Comportamientos indebidos ante la conducción rutinaria
Durante el mes de junio, concretamente durante un periodo de diecisiete días y en distintos lugares, se ha realizado una observación en materia de seguridad vial, destacando el “mínimo común múltiplo”, por así decirlo, de algunas de las conductas incívicas por parte de aquellos conductores/as que no han tenido en cuenta que en la carretera sumamos todos/as, además, que podrían tener sin ninguna duda, responsabilidad en materia de infracción administrativa de acuerdo al Real Decreto 1428/2003, de 21 de noviembre, por el que se aprueba el Reglamento General de Circulación para la aplicación y desarrollo del texto articulado de la Ley sobre tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial, aprobado por el Real Decreto Legislativo 339/1990, de 2 de marzo.
Y es que cada vez somos más los conductores/as que se ponen delante del volante, el aumento desproporcionado de vehículos que circulan por las vías poco adaptadas para la cantidad tráfico que hay; en algunos barrios de las grandes ciudades, encontrar aparcamiento es una odisea, donde al final se acaba por estacionar en doble fila, quitar el freno de mano o, dejar en el salpicadero un papelito con el número de teléfono para que el conductor/a afectado llame o mande un WhatsApp al propietario/a informando de que va a salir y movilice el vehículo. Y ante este tipo de situación o caos vial, qué tenemos: ¿conductores/as irresponsables?, ¿falta de planificación en el trazado de las vías?, ¿urbanizaciones saturadas e imprevistas de zonas de aparcamientos?, ¿exceso de una sociedad de consumo?, ¿cambio de paradigma en los modelos sociales? Sea lo que sea, está claro que hace más de una década se podía intuir que esto de aumentar el número de vehículos en las calles estaba en nuestra realidad social, pero no se pensaba que esto sucedería de esta forma, y son los conductores/as los que sobreviven ante un caos que tiene un posible punto de inflexión cuando se construyeron carreteras, viviendas, centros comerciales, negocios, etc.
Cuanto más conductores/as seamos, mayor debería ser el trato de civismo. Pero lamentablemente esto no ocurre así, porque en palabras de un veterano conductor que a sus 81 años, afirma que tiempo atrás, cuando todavía el sueño del automóvil no era el objeto de consumo de este modelo de sociedad, los conductores se respetaban más y existía una complicidad entre ellos, y tanto conducir como manejar el vehículo, suponía una responsabilidad. Por ejemplo, si un conductor estaba parado en la vía, detenerse era lo normal para ofrecerle ayuda. Sin embargo ahora esto no ocurre, al menos en las grandes ciudades donde el anonimato entre vecinos es mayor y casi nadie se conoce, distintamente a lo que sucede en los pueblos, que todavía se conocen entre ellos.
Conducir y circular (que no es lo mismo) forma parte de nuestra cultura global, todos/as nos desplazamos en vehículos, incluso por muy cerca que sea la distancia, si el motor nos impulsa y nos mueve, ¿por qué ir caminando? Así empieza esta observación, donde se recogen algunas anécdotas que seguramente muchos conductores/as se identifiquen, porque no solo podemos achacar dicho comportamiento a una reacción incívica, sino además a la falta de sensibilidad con el medio ambiente cuando utilizamos el vehículo
sin sentido. De manera, que a modo de resumen, se mencionan algunas de estos comportamientos indebidos.
-Acceder a una rotonda o glorieta en línea recta. Es decir, no se suele respetar las marcas viales del suelo, porque no se hace debidamente la conducción rotatoria. Pero incluso hacerla debidamente, puede generar confusión a otros conductores/as que circulan por costumbre.
-Conducir mientras se consume un cigarro o similar, utilizando una mano para conducir, lo que dificulta realizar maniobras, y por lo tanto, afectando con ese tipo de distracciones al resto de conductores/as.
-Conducir con el brazo extendido sacándolo por la ventana sin tener en cuenta el peligro que supone perder el miembro, o no dar seguridad de concentración al resto de conductores/as.
-Conducir manejando el teléfono móvil, sin presta atención al resto de conductores/as que si desean que se les preste atención por estar en su derecho y tener conciencia de precavidos.
-Conducir a velocidad muy lenta cuando no hay riesgo alguno para hacerlo, simplemente porque ese día el conductor/a saca a pasear su automóvil. O hacerlo excesivamente rápido sin dar seguridad al resto de conductores/as que en vez de ver a un conductor/a, ven a un kamikaze.
-Realizar maniobras mientras se conduce sin señalizar las mismas, mediante el sistema de luces intermitentes direccionales; una mala conducta típica suele darse en las rotondas o glorietas, bien cuando se sale, o cuando se cambia de carril.
-Conducir por vías sin marcas viales de limitación de carriles, invadiendo la parte proporcional del carril contrario.
-Realizar paradas en mitad de la vía para que los ocupantes del vehículo se bajen o se suban, pero siendo un riesgo cuando los que se bajan o suben son niños y lo hacen por el interior de la vía, es decir, sin extremar la mínima precaución de que la maniobra se realice lo más pegado a la acera; este tipo de comportamiento suele darse en horario de entrada y/o salida de colegios.
-Estacionar el vehículo invadiendo la marca vial que limita los estacionamientos, ocupando para ello dos zonas de apartamientos; este comportamiento es típico en conductores/as que no quiere que se le arañe su vehículo, entre otros. Aunque hay que decir, que a veces los aparcamientos lo han trazado demasiado estrecho.
-Otros estacionamientos o paradas en aceras, pasos de peatones, cargas y descargas, doble fila, etc., sin tener en cuenta los riesgos que supone para otros conductores/as realizar maniobras complicadas; dice mucho de la falta de respeto que se tiene hacia otros conductores/as.
-Conducir a gran velocidad rebasando a trabajadores/as de mantenimiento de carreteras, ciclistas, peatones, etc., aunque estén en el arcén o fuera, pero próximo a la carretera.
“Seguramente todos/as conducimos de maravilla, pero ¿sabemos circular?”
* Andrés López, es antropólogo y educador.