Colectivo Punto de Vista Comunista •  Opinión •  11/07/2016

Después del 26J: por la unidad de los comunistas

De los resultados de las elecciones del pasado 26 de junio extraemos las
siguientes conclusiones:

a) El fracaso electoral y político de UP en las elecciones del 26J, dadas
las expectativas previas aireadas por los máximos representantes, ha sido
incuestionable. Más de un millón de votantes que habían apoyado a IU o a
Podemos el pasado diciembre han optado ahora por quedarse en casa,
incorporándose al porcentaje de la abstención. La perdida de votantes del
PSOE (más de 100.000) indica que no ha habido, en principio, traspaso de
voto significativo de votantes en diciembre pasado de IU y de Podemos a ese
partido.

b) En gran medida, no parece estrictamente una derrota impuesta desde afuera,
sino también interna. Han sido muchos de los propios votantes de IU y de
Podemos de diciembre pasado quienes no han sido movilizados ahora por su
propuesta electoral. La confluencia UP tampoco ha logrado sumar a nuevos
votantes. Tampoco es posible pensar en un traspaso de votos al PP. Los
populares sumaron casi 700.000 votos más respecto del 20D, de los que cerca
de 400.000 fueron restados a Ciudadanos. Por razones de incompatibilidad
ideológica no parece que esos 300.000 votos restantes provengan de votantes
de IU y de Podemos. En todo caso sería una minoría insignificante. Por
consiguiente, la abstención en este caso ha sido en gran parte selectiva.
Una proporción significativa de ella ha sido de izquierda. Un análisis
detallado de los resultados dirá si, además, ha sido en buena medida
obrera.

c)  Una de las causas posibles de este revés electoral ha sido el discurso
oportunista desplegado durante toda la campaña. El programa electoral y el
alegato defendido por IU para el 20D, reivindicando señas identificativas de
la izquierda frente a Podemos, y con las que obtuvo cerca de un millón de
votos, se difuminó en la última campaña. Ahora, en el 26J, desaparecen las
reivindicaciones propias de la izquierda y se sustituyen por un contenido
interclasista, “socialdemócrata” (etiqueta explícitamente reivindicada
por el representante más visible de la candidatura), ajeno a toda cultura de
clase.

d) La desaparición de las señas de identidad de izquierdas en la última
campaña electoral, engullidas en la coalición UP, no ha hecho más que
agravar la –desde hace muchos años profunda- invisibilidad de los
comunistas y del PCE, contrariamente a lo acordado en el último Congreso de
este Partido. Más Podemos, menos IU y, como corolario, desaparición
reforzada del PCE de la escena pública (reducido incluso a la categoría de
pecado de juventud por el primer candidato de la confluencia por Madrid, sin
que ello motivara respuesta de los máximos representantes de IU, miembros
del PCE y, como tales, se supone que al tanto de los acuerdos de su XX
Congreso).

e) No puede olvidarse que una organización política impregnada de
corrupción hasta la médula ha recibido el respaldo de cerca de ocho
millones de votantes, lo que constata una inconsciencia de clase importante y
arraigada, por desgracia, en nuestra sociedad, que tiene como factores
históricos más recientes el genocidio desencadenado por el golpe militar
del 36, la dictadura franquista de cuatro décadas y una transición
inmodélica posterior que legitimó y dio continuidad a la base social y
política del franquismo. Hoy el PP es el franquismo de ayer. El discurso
“transversal” y el oportunismo de la vieja y nueva socialdemocracia no
contribuyen a combatirlo. Tampoco el electoralismo rampante, el abandono de
la movilización social y el sindicalismo de pacto social dominante, opuesto
al combativo de clase.

f) Frente al descalabro electoral y político de Unidos Podemos y la
consolidación de la derecha reaccionaria, urge la unidad de los comunistas
en torno a una organización que constituya un inequívoco punto de
referencia para la clase obrera y las capas populares. Visibilizar y
fortalecer un polo de referencia comunista, poner las bases para la
recuperación del Partido de los comunistas españoles, reforzarlo en el
plano ideológico, organizativo y programático mediante la reflexión
colectiva para estar en condiciones de desplegar una eficiente actividad
política en el seno del movimiento obrero y popular. Construyendo unidad
popular desde la movilización social, dentro y fuera de las instituciones.
El impulso de un Partido Comunista digno de ese nombre es una de las
condiciones necesarias y una garantía para avanzar por ese camino.

g) El apoyo electoral importante que ha recibido la derecha reaccionaria e
investigada por presuntas y múltiples actuaciones delictivas –corrupción,
financiación ilegal etc.- no puede ni debe conducir al pesimismo ni al
fatalismo. Con todo, han sido muchos los que han apoyado a UP y sus votos no
hacen sino expresar una indignación profunda ante las políticas económicas
antisociales del neoliberalismo, contrarias a los intereses de los
trabajadores y capas populares. Esa rabia y esa indignación necesitan de
manera urgente una verdadera alternativa política favorable a los
trabajadores y a las capas populares, expresada en un programa que de manera
concreta e inequívoca haga frente al discurso de la clase dominante
–posicionamiento claro contra la Europa del gran capital y el imperialismo
que encarna la UE; contra el euro, instrumento de aniquilación de la
soberanía popular; salida de la OTAN, brazo armado del imperialismo,
instrumento de agresión contra los pueblos del Mundo; nacionalizaciones;
recuperación y desarrollo de derechos laborales; República, etc.- y que
conduzca a los cambios sociales profundos que demandan los trabajadores y las
más amplias capas populares de nuestra sociedad. Hay mucho trabajo por
hacer, y las batallas electorales no son más que uno de sus frentes:
importante, sin duda, si se afronta con la firmeza y coherencia de objetivos
que no se han dejado ver en UP, pero de ninguna manera el único.

h) Cuanto más potente es la expresión interclasista, como es el caso de UP,
más se precisa de la actividad propia de los comunistas para poner la
independencia de la clase obrera a salvo de concepciones alejadas de sus
intereses de clase, que pasan por la lucha democrática, sí, pero
estrechamente vinculada a la lucha de clases y por el socialismo. Por eso,
tras el 26J es la hora del reagrupamiento comunista. La dispersión de los
comunistas en España, bajo diferentes siglas y en numerosísimos casos fuera
de todas ellas, es una realidad que no se puede desconocer y con un alto
coste para los intereses obreros y populares. Sería de gran ayuda que la
próxima y última fase del XX Congreso del PCE asumiera el combate de la
unificación de los comunistas. Tales son las expectativas de miles de
comunistas que debemos prepararnos para realizar el máximo esfuerzo
encaminado a recuperar el instrumento que impulse el necesario debate social
y político, así como el consiguiente proceso organizativo que lleve
finalmente a la transformación social.

 


Opinión /