María García-Lliberós, autora de «Más allá de la tristeza»: «Es importante concienciar sobre el acoso escolar y el suicidio infantil como desencadenante».
La escritora valenciana presenta la tercera edición de su novela “Más allá de la tristeza”; una obra ambiciosa que trata sobre la complejidad de las relaciones humanas, contada desde las diferentes voces de sus protagonistas.
Pregunta: ¿Qué significa escribir para usted?
Respuesta: Escribir es mi mejor medio de expresarme. Además, me lo paso muy bien escribiendo, me obliga a reflexionar y, a veces, hasta consigo entender el mundo que nos rodea.
P: ¿»Más allá de la tristeza» contiene un reclamo general a los dogmas que tenemos ante las relaciones personales?
R: ¿Dogmas? Vivimos una época con pocos dogmas, están aceptadas cualquier forma de convivencia. Pero las relaciones personales son tan intrincadas como siempre. La comunicación entre padre y madre con sus hijos sigue siendo difícil, porque ni los padres saben lo que piensan sus hijos ni estos lo que piensan sus padres. Son generaciones distintas. Es un camino a tientas. La literatura nos permite fantasear, meternos en la piel de cada uno y mostrar sus conflictos internos y sus sentimientos.
P: Perú, España. Un niño de otra cultura es adoptado. Tanto el pequeño como la pareja enfrentan retos relativos a las diferencias y las costumbres. ¿Pesa más la educación que el deseo de romper moldes?
R: La educación, la cultura, el entorno social, pesan mucho. Traer a España a un niño indígena peruano de cinco años y conseguir que se integre en una sociedad que culturalmente le es ajena por completo, es complicado. Siempre, por sus rasgos físicos, va a ser el diferente y ser el diferente no es una posición cómoda ni divertida.
P: ¿Se habla poco de la adopción internacional y el después en la convivencia?
R: Se habla como una solución poco menos que idílica para formar una familia cuando un matrimonio no ha podido tener hijos propios. También como un signo de nuestra solidaridad como sociedad superior. Es engañoso. Pero no se habla, se oculta, de los muchos problemas que surgen durante el proceso, a veces, muy doloroso. De estas cosas habla «Más allá de la tristeza», y lo hace desde diferentes puntos de vista, porque hay cuatro voces narrativas en primera persona.
P: El acoso escolar, otro gran tema de su obra. ¿Qué la motivó a tratarlo?
R: Es un asunto que está agazapado entre los pliegues de nuestra sociedad, pero está ahí, y tiene consecuencias tremendas para aquellos niños acosados. Es un tema que suelo seguir en los medios de comunicación que se hacen eco cuando ya ha sucedido una desgracia. ¿Sabe que en España el suicidio infantil está aumentando de forma acelerada y que detrás de ello, en muchos casos, hay un problema de acoso escolar? Es importante concienciar sobre ello para actuar a tiempo de evitar estas desgracias.
P: En su novela hay múltiples temas, pero el miedo al diferente pudiera ser el núcleo que atraviesa todo. ¿Está de acuerdo?
R: No creo que sea el miedo al diferente, porque un niño de cinco años indígena en medio de treinta niños blancos no da ningún miedo. Es la crueldad infantil, el blanco fácil para un acosador, el sentido de superioridad frente a culturas “inferiores”. Marginarlo porque “no es de los nuestros”, es facílisimo. Se empieza dejándolo fuera para jugar un partido de fulbito y nunca se sabe a dónde puede llegar esa necesidad de mostrar poder de dominación sobre otra persona.
P: ¿La literatura cambia miradas?
R: Puede ayudar a cambiarlas. Hay libros que dejan huella, que colocan al lector ante un espejo, que provocan al pensamiento y hacen reflexionar, que conmueven. Ojalá lo consiga con «Más allá de la tristeza», porque esas son las buenas novelas. Pero con un libro no se cambia el mundo, la influencia de la literatura es limitada.