenes estrictas de no intervenir. Los vandálicos cortan el tráfico de las carreteras, roban y matan al que encuentran. A veces concentran sus fuerzas y destruyen edificios públicos. Ni los hospitales, ni las escuelas se salvan de la violencia.
Sin embargo, no logran alcanzar objetivos verdaderamente militares y, aunque lo entorpezcan, tampoco logran detener el funcionamiento normal del país. Cada mañana, cuando los zombies a la luz del sol se retiran, el pueblo recoge los adoquines y trata de seguir con su vida normal. La diferencia esta semana, es que muchos que antes creían en la justeza de sus reclamos, ahora los empiezan a ver como criminales. Cada piedra que lanzan, cada bomba, cada fuego que encienden, se convierten en un clavo más de su ataúd moral y político.
Al fallar el mecanismo de la manipulación mediática que al inicio tanto les ayudó, quedan desnudos en su falta de política y de ideas, así como en el carácter delincuencial de sus alianzas.
Por eso ahora intentan desesperadamente matar el proceso de diálogo en el país. Dicen que controlan el 80% del territorio nacional cuando en realidad sus dominios solo se extienden a algunas universidades y casas de seguridad dispersas. Como locos tratan de alcanzar algún golpe de efecto, algún ataque de bandera falsa debidamente filmado por el canal 100% Noticias que les de «muertitos» por los que se pueda culpar al Gobierno de Nicaragua.
Actualmente redoblan sus actos vandálicos, pero con ello no hacen otra cosa sino fortalecer la voluntad del Pueblo Nicaragüense de construir país con paz, amor, prosperidad y solidaridad.
Pronunciamiento de la «Sociedad Civil» divulgado este miércoles: