Nación y autodeterminación
Es difícil sentirse libre en un país donde la Guardia Civil está vigilando imprentas y buscando urnas, como si una papeleta fuese un arma de destrucción masiva, de esas que se inventaron los que decidieron destruir Irak.
Escucho argumentos desde una parte de la izquierda, que son ciertos, como que el actual gobierno catalán es un gobierno burgués y en parte corrupto. ¿Pero qué tiene que ver eso con defender que el derecho de autodeterminación de los pueblos es legítimo?.
Que el referéndum en Cataluña lo lidera la burguesía catalana es algo que tengo claro. Como tengo claro que es la derecha nacional católica quien lidera la supuesta defensa de la sacrosanta unidad de España y de la legalidad monárquica, un disfraz bajo el que esconde la defensa de sus intereses como clase oligárquica.
Algunos piden sacar a los tanques “pacíficamente” a las calles para evitar un violento referéndum.
Me parece importante señalar las diferencias entre una urna y un tanque. La urna debe servir para dar voz al pueblo y el tanque normalmente servirá para robársela.
También resulta curioso que los mismos que apoyaban el «plebiscito» de la oposición en Venezuela sean los mismos que cuando oyen la palabra referéndum en Catalunya hablan de golpe de Estado.
Yo defiendo el derecho a la autodeterminación de los pueblos, como un derecho fundamental, que cuando se niega destruye la convivencia y dificulta enormemente el dialogo para construir, mientras facilita el enfrentamiento que suele llevar más temprano, o más tarde, a la ruptura.
Suelo poner un ejemplo que seguramente no es el más adecuado, pero que considero que es muy explícito.
Comparemos el derecho a la autodeterminación con el derecho al divorcio, y a la pareja, el núcleo familiar que convive en la casa, con los pueblos y naciones que conviven en el estado.
Imaginemos una pareja felizmente casada, que vive en un país donde no existe el derecho al divorcio, una pareja feliz, con unos hijos sanos a los que adoran, en definitiva una familia bien avenida, que tiene una vida cómoda y con sus necesidades cubiertas. Ahora imaginemos que ese país legaliza el divorcio, ¿a alguien se le puede pasar por la cabeza que esa pareja feliz vaya a divorciarse porque se le reconozca el derecho a hacerlo?.
Pues lo mismo pasa con los pueblos, cuando la convivencia es buena en la casa de todos que es el estado, los pueblos son mucho más conservadores y fieles que una pareja, no corren el peligro de enamorarse de otro y si el estado respeta su hecho diferencial, les garantiza su derecho a decidir, cubre sus necesidades básicas y trabaja por la buena convivencia de los pueblos que forman este estado plurinacional, o unión de repúblicas, o estado federal, la fórmula o sistema en la que esos pueblos hayan decidido organizarse, ningún pueblo se va a divorciar, ninguno entenderá la independencia como solución a problemas inexistentes.
El problema viene cuando no hay respeto al hecho diferencial, cuando las distintas nacionalidades no son reconocidas, cuando hay idiomas de primera y de segunda, cuando el derecho a la autodeterminación no está reconocido y el estado se convierte en una cárcel de pueblos, en vez de en la casa de todos.
Defiendo la unión voluntaria de pueblos libres, de naciones que deciden caminar juntas, los hace más fuertes, los enriquece esa diversidad de culturas, tradiciones, e historia diferenciada.
Necesitamos cambiar el actual modelo de estado, heredado del nacional catolicismo y fruto de una falsa transición, bien sea mediante un estado Federal, o un estado plurinacional donde cada nación, entendiendo que hablamos de naciones formadas por pueblos libres, pueda decidir qué tipo de relación quiere tener con el resto del Estado.
Reconociendo el derecho a decidir, podremos construir un futuro en común.
Por mi parte defiendo que ese futuro debe ser socialista, pienso que la única forma de ser capaces de construir entre todas y todos un futuro sin odios, una unión de voluntades donde impere la igualdad, la justicia social, y el respeto a la diferencia.
Parafraseando a Lenin, que resumió la esencia de lo que trato de decir en una frase, de un modo magistral, “no se puede hablar de libertad, si antes no se reconoce el derecho de los pueblos a separarse de su metrópoli cuando lo crean conveniente”.
Stalin non dejó la actual definición de nación, la más clara expresada del modo más brillante:
¿Qué es una nación?.
«Nación es una comunidad humana estable, históricamente formada y surgida sobre la base de la comunidad de idioma, de territorio, de vida económica y de psicología, manifestada ésta en la comunidad de cultura.»
También Lenin defendió argumentos muy parecidos a los que yo trato de expresar en defensa del derecho de autodeterminación de los pueblos:
«Acusar a los partidarios de la libertad de autodeterminación, es decir de la libertad de separación, de que fomentan el separatismo es tan necio e hipócrita como acusar a los partidarios de la libertad de divorcio de que fomentan el desmoronamiento de los vínculos familiares. Del mismo modo que en la sociedad burguesa impugnan la libertad de divorcio los defensores de los privilegios y de la venalidad en los que se funda el matrimonio burgués, negar en el Estado capitalista la libertad de autodeterminación, es decir, de separación de las naciones no significa otra cosa que defender los privilegios de la nación dominante y los procedimientos policíacos de administración en detrimento de los democráticos».
Negar la existencia de las nacionalidades históricas, negar la existencia de un sentimiento nacional dentro de las distintas naciones que forman el Estado español, es encender una mecha muy difícil de apagar.
El único modo de construir un modelo de Estado donde quepamos todas y todos es reconocer que somos un estado plurinacional, donde distintas naciones deciden trabajar juntas, convivir y construir una unidad de destino que durará mientras que los pueblos de las distintas naciones así lo decidan.
El reconocimiento del derecho de autodeterminación dará sentido al nuevo modelo de unidad voluntaria de pueblos libres y dará la estabilidad necesaria para construir un futuro de convivencia en armonía.
André Abeledo Fernández, (Concejal de Esquerda Unida de Narón, militante comunista y sindicalista organizado en la CIG).